-?
Por estos días, Gutiérrez está tomando una serie de decisiones enderezadas a cumplir con éxito la segunda mitad de su gestión, y todo indica que si las cosas marcharan medianamente bien, al promediar los dos años que tiene por delante muy probablemente habría de encarar el desafío de su reelección.
El gobernador no lo dice pero sus últimos pasos, en especial los cambios de funciones y responsables en el gabinete, pueden ser vistos también como una forma de prepararse para una segunda gestión.
Agradece a todos los intendentes que de un tiempo a esta parte vienen planteando la consigna “Gutiérrez 2019” y dice que hoy tal cosa es prematura, que “no está en agenda” porque su responsabilidad del presente es gobernar.
Pero las ganas de repetir palpitan en algunos de sus planteos, como por ejemplo, cuando puesto a hacer un balance del año afirma que no habrá “más apuro” para relacionarse con la gente, o que los cambios en su equipo de colaboradores buscan “mayor protagonismo" de los ministros a la hora de “fijar posición y construir agenda”.
Perón decía que en política “conducir es persuadir” y aquella sencilla enseñanza no sólo tiene que ver con no obligar (que es mandar) sino con lograr que el conjunto asuma el proyecto a través de su propia parcialidad.
En una entrevista que se publica hoy en , el gobernador pone un ejemplo. “He llegado a estar en seis o siete pueblos en un día”, dice convencido de que eso es bueno, pero a continuación agrega que “la otra cara de la moneda es que la gente me ha reclamado que estaba apurado”.
Conducir, diría entonces el Viejo Vizcacha, no es estar en todos lados ni hacerlo todo, sino lograr que los demás hagan lo que tienen que hacer para que todo salga bien. No basta con empujar el carro todos los días, hay que lograr que los demás lo hagan. Y eso requiere de liderazgo.
Y eso es lo que al parecer ha terminado de asumir Gutiérrez al cabo de dos años a los que caracteriza como de “aciertos y errores”, y en los que se precia de haber “transitado en profundidad toda la provincia”.
Con los cambios y enroques en el gabinete, se diría que Gutiérrez ensaya también un equipo hecho más a su medida. Teniendo en cuenta que la etapa anterior fue de ensayo y error, un periodo de transición en el que tuvo que demostrar a los demás, y sobre todo a sí mismo, que podía gobernar plenamente.
No es un secreto para nadie que en el 2015 Jorge Sapag alumbró una salida para lograr una sucesión ordenada. Ungió la fórmula Gutiérrez y Figueroa y con ella la “renovación generacional” dentro del MPN. Fue padrino y principal inspirador de aquella salida que permitió conservar el partido y el gobierno para su sector.
Ahora las cosas parecen diferentes. Aquello, mal o bien funcionó, y Sapag sigue siendo el estratega, pero Gutiérrez camina solo. No lo dice, pero se advierte. Siente que puede y siente que quiere.
Tampoco lo dice taxativamente Sapag, pero se adivina que no se opone. Al menos, lejos de reprobar públicamente a Gutiérrez dijo por ahí en un reportaje que “le pondría un 10” a su gestión. Se advierte también, que de no mediar circunstancias extraordinarias el líder de la lista Azul del MPN no estaría dispuesto a borrar con el codo lo que escribió con la mano.
O sea: no se ven razones de peso para que Jorge Sapag tenga que salir a explicar que si bien no estuvo mal lo de los jóvenes, después de ellos vienen otra vez los mayores. Lo inverosímil, cualquiera lo sabe, no acumula nada.
A todo esto, el principal condicionante que Gutiérrez tiene en la actualidad para terminar bien la primera gestión y lanzarse a una segunda, es el marco nacional.
La pregunta del millón con el gobernador, es si además de alinearse con el gobierno de Macri como indica el ‘manual de operaciones’ del MPN para cualquier gobierno, le gusta y cree en la gestión de Cambiemos.
Para decir poco, no se sabe si cree, pero parece que no le disgusta.
Hasta ahora las dificultades que le ha acarreado su proximidad con el macrismo han sido relativamente pocas. Cierta escalada con los gremios y los mapuches por la tendencia a emular la política de mano dura con la protesta social, y la costosa convalidación de ese despojo ignominioso del macrismo llamado reforma previsional.
Hasta ahora, el Neuquén de la era macrista no ha empeorado demasiado y el modelo de reprimarización basado en la exportación agropecuaria y gasífera dibuja un horizonte de cierta bonanza para una provincia que vive de las regalías y cuyo Estado es el gran asignador de recursos y trabajo.
Pero, ¿qué ocurriría con la gestión provincial si en los dos largos años que quedan de ‘más dunga dunga’, el escenario económico se deteriorara rápidamente y la protesta social se multiplicara?
Es la duda que aflora en el horizonte.
Va con firma | 2016 | Todos los derechos reservados
Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite