“Lo mío es mío y lo tuyo también es mío”. Cambiemos parece haber acuñado una nueva versión del dicho popular “lo mío es mío y lo tuyo mitad para cada uno”. Quiere todo. Que lo diga el MPN que, después de la derrota del domingo pasado, ha comenzado a sentir el aliento en la nuca de ese aliado difícil que ahora viene por la gobernación en 2019.

Tal como indicaban todos los pronósticos Cambiemos se impuso al MPN en las elecciones legislativas y también en las municipales. El endurecimiento de la campaña, con las denuncias sobre el traspaso de la caja del ISSN y la destrucción de la barda para hacer una urbanización tolerada por la municipalidad, no alcanzaron.

Ya se sabe, en números redondos Cambiemos se alzó con un 28% de los votos, contra un 21% del MPN y 19% de Unidad Ciudadana (UC). El Frente Neuquino (FN), en cambio, alcanzó sólo un 18% y se quedó sin ninguna de las tres bancas en juego.

Un panorama similar se presentó en la elecciones de concejales, en las que también se impuso Cambiemos obteniendo cuatro de los nueve escaños en juego, contra tres del MPN, uno de UC y uno de la izquierda.

Las legislativas nunca fueron fáciles para el MPN, un partido de distrito cuyo fuerte son las elecciones provinciales pero cuando se eligen cargos nacionales ha perdido más de una vez. Eso sí, cada vez lo hace con menos votos. Si antes perdía con porcentajes del orden del 30% esta vez lo hizo con poco más del 20%.

Estos resultados terminan de instalar a Horacio “Pechi” Quiroga, el hombre fuerte de Cambiemos en la provincia, como candidato puesto para la gobernación en 2019 y desatan en la coalición macrista un optimismo desbordado respecto de las posibilidades de desplazar al partido provincial de su reinado cincuentenario.

Frente a este panorama el MPN vive la crisis de las derrotas, en las que inmediatamente se buscan culpables. Y no faltan dentro del partido provincial quienes apuntan sus dardos al líder de la lista Azul oficialista, el ex gobernador Jorge Sapag y al propio gobernador Omar Gutiérrez.

Ya se sabe que el vicegobernador Rolando Figueroa se negó a encabezar la lista de diputados provocando el enojo de Sapag y de Gutiérrez y que después del primer revés en las PASO, la gente de Figueroa -también la del senador Guillermo Pereyra- fue apartada de la campaña.

Se vio, además, que inclusive se le bajó el perfil al protagonismo del tercero de la lista de concejales, el prosecretario legislativo Juan Luis Ousset, un hombre cercano a Figueroa.

La respuesta de este último fue lanzarse a hacer política por su cuenta, planteando ejes opuestos a los del gobierno. Si Gutiérrez contemporiza con el gobierno de Macri, Figueroa lo combate. Para colmo de males, hace un buen rato que no hablan entre sí.

El vice evitó hacer declaraciones públicas sobre la derrota, pero el miércoles provocó un hecho político al recibir a Quiroga en su despacho de la Legislatura y prestarse a su juego.

“Pechi”, quien seguramente fue a buscar el apoyo del flamante concejal de Figueroa, se permitió incursionar en la interna emepenista, al declarar que ese partido hizo una buena elección en el norte de la provincia, donde casualmente pisa fuerte el vicegobernador.

Inmediatamente salió a cruzarlo la diputada electa Alma “Chani” Sapag, quien tildó al encuentro de “innecesario e inoportuno”. El gobernador, en cambio, eligió deslizar una ironía sobre la foto de Figueroa con Quiroga: “Ahora hay algo más moderno que son las selfie”, disparó.

Pero Figueroa no se inmuta. Es un hecho que viene compitiendo con el gobernador desde que ambos asumieron en diciembre de 2015 de la mano de Sapag. No lo dice, pero está claro que el tema de fondo es quién será el candidato en 2019.

Pereyra fue más flemático. Admitió que este tipo de elecciones siempre son difíciles para el partido, pero eso sí: reclamó un “análisis interno” y la reforma de la Carta Orgánica para que haya representación proporcional en las elecciones internas.

El líder petrolero quiere su reelección como senador y ya advirtió que reflotará su propia lista, y aunque sabe que no puede liderar al conjunto tampoco ignora que tiene cierto poder de veto.

Este panorama, de un partido desunido y sin un liderazgo indiscutido, no parece la mejor forma de enfrentar la ofensiva a fondo que prepara el ‘amigo’ macrista.

Sapag continúa siendo la figura con mayor peso político y visión estratégica, pero ahora hay que trabajar de cara al 2019 y el MPN necesita de un fuerte liderazgo, visible y tangible, para mantenerse cohesionado de cara a lo que algunos, como Pereyra, han llamado el “tsunami amarillo”.

Mientras tanto, Quiroga ya se prueba el traje. Siempre tuvo apetito de poder y si en los últimos años se mostró menos urgido ahora lo impulsan circunstancias extraordinarias: Cambiemos quiere clavar sus uñas en Vaca Muerta y lo necesita, aunque no le dispense total confianza.

Faltará ver qué hará su antiguo socio Ramón Rioseco. Después de prometer un huracán de votos el diputado del Parlasur se quedó afuera, pero no con las manos vacías. Es probable que ya no esté tan convencido de volver a intentar la gobernación, pero en todo caso atesora un porcentaje de votos que en 2019 puede inclinar la balanza para un lado u otro.

Darío Martínez, emerge de estas elecciones fortalecido y con posibilidades de ser candidato a gobernador. Y aunque falta ver qué harán realmente Rioseco y Bertoldi, es probable que ambos opten por ir a lo seguro y vuelvan a sus respectivas intendencias.

Por otra parte, el MPN deberá elegir muy bien su perfil de acá en más. Si continúa muy pegado al gobierno nacional, corre el riesgo de que le pase lo mismo que a algunos gobernadores peronistas complacientes.