El escándalo por el manejo irregular de fondos públicos, caos administrativo y nombramiento de parientes a mansalva en la Legislatura que sacude el entorno de la vicegobernadora Gloria Ruiz, pone en un difícil trance a la alianza política gobernante encabezada por Rolando Figueroa cuando no termina de cumplir un año de gestión.

Elías Sapag, figura descollante del MPN y hombre tan astuto para el comercio como para la política, decía que lo que nunca se puede tocar es la vidriera. Pues bien, lo que está ocurriendo por estos días pone en jaque la “vidriera” con que Figueroa y los suyos llegaron al poder.

El gobernador desafió a su antiguo partido y unió un abanico de fuerzas disímiles y hasta opuestas detrás de la bandera de la transparencia y la lucha inflexible contra el desorden administrativo y la corrupción, dos males que manchaban al MPN después de más de 60 años de ejercicio irrestricto del poder.

Entre otros ejes, Figueroa tomó el escándalo con los planes sociales, que por entonces estallaba en las manos del gobernador Omar Gutiérrez, como el caso testigo de todo lo reprochable y corrupto que venía a corregir. Mal podría hoy, cuando algo de similares características ocurre en su propio gobierno, permitir que se ponga en duda su promesa electoral.

La cuestión es más seria aún, porque lo que ocurre alrededor de la vicegobernadora Ruiz viene a reforzar la desconfianza y el descrédito que merecen hoy los políticos y la política. Enese contexto, la única forma de que este severo traspié no se convierta para Figueroa en la mochila más pesada de su gobierno, es obrar de tal forma que a nadie le queden dudas sobre su compromiso con una gestión de manos limpias.

Lo sucedido en la Legislatura admite además otras lecturas. Entre ellas la crítica a las alianzas que ponen por delante fines estrictamente electorales por encima de principios e idearios políticos. Por si hiciera falta recordarlo, está demostrado a nivel nacional y provincial que lo que sirve para ganar una elección no sólo puede resultar insuficiente para gobernar sino que frecuentemente es uno de los motivos principales del fracaso de un gobierno.

Figueroa construyó su liderazgo desde el Movimiento Popular Neuquino, donde realizó la mayor parte de su vida pública -intendente, diputado provincial, vicegobernador, diputado nacional- y si hubo de romper con su partido para pujar desde afuera de sus estructuras fue porque consideró que el establishment partidario le impediría llegar al gobierno desde adentro.

Pero cuando decidió sumar a Ruiz a su fórmula, a diferencia de la entonces intendenta de Plottier, lo hizo desde un liderazgo que ya tenía mucho camino recorrido. Es un hecho que en su cambiante experiencia política Ruiz pasó de funcionaria a candidata de Andrés Peressini, rápidamente le dio la espalda y se respaldó en el MPN para enfrentarlo luego durante la pandemia.

Seguramente esa condición un poco díscola, el hecho de ser mujer y no poseer un gran capital político fueron algunos de los motivos por los cuales Figueroa la eligió de acompañante. Sin embargo, apenas se impuso la alianza Neuquinizate, Ruiz planteó la primera diferencia con Figueroa, fue por su sucesión en Plottier, y lo hizo contrariando abiertamente a quien la había ayudado a llegar hasta allí.

Figueroa tuvo que ser flexible para no fracturar tempranamente al gobierno electo, pero seguramente quedó allí una cuenta pendiente, que se expresaría primero en que si bien terminó apoyando al candidato de Ruiz, lo hizo desde su propia lista.

Luego, en medio de una transición provincial melosa con Gutiérrez llegó un recorte de recursos para la Legislatura que si bien esgrimía el argumento de que había que financiar al Poder Judicial, sonó un tanto a escarmiento.

En el episodio previo al escándalo desatado estos días por el hermano de la vicegobernadora, el oficialismo rolandista planteó devolver esos fondos a la Legislatura pero presionó a la vice para que recortara los gastos. En el ínterin tomó estado público que Ruiz había nombrado una cantidad de familiares, entre ellos a su esposo y a uno de sus hermanos.

Ahora el escándalo estalló por el lado del banco provincia, que detectó la maniobra a través de las gerencia de Prevención de Lavado de Activos. Por procedimiento, el Banco Central (BCRA) está al tanto de este tipo de maniobras y exige la demostración del origen lícito de los fondos, con mayor razón cuando se trata de una PEP (Persona Expuesta Políticamente), es decir por un funcionario, que además resultó ser el hermano de la vicegobernadora.

Es probable que Figueroa, confiado en su propio liderazgo, se hubiera contentado con recortar las alas a su ambiciosa vice; tan seguro se debe haber sentido de su experiencia y liderazgo. Sin embargo, tal vez no evaluó la posibilidad de que un episodio bochornoso, de características tan brutales como primarias, cometido con fondos públicos, iba a terminar salpicando su gestión.