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El peronismo necesita estar unido para encolumnar a todo el campo nacional y popular y ser capaz de poner freno a la destrucción del país que protagonizan los sectores concentrados de la economía de la mano del actual presidente.
Por imperio de las circunstancias la unidad necesaria para poner dique a las locuras reaccionarias de Javier Milei y de una burguesía saqueadora, sin patria ni moral, se antepone a la necesaria autocrítica sobre los motivos del fracaso del último gobierno peronista. En todo caso, esta reflexión se deberá dar en la práctica, juntamente con el objetivo de construir una alternativa capaz de conquistar nuevamente el apoyo de los sectores populares.
De esa misma práctica de resistencia frontal al proyecto de destrucción nacional, irá surgiendo la alternativa y sus conductores, todo al calor de la lucha que impone este proyecto bárbaro y cruel.
La urgencia está dada por la pobreza, el hambre y la desocupación que se generalizan entre los sectores trabajadores; la eliminación del sistema de convivencia democrática creado en los últimos 40 años, la destrucción de la industria y del trabajo, y la pérdida definitiva de soberanía del país.
Como ocurrió durante la dictadura llamada Libertadora, es necesario que los sectores populares cuenten con una conducción centralizada que haga posible la resistencia. El momento actual carece de la peores características de aquel momento histórico, como la persecución, la tortura la cárcel y el fusilamiento, pero desde el punto de vista de la destrucción nacional parece aún peor.
Con todo, el hecho de que el peronismo no haya sido ilegalizado y proscripto no significa que no haya persecución: Cristina Kirchner, la principal dirigente del campo popular, es víctima de un notorio hostigamiento judicial y no está lejos de ser condenada en segunda instancia y luego proscripta. El fallo que confirma la tendencia en la causa Vialidad ya está redactado y se conocería el próximo 13 de noviembre, cuatro días antes de la fecha prevista para las elecciones internas del Partido Justicialista.
Por si todo fuera poco, está el intento de asesinato a la ex vicepresidenta y la decisión judicial de no investigar las complicidades que señalan a la familia del actual ministro Luis Caputo y al diputado del Pro Gerardo Millman.
A la luz de esa imperiosa necesidad, la discusión sobre quién conduce y el reparto de responsabilidades entre quienes pujan por hacerlo resulta totalmente ocioso. En todo caso se resolverá sobre la marcha. Lo contrario, postergar la construcción de una resistencia fuerte y orgánica, sería un suicidio.
Independientemente del giro que tome la interna, cuya realización hasta anoche no estaba definitivamente confirmada, es un hecho que la persona que reúne las mejores condiciones y mayores méritos para conducir al peronismo en esta difícil etapa es Cristina.
El acto de las Abuelas que juntó a la ex presidenta con el gobernador Axel Kicillof, habla de que cada uno desde su fuero personal está revisando su postura de enfriamiento de relaciones. En enfrentamiento entre Cristina y el gobernador de la provincia que reúne el 40 por ciento de la población argentina, sólo beneficia a los que gobiernan.
Ni se puede desconocer el mérito de Cristina para conducir el campo popular ni se puede menospreciar el de Kicillof para renovar su mandato y conducir correctamente la provincia frente a la embestida del gobierno. El gobernador tiene presente y también futuro en el campo popular como también los tiene la propia Crtistina. Por fortuna.
Detrás de cada uno de los protagonistas están también, seguramente, los entornos, que muchas veces construyen sus propias dinámicas y hacen pesar sus diferentes ópticas por encima de las necesidades populares. Cómo diría Arturo Jauretche cuando todos gritan ¡Viva Perón! y nadie aporta una crítica, estamos fritos.
El fracaso del último gobierno es responsabilidad de todos aunque no en la misma medida y elloincluye necesariamente a la propia Cristina. Pero desde este laberinto se sale hacia arriba y con grandeza. La patria y el pueblo están en peligro.
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