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A pesar de los esfuerzos del endeudador serial Luis “Toto” Caputo (el del “bono a 100 años” y el arreglo con los fondos buitres) el gobierno del poder económico concentrado encabezado por Milei todavía no ha podido volver a endeudar a la Argentina.
La explicación es sencilla, nadie en el mundo, ni los bancos, ni los fondos de inversión privados, ni los organismos internacionales como el FMI están dispuestos a prestarle un peso más a un país sobreendeudado. Entre otros motivos porque ya no hace falta, lo controlan casi totalmente con el peso de la deuda ya contraída y sus intereses.
En ese contexto, Neuquén insiste en contraer más deuda, sirviéndose de la ventaja que le otorga poseer en el subsuelo la segunda reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo.
La actual dependencia del capital financiero que vive el país y su falta de autonomía para la toma de decisiones soberanas, justifican plenamente cualquier medida que se tome para salir de este círculo vicioso que ata de pies y manos a la Argentina y compromete sus recursos naturales (ver en esta edición un completo informe sobre el tema de Humberto Zambon).
Durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner la deuda se achicó sensiblemente al punto que a mediados de 2016 Nicolás Dujovne, el ex titular de Hacienda del gobierno de Mauricio Macri resaltaba que la deuda que había dejado la gestión anterior era “realmente muy baja".
Tal vez por eso, porque la vieron fácil, durante su gestión y la del “Messi de las finanzas”, quien fue sucesivamente secretario y ministro de Finanzas y presidente del Banco Central, la deuda argentina aumentó en 96.000 millones de dólares.
El actual gobierno de Neuquén heredó un pesado lastre en materia de deuda, los vencimientos de la deuda en dólares que le tocará afrontar a Figueroa fueron pateados para adelante por Gutiérrez a partir de la reestructuración que realizó a finales de 2020, en plena pandemia.
La herencia, acumulada durante varias gestiones, incluye pagos por más de 500 millones de dólares en cuatro años, correspondientes a los títulos Ticade y Tideneu, ambos emitidos por el anterior gobierno, que vencen ambos en 2030.
Los Ticade, incluyen onerosas cuotas de amortizaciónmás intereses. Y los Tideneu son un lastre aún más pesado.
Los créditos de los organismos internacionales para infraestructura y desarrollo suelen tener tasas más acomodadas, pero en la provincia se está hablando de lograr una mejor calificación de la deuda para emitir bonos nuevamente.
Desde luego administrar un lastre como el heredado no ha de resultar sencillo, pero la experiencia recorrida hasta aquí en el país y en Neuquén desde el gobierno de Jorge Sobisch en adelante, es suficientemente traumática como para hacer reflexionar sobre la necesidad de rescatar a la provincia del círculo vicioso del endeudamiento.
Como ocurre en el resto del país, los estudiantes universitarios se han lanzado a la toma de sus casas de estudios impulsados por el ignominioso veto de Milei a la ley de financiamiento de la educación superior. Ya dijimos desde este mismo espacio que el presidente jugaba con fuego al ahogar a las universidades nacionales y que la historia argentina ha demostrado, desde la Reforma hasta el Cordobazo, pasando por el “Laica o libre”, que la radicalización de la lucha estudiantil puede ser la chispa que incendie la pradera.
Aunque una proporción de los estudiante votó por el estandapero de La Libertad Avanza sin advertir que sus políticas podrían afectarlos tan severamente, hoy los jóvenes, que suelen ser mucho más flexibles que los adultos, han comenzado a entender que cuando se hablaba de “casta” también se refería a ellos y luchan por su futuro.
Durante el coloquio de IDEA, el foro de los empresarios que tiene una sola idea en la cabeza: destruir a las organizaciones populares, Milei se preció de que va a auditar a las universidades y comparó a sus autoridades con ladrones: ¿Ustedes están a favor de los chorros para afanar con la política?”, les preguntó a los CEOs.
Pocos días antes, Milei había dicho que quienes integran la comunidad universitaria “se exponen a que sus derechos humanos sean violados al punto de llegar a convertirse en un crimen de lesa humanidad”. La amenaza fue tomada muy en serio por la rectora de la Universidad del Comahue, Beatriz Gentile, quien presentó una denuncia penal contra el presidente ante la fiscalía federal de Neuquén.
Gentile, quien también fue delegada de la secretaría de Derechos Humanos de la Nación, recordó que la casa de estudios regional tiene “estudiantes, docentes y no docentes desaparecidos” como para tomar a la liviana la intimidación presidencial.
Conscientes de los legítimos reclamos de los estudiantes, las autoridades de la UNCo están sin embargo preocupadas por mantener en funcionamiento las distintas facultades, en el entendimiento de que tener que cerrar la universidad al único que beneficiaría es al inquilino de la Casa Rosada.
Desde reclamamos hace una semana la necesidad de unificar al peronismo para poner dique a los disparates de un presidente que está destruyendo el país de la mano de los principales grupos económicos y las multinacionales. Lamentablemente hasta el cierre de esta columna Cristina Kirchner, Axel Kicillof y Ricardo Quintela no acertaban a sellar un acuerdo.
Acaso para comenzar a desandar estos desencuentros habría que asumir plenamente las responsabilidades por la derrota del gobierno anterior. Está claro que Cristina sigue siendo la principal líder del campo popular, pero no es menos cierto que Kicillof representa a las nuevas generaciones del peronismo y tiene el mérito propio de haber logrado la reelección en la principal provincia del país.
Si las diferencias no son ideológicas, ¿de qué orden son? El pueblo está sufriendo un ataque feroz por parte de un gobierno ciego y cruel, y espera que los dirigentes sean capaces de deponer sus rencillas para poner freno al ajuste, las privatizaciones y la destrucción del Estado.
Es de esperar, que todo esto quede zanjado de una vez, que lo ocurrido no haya sido más que una alarma pasajera y que en todo caso se verifique lo que decía Perón: “Los peronistas somos como los gatos, cuando parece que nos peleamos nos estamos reproduciendo”.
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