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“Basta de la política de palos en la rueda”. Mariano Gaido justifica su alianza con Rolando Figueroa en la decadencia de los partidos políticos y en la necesidad de privilegiar -dice- “la propuesta, las ideas, la defensa de Neuquén”; en suma la gestión, que es lo que hoy mide la gente más que la extracción política del funcionario.
En una entrevista que aparece hoy en , el intendente pone de relieve el acuerdo para las legislativas del año próximo entre Primero Neuquén, el frente que tejió para hacerse del municipio, y el Neuquinizate del gobernador. Y cuando se le pregunta si su propia fuerza, el MPN, se debe sumar a esta entente, aclara que el no es autoridad partidaria, pero admite que sería deseable, lo que en realidad resulta innecesario porque el pacto ya existe de hecho.
El mayor triunfo de Figueroa en sus casi nueve meses de gobierno es político. No se conformó con crear una alianza que logró el milagro de juntar el agua con el aceite para arrebatarle el poder a su propio partido, siguió ampliando ese espacio y tejiendo acuerdos con otros factores de poder, como Gaido; o pactos de convivencia, como el que tendió con los petroleros o, acaso, aunque no trasciende, uno de buena vecindad con Ramón Rioseco. Lo cierto es que hoy por hoy tiene casi todas las barajas del mazo.
En este plano, su acuerdo de convivencia y rumbo común más importante no fue con Gaido sino con el propio Jorge Sapag, que con su proverbial pragmatismo rápidamente encajó la derrota y se convirtió en uno de los consejeros del gobernador. Como el mismo resumió por ahí, con Rolando estuvo 30 años caminando juntos y no está dispuesto a hacer un problema por dos añitos que anduvieron separados. Rolando escucha y sorprende por su capacidad de absorber aportes, confía, palabra más, palabra menos, quien fue líder indiscutido del MPN durante casi dos décadas.
Con Gaido, la figura más encumbrada que quedó en pie luego de la debacle del MPN, el gobernador acordó marchar juntos en el 2025 pero también en el 2027. Figueroa se quiso garantizar de entrada la posibilidad de ocho años de mandato y Gaido cedió tempranamente. A cambio, se dice, de la continuidad de su gente en el municipio más allá de su segundo mandato.
El gobernador sigue sumando, pero a diferencia del cariz que le imprimió a su perfil político inmediatamente después de ganar las elecciones, caracterizado por la búsqueda de una fuerte concentración de poder -parecía querer barrer a todos sus eventuales competidores-, ahora, aclarados ya los tantos, tiende a vivir y dejar vivir. Siempre, claro, que se acepte su condición de primus inter pares.
En este tren de cosas, Figueroa parece tener ya listo su esquema frentista para el año electoral que se avecina. Está, en ese plano más adelantado que en el de la propia gestión, que en todo caso se sucede sin mayores contratiempos pero también sin grandes estridencias. Una gestión que desde un principio el gobernador se propone hacer reparadora y transformadora de todos aquellos vicios y defectos que el MPN fue acumulando a lo largo de los últimos años.
Esta metamorfosis histórica necesita de acumular mucho poder. Y algunos de sus objetivos se presentan como severos desafíos. Un ejemplo es el conflicto docente: Figueroa lo “compró” y lo que se juega es bastante porque puede salir mal. Podría haber mirado para otro lado, pero su proyecto requiere de estos lances por lo mismo que se propone remediar lo que mucha gente rechaza.
Esa acumulación incluye desde luego la posibilidad de contar con legisladores nacionales para negociar desde una posición más sólida con la casquivana ultraderecha gobernante. Con esta gente nunca se sabe. Por eso el año próximo probablemente se incline por jugar con sus fichas de mayor confianza, como Julieta Corroza o “Pepé” Ousset. Habrá que ver.
Mientras tanto, como en este país los gobernadores juegan a la defensiva, también deberá poner un ojo en la oposición, nunca se sabe por dónde salta la liebre.
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