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Desde que se sentaban muy cerca en sus bancas de diputados, la relación de Figueroa con Milei ha sido respetuosa y distante. Claro que para ese entonces eran pares y ahora uno es gobernador y el otro presidente de la República. Tal vez por eso, porque lo conoció “naranjo”, cuando nadie daba un mango por su futuro político, o porque Figueroa siempre prefiere guardar las distancias acaso por las dudas, hoy la relación parece transcurrir bajo formas parecidas.
Lo ocurrido este jueves, durante la visita del presidente a la provincia, es un buen ejemplo. Cualquiera se pregunta por qué el gobernador de la provincia que es dueña de Vaca Muerta no fue de la partida durante la recorrida que Milei hizo por Loma Campana, acompañado por el CEO de YPF Horacio Marín y lo más selecto del empresariado petrolera, desde Eurnekián y Bulgheroni hasta Mindlin, pasando por los principales ejecutivos de las empresas extranjeras y con al sola excepción de Rocca y Galuccio.
¿Qué pasó? ¿Fue en verdad la prudente sobriedad de “Rolando”, que a diferencia de otros gobernadores, que de críticos pasaron a ser aliados, verbigracia Weretilneck, el neuquino trata de ver más allá de su nariz porque no ignora que en política los amigos de hoy pueden ser los adversarios de mañana?
¿O acaso fue un Milei siempre celoso de su protagonismo frente a los “héroes”, así los llama, sobre todo si evaden y fugan, del inefable empresariado argentino?
¿Pero no es que, gobernador y presidente, están en términos generales de acuerdo con la política hidrocarburífera? ¿En llevar los precios del petróleo y el gas a valores internacionales? ¿En exportar gas sin atarse al autoabastecimiento? ¿Y en principio (¡Gracias “Javier”!), también en un todo de acuerdo en elegir a la desolada localidad rionegrina de Punta Colorada para instalar la planta de GNL?
Sí, claro que sí. Pero tal vez porque como advierte el dicho popular, una cosa es estar juntos y otra amontonados, Figueroa parece haber optado por un recibimiento formal, cálido pero sobrio, y, sobre todo, por no integrar la comitiva empresarial que acompañó a Milei y luego escuchó sus empalagosas promesas, entre otras cosas de más RIGI (¿¡será posible!?).
Figueroa sabe que los caprichos de Milei son insondables, lo ha comprobado con los despojos de que fue objeto él -y el resto de los gobernadores- de fondos que corresponden a las provincias, como el de Incentivo Docente o el de Sustentabilidad de Transporte. Tiene presente que es la provincia la que se está haciendo cargo de las obras públicas que abandonó este gobierno central; no ignora que quien hoy aparece de su lado en materia de política energética bien podría estar del otro cuando se trate de reconocer los derechos constitucionales de a provincia en materia de hidroelectricidad.
Como que ha desarrollado una estrategia de sumar aliados en la provincia, no puede sino advertir que lo más probable es que tenga a Milei del otro lado para las elecciones legislativas del año próximo, elecciones en las que Neuquén renueva dos senadores y tres diputados nacionales. Crexell, Parrilli y Silvia Sapag dejan la Cámara alta y Bertoldi, Cervi y Llancafilo, la baja. ¡Con la sequía de representación que el frente transversal de Rolando tiene hoy en el Congreso!
Son cuestiones de supervivencia, frente a un aliado inestable y lengua larga, que mañana puede ser adversario o, peor, fruto de su desbordada pasión, un feroz enemigo. La prudencia, claro, aconseja ir con pies de plomo con un tipo así.
Además, las alianzas tendidas por Figueroa el lo interno, estarán en alguna medida a prueba en esas elecciones. De hecho, el petrolero Marcelo Rucci y Carlos Quintriqueo de ATE ya han dejado trascender que quieren ser de la partida.
Hace bien Figueroa en andarse con cuidado.
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