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El país avanza o retrocede, la gente progresa o se empobrece, los grandes proyectos se materializan o quedan en el campo de las buenas intenciones cuando no en el de las falsas promesas, todo por decisiones políticas. Que estas puedan ser tomadas en función del interés nacional o estar condicionadas por intereses económicos es otra cosa.
Para quien haya escuchado el “Ahora Fertineu” pronunciado en 1983 por Raúl Alfonsín, o aquel “No al caño” con que Felipe Sapag se plantó en 1986 frente al gasoducto que se llevaría el gas neuquino sin concretar la vieja aspiración de la “industrialización en origen”, el anuncio de que la planta de GNL se instalará en Punta Colorada y no en Bahía Blanca como estaba previsto en un comienzo, no puede sino tomarse con pinzas.
Contrariando el deseo de los neuquinos el Neuba cruzó el río Neuquén y la Planta de Fertilizantes se hizo en Bahía Blanca. El sueño de la “industrialización en origen y el “Polo Petroquímico” neuquino quedaron en eso, en un sueño nada más.
Esta lectura, imposible de obviar para cualquiera análisis serio de lo que está por venir en materia de desarrollo para la provincia y el país, no busca ser pesimista sino simplemente realista.
La elección de la alternativa rionegrina en perjuicio del interés bonaerense para instalar la planta de GNL es claramente una decisión política de Milei, tomada para perjudicar al gobernador más poderoso de la oposición y con mayores posibilidades de liderar una alternativa al actual gobierno de ultraderecha.
Es una decisión tomada bajo el nuevo paradigma económico que se trata de establecer y que consiste en hacer de este país un productor neto de alimentos, energía y litio, sin mayor desarrollo industrial; una suerte de enclave para extraer recursos naturales bajo el imperio de una norma, el RIGI, que subordina el interés nacional al de las grandes multinacionales y sus socios locales: el sector más concentrado de la burguesía argentina.
El Presidente y quienes lo sostienen desde la política y los medios han echado a rodar la idea de que por cuestiones “ideológicas” Kicillof ha perjudicado a la provincia de Buenos Aires. Pero el que realmente exhibe prejuicios ideológicos de todo tipo y en particular con su potencial competidor es Milei.
Y como es Milei quien nombró a como actual presidente de YPF, Horacio Marín -un hombre de Tecpetrol, la petrolera de Paolo Rocca- y a los principales ejecutivos de la petrolera de mayoría estatal, hay motivos para dudar que el mejor lugar para construir la hipotética planta sea el desolado puerto de Hipasam y no Bahía Blanca, que ya tiene una infraestructura importante en materia petroquímica y portuaria
Se ha dicho desde el oficialismo que Kicillof no adhirió al RIGI, pero justamente por eso, y porque su gestión como ministro de Economía de Cristina Fernández fue clave para la nacionalización de YPF y el desarrollo de Vaca Muerta, hay razones para pensar que, independientemente de la conveniencia económica, el puerto rionegrino ha sido seleccionado por motivos políticos.
Después de todo, desde hace años el lugar escogido era Bahía y el proyecto de inversión de YPF en sociedad con la malaya Petronas, aunque también le daba ventajas a la empresa estatal de Malasia, era menos gravoso para la soberanía nacional.
¿Quién sabe realmente si la actual decisión resulta o no más onerosa que la anterior? Bien podría tratarse de un caprichito de Javier, que el poder económico está dispuesto a consentir, porque este hombre estará “loco”, pero le está haciendo un gran servicio a los ricos y a las corporaciones.
Ya hemos dicho desde este mismo espacio que son los gobiernos nacionales -también los votantes- quienes llevan a muchos gobernadores a plegarse a sus imposiciones y chantajes para evitar el fracaso. En el caso de Río Negro, pesa además el proverbial pragmatismo del gobernador Weretilneck.
Y en el de Neuquén algo parecido y que Figueroa es un hombre del MPN, y la vieja doctrina del partido siempre abogó por llevar el valor del crudo y del gas a valores internacionales y terminar con la milonga del autoabastecimiento, justamente lo se propone ahora el gobierno de Milei.
Como hombre del MPN Figueroa asume la doctrina realista de sacar en toda ocasión el mejor provecho para la provincia, más allá de las consecuencias que esas políticas, que de todas maneras no puede controlar, puedan tener para el país.
Pero Figueroa no es un emepenista más. Subió con la promesa de sanear todo lo que el MPN fue perdiendo en la maraña de intereses creados durante los más de 60 años que tiene de vida. Lo está tratando de concretar en diversos campos de la administración. Lo hizo con la estafa de los planes sociales, con los certificados de salud truchos y poniendo en evidencia buena parte de la corruptela enquistada desde hace años en el Estado.
“Neuquén tiene recursos, pero como un motor viejo pierde compresión por todos lados”, dicen algunos en el entorno del gobernador. De eso se trata, pero también de construir un liderazgo: Rolando trabaja para lograr algo duradero y sabe que para eso debe afirmar su conducción.
Un ejemplo es el de los docentes. Es Figueroa quien elige enfrentar al gremio más poderoso de la provincia, introduciendo una suerte de presentismo que no es presentismo pero da igual. El motivo: los cálculos oficiales dan cuenta de que el año en curso el Estado gastará 100 millones de dólares en suplencias.
En el MPN ha habido de todo: quienes miraban para otro lado y quienes intentaban confrontar con cualquiera. Figueroa elige cuidadosamente con quién y cuándo se enfrenta. Hay que admitir que el ausentismo docente, justificado o no, ha colmado la paciencia de la sociedad. Sobre este conflicto, de final abierto pende como una sombra la posibilidad de una consulta popular. Por lo pronto si a Rolando le va bien, construye masa crítica si no, Dios dirá.
Otra cuestión que pone de relieve la astucia política del gobernador es la forma en que ha ido incorporando voluntades. Asumió con una porción del MPN y un limitado abanico de opositores; radicales, del Pro, peronistas, del Frente Grande, independientes, etc.
Pero ha ya ha sumado a los emepenistas que no lo votaron y a otros cuantos más. Como va, en las elecciones del año que viene, más allá de los candidatos, estará él a la cabeza de un amplio espectro y enfrente Milei y su pastora. Si al presidente no se lo lleva puesto una devaluación o un estallido, algunos podrán decir que Figueroa también es progresista.
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