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El episodio más vergonzoso de la semana fue el de los alimentos comprados por el gobierno del Frente de Todos para los comedores populares, que fueron retenidos por el ministerio de Capital Humano de Milei en medio de la hambruna que golpea a la Argentina, debido al ajuste brutal e inhumano de la gestión de La Libertad Avanza.
El desabastecimiento de los comedores en una sociedad que en seis meses sumó dos millones más de pobres, fue el signo más perverso de esta administración cruel e ineficiente como ninguna que se recuerde, pero no el único. También estuvieron la pueblada de Misiones, la eyección del jefe de Gabinete Nicolás Posse, considerado el hombre de mayor confianza del presidente, por espiarlo a él y a su hermana (!!).
Estuvo, inclusive, la escasez de gas producto de un recorte tan estúpido como inconducente de 45 millones de dólares, que le costará al país 10 veces más y, entre otras delicias del gobierno neoliberal libertario, la defenestración del segundo de Sandra Pettovello (“la mejor ministra según Milei), convertido en chivo expiatorio del affaire de los alimentos. Para colmo, en medio de un escándalo de corrupción por sobresueldos, justamente lo que el estandapero venía a combatir.
Pero el de la mano dura a los comedores es de seguro el peor estigma de un gobierno que no sólo no se conmueve por el sufrimiento del prójimo sino que además lo goza, como si por arte de magia el “la patria es el otro”, que animó la década pasada, se hubiera convertido en “la patria es mi bolsillo y los demás me importan un bledo”.
"La gente se va a morir de hambre y va a hacer algo para no morirse",se relamió Milei en su gira arrastrada por Estados Unidos convencido de que es un líder mundial, mientras el país se revolvía en el lodo de la miseria y el desprecio por el dolor ajeno.
Es cierto: Milei confunde el mal con el sentimiento cristiano de solidaridad. Quiere convencer al lastimado pueblo argentino de que se salvará sólo, que cada uno tiene lo que se merece, los ricos y los evasores son sus “héroes” y los pobres no merecen vivir.
Hasta la última dictadura militar este era un país donde la categoría “pobre” prácticamente no existía: había obreros, clase media, alta y oligarquía. Ese panorama social penoso heredado del Proceso, se incrementó exponencialmente con la década neoliberal menemista. Allí sí que se multiplicaron los “pobres” y creció la categoría “desocupad”. Un cuadro que se incrementó con el macrismo y que con Milei está llegando al paroxismo.
El país, dolorido y apesadumbrado, está esperando una respuesta que evite una degradación social aún mayor y un futuro incierto que esconde un estallido violento a la vuelta de la esquina. Los senadores deben juntar coraje y votar en contra de la ley Omnibus, que pretende rifar la riqueza nacional. Y los diputados deben entrar en vergüenza y derogar de una vez el DNU 70/2023 porque es inconstitucional.
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