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28/11/2021

Una luz roja en el tablero

Una luz roja en el tablero | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El MPN se apresta a desarrollar una nueva etapa, la de las elecciones provinciales que culminarán en 2023 y que incluye en sus dos primeras etapas las internas por cargos partidarios y la puja por la candidatura a gobernador.

Héctor Mauriño

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El MPN acaba de culminar la etapa de las elecciones legislativas de medio término con un resultado que puede leerse como positivo para el partido y como una luz roja de advertencia para el sector Azul que ha venido liderando a esa fuerza durante los últimos 14 años.

Con esos señalamientos, el partido provincial se apresta a desarrollar una nueva etapa, la de las elecciones provinciales que culminarán en 2023 y que incluye un calendario escalonado, que tiene sus dos primeras etapas en las internas por los cargos partidarios primero, y en la puja por la candidatura a gobernador después.

Este proceso ya comenzó y en lo que se refiere a la puja interna dentro del MPN se desarrollará en el transcurso del año próximo y los primeros tres meses del 2023. Los mandatos partidarios vencen en agosto, pero todo indica que las internas serán en marzo o abril y según trascendió habrá más de un candidato entre los que podría estar Sapag.

El plato fuerte será la candidatura a gobernador y tendrá lugar seguramente en noviembre de 2022, tal como aconteció en 2018 cuando Gutiérrez logró imponerse a Figueroa. Y finalmente las elecciones provinciales serán en febrero o marzo del 23, es decir recontra-temprano y recontra-separadas de las nacionales que tendrán lugar en octubre de ese año.

La luz roja en el tablero del sector hegemónico que lidera Jorge Sapag se debe sin duda al triunfo logrado por el díscolo ex “azul” Rolando Figueroa en las PASO luego ratificado con un consistente volumen de votos en las legislativas.

Más allá de las caras de circunstancia en los actos -que en esta época atroz de pandemia los barbijos ayudan a sostener- y las invocaciones engoladas a una unidad en la que en realidad pocos creen, todo el mundo sabe que el sector de Sapag y Gutiérrez tiene de aquí para adelante un dolor de cabeza que se llama Rolando Figueroa.

El tema es que Marcos Koopmann el candidato principal de los azules seleccionado desde 2019, aún no está suficientemente maduro, mientras que su principal competidor lleva cierta ventaja y el tiempo de descuento que ya ha comenzado es relativamente corto.

Acaso porque el partido ya vivió la experiencia de un vice con demasiado protagonismo como ocurrió con Figueroa, que eclipsaba al gobernador y entorpecía la gestión, Koopmann se cuidó de la sobreexposición para contribuir a la gobernabilidad, pero en los hechos eso lo llevó a mantener un perfil bajo que en las actuales circunstancias resulta una desventaja.

Desde la noche misma de las legislativas el vice se lanzó a la campaña y recorre la provincia de cabo a rabo, pero es cierto que todavía necesita hacerse conocer y también reconocer, y en ese plano Figueroa lleva cierta ventaja.

Es verdad que en el esquema aparatista del MPN los candidatos se inventan con recursos y aparato, si así no fuera tal vez Gutiérrez y el mismo Rolando nunca hubieran trepado al primer plano del partido y del gobierno. Pero esta medicina no es infalible. Las cualidades del candidato, su capacidad discursiva, su imagen y su empatía personal juegan roles importantes. Y además, la gente tiene expectativas, aspiraciones y opiniones que también pesan al momento de elegir.

El tema es que si andando el año Koopmann no llegara a reunir suficiente masa crítica, el oficialismo azul se vería obligado a jugar otra carta: o bien la del intendente Mariano Gaido o la del propio Jorge Sapag. Pero lo cierto es que ambos plantean interrogantes sobre su conveniencia y viabilidad, el primero porque la estructura electoral del MPN se nutre de la territorialidad y eso se expresa sobre todo en los intendentes, de manera que hoy por hoy Gaido está más para aportar votos que para, llegado el caso, le aporten.

En el caso de Sapag, volver al ruedo luego de haber proclamado el relevo generacional y haberse retirado a un gravitante segundo plano sería como desdecirse. Eso sin contar con que el ex gobernador no parece reunir en la actualidad la principal condición que debe tener un candidato que es querer ser.

Queda sin embargo una tercera opción, que sólo el tiempo y el desarrollo de las propias candidaturas puede alumbrar. El Figueroa de las últimas elecciones estuvo bien lejos de aquel que en 2018 acudió a agravios personales y amagó con el pecado capital de ir por fuera del partido.

Por el contrario, en esta última oportunidad se mostró contemporizador y hasta se ofreció como prenda de unidad, bien que en una lista única encabezaba por él. Como es lógico Sapag y Gutiérrez rechazaron el convite, pero seguramente han tomado nota de su cambio de actitud. Así las cosas nadie puede descartar que, de fracasar otras hipótesis, el sapagismo opte por rodear a Figueroa.

29/07/2016

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