Cataclismo. El aparato del oficialismo neuquino cedió ante el retador Rolando Figueroa, que sin hacer demasiado, ni proponer nada muy diferente fuera de un cambio de caras, capitalizó la cuota neuquina del fuerte malhumor de los argentinos luego de cuatro años de ricino macrista y dos de catástrofe sanitaria y económica mundial.

Simplemente no alcanzó con vacunar mucho y bien, y con la ya más que incipiente sostenida recuperación en materia de regalías y recaudación, la gente todavía está maltrecha por la malaria económica. Es el comercio, el turismo y los muchos de a pie que aguantaron el chubasco a la intemperie. No es que Gutiérrez haya sido tan malo –ni tampoco tan bueno- lo que ocurre es que la gente está todavía mal y acusó recibo.

Esto a pesar también de la ayuda del gobierno nacional, que refundó un sistema de salud devastado y puso todo para paliar la grave crisis social provocada por la pandemia, pero que evidentemente no alcanzó a hacer lo suficiente a tiempo, entre otras cosas porque la inflación se sigue sintiendo  en el bolsillo y para muchos cuando van a comprar la comida.

No es la primera vez que el oficialismo Azul del MPN pierde una elección. Le ocurrió en 2013 a Ana Pechen frente a Guillermo Pereyra. Las circunstancias fueron diferentes, el petrolero hizo una campaña muy agresiva –no fue el caso de esta última de Figueroa- y el contexto no era igual, se discutía en un marco de suspicacias el contrato Chevron-YPF y un pozo de petróleo ardía en el oeste de la ciudad.

Como resultado del triunfo, “El Caballo” quedó ungido de inmediato precandidato a gobernador, pero entre las PASO y las elecciones de entonces se cayeron 60.000 votos y luego Pereyra no fue gobernador. Claro que no es lo mismo, Figueroa es joven, tiene cierto carisma personal y aunque no tiene una idea clara de hacia dónde tiene que ir su discurso, encarna esa necesidad intrínseca que tiene el partido vitalicio de Neuquén de reciclarse cada tanto.

Pasó con Sobisch, que subió encarnando el “progresismo” (y luego fue la derecha) y puede ocurrir con “Rolando”, aún no se sabe bajo qué ropaje, aunque el país y el mundo bah, está virado a la derecha. Por si hiciera falta algún testimonio provincial de ese rumbo, ahí están los sorprendentes 12 puntos y fracción obtenidos por Eguía.

El Frente de Todos, empeoró en Neuquén la mala performance nacional colocándose cómodo en el tercer lugar y ante la perspectiva no imposible de perder una banca. Es el resultado de hacer muy poco, de una política alejada de la construcción de poder y amiga de cruzarse de brazos a esperar el arrastre nacional. Las dos líneas mayoritarias, la del presidente del PJ Darío Martínez y la del senador Oscar Parrilli son las responsables.

Es que no hay otra forma de explicar el resultado de estas PASO si no se admite que además de la derechización alentada por una oposición salvaje, ha existido un voto de censura de los propios, a los que todavía no los alcanza la recuperación económica y los que han visto en el gobierno nacional y en sus representantes demasiadas contemplaciones con quienes se especializan en tirar del mantel o llevarse lo que no es de ellos.

Si el MPN vive un terremoto, que puede señalar el comienzo del fin de la era Sapag, como partido puede estar cerca de doblar la apuesta y llevarse dos bancas. Ya ha ocurrido y se podría repetir, todo depende de que impere la racionalidad y no corra sangre. Se verá.