Como se sabe, el proceso de desmalvinización comenzó al día siguiente de la derrota frente a Gran Bretaña, con la decisión de silenciar a los soldados que lucharon en las islas por parte de la propia dictadura que los embarcó en la guerra.

Continuó durante la democracia con los gobiernos que intentaron fomentar un manto de silencio sobre el tema o cedieron frente a la prepotencia de la nación ocupante. Ejemplos sobran, como cuando el ex canciller Guido Di Tella les mandó a los niños kelpers los cuentos infantiles del osito Winnie the Pooh o, como ocurrió hace poco, cuando Macri protagonizó el intento fallido de bajarle el precio a la causa Malvinas ‘trasladando’ a otra fecha el feriado del 2 de Abril.

Curioso, los militares que metieron al país en el conflicto y sus mandantes de la derecha política y económica argentina, así como los gobiernos serviles con esa clase social, han sido los que más han hecho hasta ahora por olvidar aquella gesta.

Entre las muchas cuestiones que incriminan a la derecha argentina, está la de haber aplicado su amnesia selectiva sobre el apoyo decisivo de Estados Unidos a los británicos durante el conflicto.

El 24 de marzo pasado, durante un acto por el Día de la Memoria en la localidad bonaerense de Las Flores, la vicepresidenta Cristina Fernández les recordó “a esos que van a festejar los 4 de julio a la Embajada”, que los Estados Unidos “bancaron a los ingleses en las Islas Malvinas”.

En el intento por salvar a una dictadura que hacía agua, Galtieri y sus cómplices invadieron Malvinas entre otras cosas porque hicieron una lectura optimista de su relación con Estados Unidos.

Pensaron que como los habían ayudado a dar el golpe y ellos les habían retribuido mandando asesores militares a Honduraspara desestabilizar al Frente Sandinista y a las guerrillas salvadoreña y guatemalteca, los yanquis iban a aceptar de brazos cruzados la recuperación de las islas.

El intervencionismo anglosajón en el país es tan antiguo como la nacionalidad, de las Invasiones Inglesas a los intentos por desestabilizar al primer peronismo y del golpe del ’76 al crédito ‘generoso’ de Trump a “Mauricio” para que sea reelecto.

En ese plano, la sociedad entre británicos y estadounidenses tiene pocas fisuras. Allí está el patético diálogo telefónico, a horas de iniciar la invasión a las islas, que mantuvo Galtieri con Donald Reagan, el cual el gringo le advierte al etílico dictador que si se meten con Gran Bretaña se meten con su principal aliado.

Hace unos días, el Reino Unido descerrajó su última bravuconada contra la Argentina que, casualmente, transita un gobierno democrático, popular y malvinero. Los británicos confirmaron que ampliarán su arsenal nuclear y mantendrán la “presencia militar permanente” en las Islas Malvinas.

Pero este anuncio intimidante tiene otro costado: la pérdida del apoyo de los países de la Unión Europea producto del “brexit” pone al Reino Unido en la necesidad de replegarse en la OTAN y de reforzar su subordinación militar y comercial a Estados Unidos.

No por nada los isleños se sintieron “decepcionados” por su exclusión del acuerdo post “brexit” entre la UE y el Reino Unido, de ahora en más los kelpers perderán los beneficios del intercambio con los países del bloque comunitario.

El Reino Unido necesita compensar la pérdida del apoyo de 14 países de la Unión Europea en sus enclaves coloniales como Gibraltar y Malvinas y ese cuadro de situación constituye al mismo tiempo una oportunidad que el gobierno argentino debe aprovechar para reclamar una vez más la necesidad de que los británicos acaten las resoluciones de las Naciones Unidas y se sienten a hablar sobre la soberanía de las islas.