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Panorama Político
27/09/2020

Un lugar oscuro llamado AFI

Un lugar oscuro llamado AFI | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En vez de defender al país de algún tipo de ataque extranjero y custodiar sus recursos, la AFI ha servido durante el macrismo para perseguir a los argentinos. Sin embargo, no hay censura social por parte de la derecha contra las prácticas antidemocráticas del anterior gobierno.

Héctor Mauriño

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La Agencia Federal de Inteligencia es una caja de sorpresas que no tiene fin. Esta vez les tocó el turno a los familiares de los tripulantes del submarino ARA San Juan, víctimas de una tragedia cuyos responsables se pierden en una madeja de complicidades, que fueron perversamente espiados por el gobierno de Macri.

Antes fue el espionaje ilegal a miembros de la oposición en combinación con la “mesa judicial”, que funcionaba a metros del despacho presidencial y cuyo objetivo era perseguir, sacar del juego o encarcelar a opositores políticos, empresarios y gremialistas, pero que también servía para tener bajo la lupa a la fuerza propia.

La lista es larga. Los fondos reservados, que eran el 90% del presupuesto del organismo; las compras de ‘máquinas de la verdad’, teléfonos encriptados para el círculo exclusivo del poder y costosísimos vehículos blindados; la venta ilegal de armas a la “familia informativa”, en fin, de todo un poco.

Como dijo la interventora Cristina Caamaño, quien ha demostrado coraje y firmeza, la AFI es “un lugar oscuro (…) quieto, si no vas a determinados sectores y preguntás y abrís los placares, nadie te informa nada”.

Precisamente allí, en el fondo de un placar, como olvidados entre tantas miserias, estaban los tres discos rígidos de computadora con los informes sobre el seguimiento y la investigación a los familiares de los marinos del San Juan que ahora están en manos de la justicia federal.

El edificio de estilo francés ubicado entre la Casa Rosada y el Banco Nación que es sede de la AFI, tiene triste memoria y alberga secretos ignominiosos para la sociedad argentina. Por allí desfilaron capas y capas de sujetos comprometidos con la represión, desde la dictadura hasta la actualidad.

La connivencia con los otros servicios de información del país, con la CIA y con la inteligencia israelí, y la complicidad ilegal con ciertos jueces federales, alcanzarían para reclamar con justicia la eliminación de ese verdadero “sótano de la democracia” que es la AFI y la demolición del edificio.

En lugar de servir para defender al país de algún tipo de ataque extranjero, de posicionarlo en el mundo y de defender sus recursos estratégicos, la ex Side ha servido durante los cuatro años del macrismo para perseguir a los argentinos.

Las denuncias penales sobre el espionaje político ilegal se suceden y se entrecruzan con las que llevan adelante otros magistrados, como el juez de Dolores Alejo Ramos Padilla en la causa del falso abogado Marcelo D’Alessio. Todas tienen bajo la lupa a Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, números uno y dos de la AFI durante el gobierno anterior, pero en casi todas y más aún en la del San Juan, las balas pican cerca de Mauricio Macri.

Es imposible que el ex presidente no tuviera nada que ver o ignorara lo que estaba ocurriendo porque los informes están dirigidos a él.

Sin embargo frente a este escenario escandaloso, que muestra la falta de voluntad democrática de la oposición, de su connivencia con la prensa, un sector de la justicia y los servicios de informaciones, hay una porción importante de la población que permanece impávida, como si nada hubiera ocurrido o como si lo acontecido fuera lo más natural del mundo. 

No hay censura social por parte de ese sector de los argentinos contra las prácticas antidemocráticas del macrismo.

En muchas de estas personas se ha hecho carne el pensamiento de que “son todos iguales”, que “corruptos son todos” y que las garantías del estado de derecho y las instituciones de la democracia son ficcionales, sólo sirven para “el relato”, pero en el ‘back stage’ todos hacen lo que quieren y lo único que importa es el poder. 

Sienten que eso está bien, siempre y cuando se aplique a los que no piensan como ellos o no pertenecen a su clase.

La prensa hegemónica, uno de los pilares de la derecha argentina, ha contribuido mucho a esta percepción envenenada. Mentir, calumniar, ocultar y cuando ya no alcanza con todo eso empatar hacia abajo con la antipolítica.

29/07/2016

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