Tal vez por la pandemia, que hoy todo lo domina, la política en Neuquén discurre en un impasse. A diferencia de lo que pasa en el resto del país, acaso porque acá gobierna el MPN que no es Juntos para el Cambio ni el Frente de Todos -aunque podría ser cualquiera de los dos-, la ferocidad de la derecha insensata está atenuada. 

Acá, el debate se da en el terreno que propone el oficialismo, con una oposición que en general aprueba aunque más no sea tácitamente o bajo civilizada protesta, pero en cambio no genera grandes iniciativas que hagan temblar la estantería. Acaso también porque no es un año electoral, se contenta en algunos casos con ser buena corresponsal del gobierno nacional o del macrismo.

Los ejemplos más a mano, de hecho los que más polvareda levantaron, son los del mentado Consejo Consultivo Plural, y el debate sobre la conveniencia de crear un Fondo Anticíclico de Vaca Muerta con los recursos no renovables. Ambas propuestas surgidas de la iniciativa oficial o, en todo caso, incorporadas hábilmente por el oficialismo en un clima de distensión civilizada.

No vamos a repetir desde esta columna que el Consejo es tan amplio en su participación y abarca tantos temas que al final del camino bien podría ocurrir que no cambie nada. Como quiera que sea, en medio de la siesta política apuntada, discurre sin mayores contratiempos en un clima de concordia. ¿Quién podría rechazar tan amable invitación al diálogo?

Intuimos que se trata de una creación de pura cepa del riñón del gutierrismo, del gobernador y seguramente de su entorno más próximo, que integran entre otros su hermano Pablo, el secretario del Copade.

Desde el papel de “consejero” sin aparente apetito de cargo alguno, el ex gobernador y líder de la corriente Azul oficialista, Jorge Sapag salió esta semana a aclarar que la iniciativa oficial le parece bien, aunque el problema de consejos es que deben contar con “un órgano ejecutivo que lleve a la realidad práctica lo que se vaya deliberando”. 

Puso como ejemplo las asambleas de su época de estudiante, en las que los debates “eran eternos” y lo que realmente importaba era la comisión redactora”. O sea, que no es tan importante desfogarse exponiendo sino integrar el grupo que ‘corta el bacalao’. Más claro…

La otra propuesta de la agenda oficial (o abarajada por el gobierno para evitar que se le vaya de las manos) es la del Fondo Anticíclico, una milonga que se viene escuchando periódicamente en Neuquén desde tiempos inmemoriales sin que nunca pase nada.

Sapag alentó en su momento la posibilidad de emular el fondo gubernamental de las pensiones de Noruega, creado hace más de 20 años cuando se descubrió el petróleo del Mar del Norte, que suma en la actualidad más de un billón de dólares de reservas y que ha servido en las actuales circunstancias para paliar la crisis de ese país por el Covid 19.

El gobernador Omar Gutiérrez reflotó la iniciativa del fondo en su discurso del 1 de marzo ante la Legislatura, y desde la oposición Ramón Rioseco apuró el debate luego de que el gobierno nacional repusiera el ‘barril criollo’. Rápidamente el vicegobernador Marcos Koopman convocó a una instancia de debate sobre los distintos proyectos en danza, el oficial y los de los bloques.

Entre los que opinaron estuvo el ministro de Economía Bruno quien se atajó advirtiendo que el fondo se debería alimentar con ingresos extraordinarios por la exportación de petróleo, porque con los que la provincia recibe en forma habitual apenas si equilibra la balanza de gastos y recursos.

La economista y diputada nacional del Frente de Todos Graciela Landriscini, aprovechó para abogar por la “transformación en origen” de los recursos hidrocarburíferos -una vieja utopía del MPN que fue quedando en el camino- para generar empleo, recaudación tributaria y diversificar la matriz productiva.

Hablaron muchos más, pero en suma, los dos grandes debates en curso están muy lejos de la confrontación y se desenvuelven en el marco de la agenda planteada por el gobierno neuquino. Pocas iniciativas, en cambio, logran sacudir la modorra y obligar al partido provincial, siempre rápido de reflejos, a encauzar las fuerzas exógenas.

Dos de ellas, curiosamente fueron insufladas desde fuera del arco político por la APDH de Neuquén: la del gas para los sectores más postergados y la de destinar una porcentaje importante del plan de obras públicas de la municipalidad para los barrios más pobres.

¿Qué más? Sí, que la deuda provincial ya no le quita tanto el sueño al gobierno neuquino. Desde que Alberto Fernández culminó con éxito el acuerdo con los acreedores externos, Neuquén está en mejores condiciones para refinanciarla.