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La Conferencia de Acción PolíticaConservadora (CPAC) fuefundada en Estados Unidos en 1974 y es considerada uno de los centros ideológicos más influyentes de la derecha política en América. Tienen una filial en Brasil, dirigida por Bolsonaro, que este año realizó su quinta edición en Camboriú (7 y 8 de julio).
La conferencia de derechistas contó con la participación de cerca de 3.500 personas, entre ellos líderes de la ultraderecha en países como Chile (José Antonio Kast) y en México (Eduardo Verástegu. Milei fue la única autoridad electa gobernante en ese momento acompañando a Bolsonaro, expresidente de Brasil.
Como es habitual, Milei atacó al socialismo y, de paso, habló de los sindicatos, a los que calificó de “mafiosos”, pero, esta vez, se olvidó de los organismos de derechos humanos a quienes acusa de “currar” con sus reclamos.
Fue un discurso similar al de Davos o al último, el que dio en la Asamblea de las Naciones Unidas el 24 de setiembre de este año, en el que acusó a la ONU de promover políticas colectivistas.
Dijo, en Camboriú, que “soplan vientos de cambio en el mundo y que la gente ya sabe que el socialismo es un sistema que empobrece y por eso comienzan a rechazarlo. Los vamos a sacar a patadas de donde estén”, afirmó.
Agregó que es hora de que el mundo despierte y destierre el socialismo, un sistema que, dijo, ha asesinado a más de 150 millones de personas en todo el mundo.
Los socialistas“se están extinguiendo”, aseguró. De paso elogió a su política y aseguró que su ideario libertario puede ser aplicable en otros países latinoamericanos que han sido arruinados por el socialismo.
Milei está convencido de estar en una lucha entre culturas opuestas, en lo que lleva a pensar en un gramsciano (aunque nunca haya leído a Antonio Gramsci), pero de la vereda opuesta, donde él se define como parte del bando de los “buenos” que, en su criterio, incluye a ultra-liberales, individualistas y meritocráticos. Los “malos” son todo lo distinto, desde el centro moderado hasta las variantes socialistas, incluyendo a partidarios de la justicia social y a las organizaciones solidarias (como comedores populares, sindicatos o asociaciones culturales) que conforman el universo, para él rechazable, que califica como “socialista”.
Dice que, para su guerra contra el socialismo, cuenta con las “fuerzas del cielo”, al igual que los Macabeos1, según el relato bíblico: “La victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados sino de las fuerzas “que vienen del cielo”, (donde “cielo” está tomado como sinónimo de Dios).
Una breve digresión: sería interesante preguntarle al Papa Francisco cuál de los dos sectores lo conforman los “buenos”, los que pueden, según su criterio, contar con las “fuerzas del cielo” a su favor. Supongo que, después de conocida la respuesta, Milei ratificará su opinión, de la época preelectoral, de que el Papa “es el representante del maligno en la tierra”.
Volviendo a Milei y sus “fuerzas del cielo”, cabe recordar a los pueblos hispanos participaron de dos cruzadas contemporáneas contra los moros: la que buscaba “liberar” la tierra santa del dominio del islam (1096-1291) y las de reconquistas de España y Portugal, ocupados por reinos árabes desde el siglo VIII, que se sucedieron también entre los siglos XI y XIII. Los cruzados tenían la seguridad de contar, igual que Milei, con “las fuerzas del cielo” a su favor. Los sobrevivientes volvieron con una copla famosa:
Y vinieron los sarracenos
Y nos molieron a palos.
Es que Dios ayuda a los malos
Cuando son más que los buenos
Y en Argentina, los “malos” para Milei, (los que aspiramos una patria más justa, igualitaria y solidaria, los que creemos en los derechos humanos y en el derecho de todos, y de cada uno de sus habitantes, al trabajo, techo y tierra) somos cada vez más. Y el año 2025, año electoral, es el momento de demostrar que Milei tenía razón cuando sostuvo que soplan vientos de cambio, pero que se equivoca cuando predice quien iba a sacar a patadas a quien.
1Hace referencia a la rebelión judía delos años 167 a 160 A.C., dirigida por Matatías y sus 4 hijos, en particular Judas Macabeo, que se convirtió en jefe de los judías. Los libros I y II son aceptados como canónicos por las iglesias católica y ortodoxa y los III y IV sólo por ortodoxos. Ninguno de los cuatro está incluido en las Escrituras judía ni protestante.
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