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La preocupación de la población de las localidades ribereñas de la cuenca del río Colorado y las organizaciones sociales de productores y productoras ha ido en aumento conforme avanza la materialización del proyecto para la construcción de la represa multipropósito sobre el río Grande -principal afluente del Colorado- impulsado por el gobierno de Mendoza y aprobado por un laudo presidencial en 2018. Y es que debido a la falta de acuerdo dentro del COIRCO (Comité Interjurisdiccional del Río Colorado, donde están representadas todas las provincias de la cuenca), y tras la presión del gobierno mendocino, se apeló a una resolución presidencial, tal como establece el estatuto del Comité.
El entonces presidente, Mauricio Macri realizó el anuncio desde una casa de té en una colonia galesa en el sur de la Patagonia alegando que el agua del río Colorado “no se usa” y que “sólo un país como el nuestro tira los recursos al techo". "El agua no se aprovecha", aseguró Macri. Claro que no fue cualquier casa de té: lo hizo nada más ni nada menos que en la exclusiva Ty Te Caerdydd, en Gaiman, Chubut, famosa por la visita de la realeza inglesa en 1995. Todo un símbolo para quien desde una mirada colonialista considera nuestra Patagonia como un desierto sin gente y llena de recursos “que se tiran al techo” y que es necesario explotar.
A pesar del cambio de gobierno, la intención de construir la represa continúa. Para muestra basta un botón: el gobierno nacional ya realizó el segundo y tercer desembolso al gobierno de Mendoza para financiar la obra. Ante el avance del proyecto, un grupo de mujeres se organizaron en torno a la defensa del agua y el territorio. Desde la localidad de Río Colorado, un pequeño pueblo de gran tradición en la producción frutihortícola, se conformó la “Asamblea Permanente por el río Colorado, Río Negro”, que fue sumando adhesiones gracias a la incansable lucha de sus fundadoras. “Cuando comenzamos con esto, éramos sólo un grupo de mujeres que nos reuníamos para hacer algo para defender nuestro río, al principio nadie conocía del tema y nos tildaban de locas, pero con la insistencia y perseverancia fuimos ganando apoyo. Hace un año que venimos luchando sin descanso”, dice Fabiana Collar, activista de la asamblea y referente de UTT Río Colorado. Megáfono en mano y con lágrimas en los ojos, Fabiana agradece el apoyo conseguido y rememora un año de lucha, tras finalizar la caravana en defensa del agua que convocó la Asamblea el último sábado.
Como resultado de la movilización popular se logró que los gobiernos de las provincias de Río Negro y Neuquén revisen la postura favorable hacia el gobierno de Mendoza y proyecto de la represa. Aunque sin oponerse a la obra, han realizado un pedido para que se verifiquen los estudios de impacto ambiental realizados hasta el momento, con el objetivo de que tengan en cuenta las consecuencias sobre toda la cuenca y se realice una audiencia pública que garantice la transparencia en el proceso.
La represa Portezuelo del Viento se adjetiva “multipropósito” porque tiene como destino la producción de energía, así como también la derivación de agua (lo que se conoce técnicamente como trasvase) del río Grande al Atuel, algo que fue ocultado por el gobierno mendocino en un principio. La cantidad de agua (24 metros cúbicos por segundo) que el gobierno de Mendoza pretende extraer de la cuenca y derivarla a otro río fue establecida mediante un estudio realizado hace 46 años. Por entonces, el río tenía un caudal de 146 m3/seg, pero hoy las condiciones climáticas cambiaron y ése caudal histórico ya no existe. El COIRCO decretó la cuenca en estado de “crisis hídrica” ya que el promedio del caudal actual es de 82m3/seg, es decir un 47% de su caudal histórico sobre la cual se estableció el reparto de cupos en cantidades de agua que cada provincia podía utilizar. Si la obra avanza en este contexto de crisis hídrica -que ya está generando falta de agua en la zona-, Mendoza extraería más agua de la que le correspondería provocando una catástrofe para los pueblos del resto de la cuenca que hoy producen y beben agua de ese río.
Como afirma Miguel Di Ferdinando, licenciado en Ciencias Ambientales y especialista en estudios de evaluación ambiental, mientras que, por un lado, el COIRCO le pide a los productores que disminuyan el agua para regar sus cultivos, le concede agua al gobierno de Mendoza para el proyecto hidroeléctrico y la reactivación de proyectos mineros como “Potasio Río Colorado”, en manos de capitales chinos, que esperan ansiosos concretar la obra para la extracción del potasio.
En este sentido, desde la Unión de trabajadores/as de la tierra (UTT), organización presente en parte de los territorios de la cuenca del río Colorado, en las provincias de Río Negro, Mendoza y el sur de Buenos Aires, vemos con preocupación el avance de esta obra que pone en riesgo no sólo la fuente de ingresos familiares y la forma de vida de nuestros pueblos, sino también la soberanía alimentaria. En estos territorios, gracias a los sistemas de irrigación que utilizan el agua del río Colorado, se producen alrededor de 2.000 hectáreas de fruticultura (manzanas, peras, duraznos) y 800 de cultivos hortícolas en Río Colorado (RN) y 140.000 de cebolla en el valle bonaerense. El principal destino de esos alimentos es el mercado interno, son frutas y verduras que abastecen a los principales centros urbanos del país.
En una zona como la cuenca del río Colorado en la Patagonia, no es posible producir alimentos sin utilizar agua para riego. Los sistemas que actualmente utilizamos para regar nuestros cultivos fueron diseñados hace alrededor de 100 años, las acequias y canales que lo forman recorren los campos utilizando la fuerza de la gravedad -es decir, sin gasto de energía- y llevan el agua desde el río a nuestros cultivos. Estos sistemas de irrigación que en otros tiempos eran fuertemente subsidiados por el Estado, garantizan la provisión de agua de forma comunitaria y a bajo costo para las y los productores.
Si el caudal del río se reduce, el uso de estos sistemas se pone en peligro. Desde los organismos técnicos encargados de las políticas hídricas, y bajo la lupa de la “eficiencia”, se promueve como alternativa y gran solución la utilización de riego mecanizado, por goteo y aspersión. Sin embargo, además del elevado costo que tiene su instalación (cañerías, bombas, etc.), estos sistemas necesitan energía para funcionar, lo que implicaría un incremento del costo de producción de alimentos -que de sí es alto, ya que utilizamos insumos con precios en dólares- y limitaría el acceso al agua de los productores con menos recursos.
Porque defendemos nuestros territorios, nuestras maneras históricas de utilizar el agua para producir y la producción de alimentos sanos y a precios justos para el pueblo, decimos NO a la represa Portezuelo del Viento.
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