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Entrevistas
21/06/2017

Guillermo Wierzba, economista

Los bancos privados “deben aceptar ser parte de un servicio público”

Los bancos privados “deben aceptar ser parte de un servicio público” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Guillermo Wierzba dirigió el Cefid-Ar, un centro de estudios económicos financiado por tres bancos públicos y uno cooperativo, que fue cerrado apenas asumió el gobierno macrista.

En este reportaje producido por el Centro Estratégico de Integración Financiera (Cinfin), se analizan temas como la deuda argentina y latinoamericana, la escasez de divisas que limita el crecimiento de los países, y las posibles fuentes para financiar el desarrollo. Aquí se publica un extracto de la entrevista original.

Luego de criticar “la liberalización cambiaria y de la cuenta de capitales, que sumadas a la financiación en moneda dura de déficits locales ceban la bomba de una futura situación insostenible”, el investigador y docente en economía Guillermo Wierzba sostuvo que para financiar el desarrollo del país “el rol de la banca pública debe crecer” y “la actividad bancaria privada debe aceptar ser parte de un servicio público”.

Respecto del sector privado, afirmó que “debe tener una regulación que asegure un aporte a los objetivos crediticios de los gobiernos”, porque de lo contrario puede “convertirse en un centro de negocios que lucran con créditos personales para el consumo a tasas usurarias, o también en ámbitos organizados para la fuga de divisas de las economías periféricas hacia paraísos fiscales”.

Wierzba, quien es profesor de la Universidad de Buenos Aires y hasta diciembre de 2015 dirigió el Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (Cefid-Ar), calificó como “una grave falencia no haber avanzado” en proyectos de integración financiera a escala latinoamericana, con instituciones como el Banco del Sur, Fondo del Sur, Sucre (Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos), o el intercambio con monedas locales.

Los siguientes son tramos extractados de la entrevista original producida por el Centro Estratégico de Integración Financiera (Cinfin).

-Ante el crecimiento en el último período de los déficit de balanzas de pagos y fiscales existen temores que pudiera volver a sufrir América Latina una nueva “crisis de la deuda”. ¿Es ello posible? ¿Qué podría hacerse para evitarlo?

-Efectivamente la reversión del ciclo de buenos precios en los commodities que exportan las economías de América Latina no favorecen la holgura en el balance de pagos. Esto requiere de políticas de administración de divisas, que asignen este recurso estratégico escaso a la continuidad de las estrategias clave en las políticas de industrialización que se emprendieron. Un mercado de cambios sin regulación de precios y cantidades en las condiciones actuales no garantiza esa continuidad. Lo mismo respecto de la apertura de la cuenta de capitales, un flujo de entrada y salida de los mismos sin regulaciones en su plazo de permanencia, más que contribuir a resolver las dificultades que atraviesan nuestras economías tiende a agravar la inestabilidad financiera de las mismas.

Si el descenso de los ingresos fiscales que provocan el estancamiento o las caídas del nivel de actividad devienen en déficitis fiscales que pretenden financiarse con endeudamiento en moneda dura, se agrega una carga más, innecesaria e injustificable, que agrava el peso de la deuda respecto del producto y de las exportaciones. O sea que son muy relevantes, respecto de la respuesta a la pregunta, las conductas que se adopten en términos de política económica. La liberalización cambiaria y de la cuenta de capitales sumada a la financiación en moneda dura de déficits locales ceban la bomba de una futura situación insostenible.

En el caso argentino la situación se agrava aún más por las políticas que se adoptaron por parte de su gobierno neoliberal que redujo los ingresos fiscales tanto por la eliminación o fuerte reducción de las retenciones que se cobraban a las exportaciones agropecuarias,como por el retroceso en la recaudación producida por una recesión buscada por dicho gobierno en pos de un proclamado objetivo antinflacionario. De todos modos el avecinamiento de una crisis está todavía mediado por la posibilidad de préstamos del FMI y la implementación de sus políticas de ajuste, que de llevarse a cabo desarticularan los procesos de desarrollo autónomo desencadenados por los gobiernos del ciclo popular vivido recientemente. Luego vendrían las crisis de balance de pago atizadas por los siempre nefastos y fracasados planes de ajuste que el FMI recomienda cuando presta. Frente a los déficits fiscales se debería recorrer un camino inverso al que por ejemplo transita Argentina. Habría que promover la demanda efectiva con un aumento del salario real que dinamice la economía y aumente los ingresos fiscales por mayores ventas; mientras se deberían implementar reformas tributarias progresivas que permitan una mayor recaudación sostenida en incrementos a los impuestos a los ricos. Si Argentina y Brasil persisten en el rumbo de sus actuales políticas arrastrando a otros países a la misma dinámica, la amenaza de una crisis de la deuda se acrecentará en el mediano plazo.

-Durante los recientes años de mayor impulso de las economías latinoamericanas, comenzaron a generarse iniciativas de gobiernos que entendían imprescindible “una nueva arquitectura financiera” (Banco del Sur, Fondo del Sur, Sucre (Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos), intercambio con monedas locales, etc.) independiente de los mercados financieros internacioales. No fueron tan significativos los avances concretos. ¿Porqué no fueron posibles? ¿Serían factibles en un período complejo como el actual?

-Fue una grave falencia no haber avanzado en esos proyectos. No es que no fueron posibles sino que hubo una vocación insuficiente para avanzar. La disparidad de tamaño entre las economías resultó un escollo muy importante a salvar. La presencia de países que se veían como aportantes en el corto plazo sin avizorarse a sí mismos como beneficiarios de esos acuerdos también constituyó una traba. Ahora aunque las condiciones objetivas muestran la ventaja estratégica de establecer esa nueva arquitectura, los gobiernos neoliberales recién llegados apuestan más a la inserción financiera global que la alternativa de una regionalización institucional. En todo caso el tema político no está resuelto ni mucho menos y existen perspectivas para una reversión de los cambios ocurridos en los países más importantes de la región. Temer y Macri pueden ser ciclos muy cortos y en caso de una nueva ola de gobiernos progresistas y/o populares se reabrirá una oportunidad que no debería ser desperdiciada, tal vez con otro grado de conciencia.

Por eso las actividades académicas, políticas, científicas, de la sociedad civil, de las organizaciones sociales, de las organizaciones sindicales y del empresariado no transnacionalizado en pos de promover el despliegue de esas instituciones, pueden ser decisivas en la maduración de condiciones que en el mediano plazo hagan realidad esas instituciones. Un tópico no menor es subrayar y tener en cuenta el rol negativo que las burocracias permanentes del aparato administrativo de los países periféricos juegan en demorar la construcción de lógicas nuevas en las cuestiones financieras. Las fuerzas políticas que promueven modificaciones deberían hacer un balance sobre estos comportamientos, y promover modificaciones institucionales que permitan el acceso de cuadros profesionales comprometidos con los proyectos de cambios a los lugares estratégicos del Estado en los que se trabajará para que la regionalización financiera avance.

-Persiste la preocupación por la inestabilidad cambiaria internacional y su eventual efecto en América Latina. ¿Cree que es posible establecer mecanismos para coordinar políticas cambiarias y evitar una “guerra de divisas” en la región?

-Habría que intentarlo, aunque cuando hay países independientes, la coordinación de políticas macroeconómicas tiene sus límites. Una guerra de divisas a nivel internacional puede arrastrar a países de la región por su relación comercial con otras naciones no pertenecientes a la misma y generar contagios. La coordinación de estrategias macroeconómicas resulta uno de los escalones finales de un regionalismo progresista y popular. De todos modos el despliegue del comercio en monedas locales, la mayor utilización de la Aladi (N. de la R: Asociación Latinoamericana de Integración), el avance del Sucre, son bienvenidos para comenzar un camino que nos haga menos divisa-dependientes.

-¿Considera necesario y/o posible redefinir el rol de la banca pública y privada tanto a nivel nacional como regional?

-Es imprescindible. El rol de la banca pública debe crecer. En países subdesarrollados periféricos los procesos de industrialización requieren de un rol estratégico del crédito, tanto del comercial como del destinado a la inversión de mediano plazo. Los bancos de desarrollo son de suma importancia, y deben tener autonomía de financiamiento pues la dependencia de aportes de países centrales devienen en una orientación del crédito que responde a la mirada de los países prestamistas, hoy capturados por la lógica de la globalización financiera. La banca privada debe tener una regulación que asegure un aporte a los objetivos crediticios de los gobiernos, porque un comportamiento libre devenido de un predominio de las determinaciones mercantiles, lleva a la banca privada a convertirse en un centro de negocios que lucran con créditos personales para el consumo a tasas usurarias, también en ámbitos organizados para la fuga de divisas de las economías periféricas hacia paraísos fiscales, o en financiadores de proyectos que miran el tamaño del patrimonio del tomador y no la utilidad para la economía del destino de los fondos. La actividad bancaria privada deber aceptar ser una parte de un servicio público y no pretender manejarse con el libre albedrío de una lógica basada en la maximización de ganancias que no se sujeten a la restricción de las autoridades.

www.cinf.in

* Entrevista producida por el Centro de Análisis Estratégico de Integración Financiera (Cinfin)

29/07/2016

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