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Columnistas
16/02/2018

El regreso del partisano

El regreso del partisano | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Las primeras décadas de la segunda posguerra recogieron muchísimos de sus relatos heroicos. Había un propósito pedagógico: legitimar biografías épicas y mantener vivo el combate antifascista. ¿La sociedad actual propone el restablecimiento del olvidado partisano?

Gabriel Rafart *

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Hubo un tiempo en que la figura del partisano era ejemplificadora del más intenso heroísmo y patriotismo que un hombre o una mujer podían ofrecer en una causa justa. Siempre presente para los viejos comunistas, el partisano, el maquis, ya sea en su versión rusa, italiana, española, griega o yugoslava, representaba el imaginario del antifascismo del pueblo.

El partisano era un hombre corriente o la mujer del pueblo. Oficinista, ferroviario, jornalero, vendedor de diarios o simple ama de casa durante el día realizaba sus labores comunes y en la noche buscaba el escondite donde reencontrarse con otros iguales a él para recoger armas y explosivos y salir a golpear al enemigo fascista de ocupación. Las primeras décadas de la segunda posguerra recogieron muchísimos de sus relatos heroicos. Había un propósito pedagógico: legitimar biografías épicas y mantener vivo el combate antifascista. También se buscaba redefinir el compromiso para las nuevas generaciones que debían ser parte de una lucha que tomaba otros objetivos y debían protagonizar otros actores.

Las nuevas izquierdas de fines de los sesenta y principios de los setenta hicieron que el partisano se mantuviera vigente en la historia popular como memoria selectiva. Mientras los comunistas leían las novelas de los escritores rusos o italianos que contaban la gesta antifascista en sus países, los intelectuales de las nuevas izquierdas redescubrían “Teoría del Partisano”, texto clave del teórico alemán Carl Schmitt afiliado al nacionalsocialismo alemán. No porque aquellos intelectuales disculparan al nazismo de sus crímenes sino por el realismo de la legado schmittiano que desafiaba la teoría con que “lo político” nos hace a todos partisanos. Mas adelante, los “guerrilleros” latinoamericanos modelados en la Revolución Cubana y la lejana Vietnam hicieron mucho por mantener vivo aquel mundo de luchadores. Y por sobre todo reinstaló la idea de que es posible la emergencia de un hombre nuevo a partir de la resistencia contra todo orden injusto que proponen las clases dominantes.

La serie española “La Casa de Papel” ha relanzado la figura del partisano. Un espectador atento puede ver señales en la elección del tema emblema de la tira. “Bella Ciao”, es una canción popular y militante. Un canto a la vida. También a la valentía. Un tema sencillo pero convertido en himno del movimiento partisano italiano hace setenta años. Entre los argentinos hay una versión bellísima en la voz de Mercedes Sosa. Hablemos de la serie. No es muy original en parte de su libreto. Hay una idea general que aparece en el film norteamericano “El plan perfecto” del año 2006 dirigido por Spike Lee. Aún así “La Casa de Papel” remite a algo más que el imaginario del robo del siglo llevado a cabo por una banda de profesionales del delito comandada por un inteligentísimo “Profesor”. Hay mucho de verbo antisistema porque se toca uno de los núcleos del monetarismo como teoría clave del capitalismo vigente. El golpe no es robar. Es producir mucho dinero sin otro respaldo que el haberlo hecho en la fábrica de papel moneda oficial. La tira ya lleva dos temporadas y si bien tiene altibajos argumentativos y en la construcción de las biografías vale la pena.

¿La sociedad actual propone el restablecimiento del olvidado partisano? Sobre todo, en tiempo que parece “poner en valor” solo las biografías de los emprendedores para un mundo capitalista gobernando por un puñado de financistas. ¿Quién es el nuevo partisano de este tiempo? ¿El militante antiglobalizador? ¿El intelectual que critica el neoliberalismo deshumanizante? ¿El nuevo partisano está acaso en el activismo de los que siguen pretendiendo luchar contra el poder sin tomarlo? ¿De quienes buscan el verbo de la ecología, el género, los derechos humanos y cuantas otras buenas causas que el orden desigual propone? En todo caso la figura del partisano no ha muerto. Hay mucho lugar para su actuación desde formas no violentas, más allá de conmovernos por una bella canción o como espectadores que simpatizan por el imaginario justiciero que nos propone la serie española.



(*) Historiador, autor del Libro “El MPN y los otros”
29/07/2016

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