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11/02/2018

Lucha de poder

Lucha de poder | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Cuando las fuerzas están encolumnadas detrás de un liderazgo firme la Junta de Gobierno y la Convención marchan armoniosamente. Pero cuando hay lucha de poder interno -y eso es lo que hay hoy en el MPN- cada uno trata de llevar agua para su molino y no se sabe claramente quién es quién.

Héctor Mauriño

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En el MPN se ha abierto prematuramente la interna por la sucesión.

Con los cambios en su gabinete, el gobernador Omar Gutiérrez dio un paso importante. Si alguien podía pensar que gobernaba con una estructura ‘prestada’, o casi, a partir de ahora la cuestión está clara: es él quien elige sus colaboradores, los saca o los pone, les da más o menos atribuciones, los retribuye mejor o peor. Es el jefe indiscutido quien ahora aferra el timón y va por más, por la reelección.

El vicegobernador Figueroa también puso a rodar la pelota de su propia campaña. Lo viene haciendo todos los días al recorrer cada rincón de la provincia y hablar con la gente planteando sus diferencias con el titular del Ejecutivo y dejando abierta la posibilidad de ser el hombre de reemplazo.

Esa conducta, expresión de la lucha de poder en el seno del gobierno, tuvo un matiz adicional que tiende a acelerar las cosas. En un intento de tomar la iniciativa, el vice convocó a una reunión de la Convención partidaria, para analizar el revés electoral de octubre pasado y plantear las alternativas de cara al 2019. De paso, se tomó la libertad de desafiar al gobernador invitándolo a participar del encuentro. Como era de esperar, Gutiérrez rechazó el convite y se blindó con el respaldo de varios intendentes.

La estructura institucional del MPN, como suele ocurrir con otros partidos, es un tanto ambigua. Teóricamente el titular de la Junta de Gobierno es el presidente del partido, es decir actualmente el gobernador Gutiérrez. Pero la carta orgánica señala también que la máxima autoridad de la fuerza es la Convención, hoy en manos del vice Figueroa.

Cuando las fuerzas están encolumnadas detrás de un liderazgo firme e indiscutido, no hay problema: la Junta y la Convención marchan armoniosamente; la mano derecha procede coordinadamente con la izquierda.

Pero cuando hay lucha de poder interno -y eso es lo que hay hoy en el MPN- cada uno trata de llevar agua para su molino y no se sabe claramente quién es quién.

Jorge Sapag tomó una decisión pocas veces observada en la política nacional. Aunque muchos piensen que su generosidad es cosmética y que en realidad se reservó la posibilidad de seguir moviendo los hilos detrás de escena, en 2015 resolvió emprender un relevo generacional en su partido dejando espacio a dirigentes más jóvenes.

Es cierto que no eligió a uno sino a dos, y que de alguna manera la puja entre ellos es, previsiblemente, parte del juego. Pero no es menos cierto que ese desprendimiento engendró algo nuevo, de lo que difícilmente podría volver atrás su inspirador. No cerraría del todo que después de producir el mentado ‘relevo’ ahora Jorge Sapag alegara que quiere volver a poner orden.

¿Quiere decir esto que ha perdido definitivamente el poder?

Más bien Sapag sigue -probablemente seguirá- siendo árbitro con el reconocimiento de todos o casi todos los sectores. Pero lo que hoy se ha empezado a jugar en el MPN es la interna por la sucesión, hasta ahora con dos protagonistas: Omar Gutiérrez y el Rolando Figueroa.

Como ocurre también históricamente, uno y otro ocupan los dos extremos del escenario político argentino, porque Neuquén es una isla, sí, pero forma parte del país. Si Gutiérrez ha elegido llevarse muy bien con el gobierno nacional y por momentos parece sufrir cierto encandilamiento que fuerza la doctrina de toma y daca emepenista, Figueroa ha ocupado el lugar que quedaba vacante: es ‘peronista’, ‘populista’ y, claro, ‘opositor’.

No es que no sean lo que dicen o insinúan ser. A Gutiérrez en general no le disgustan Macri y su política neoconservadora con invocaciones desarrollistas, y Figueroa se identifica con los de ‘abajo’, por eso en la entrevista que hoy publica Va Con Firma habla de sus diferencias “de origen” con los CEO del macrismo yplantea que hay que “dejar de mirar tanto a esos pocos que están muy bien y comenzar a mirar a los muchos que no están tan bien”.

Como a Gutiérrez le gusta esta música, o al menos no le disgusta, si el modelo de Cambiemos lograra afirmarse plenamente y Macri alcanzara la reelección, recogería sus frutos y difícilmente podría ser derrotado en la eventual búsqueda de su reelección.

Después de todo, los actuales moradores de la Casa Rosada preferirán siempre apoyar a un aliado firme que sostener a un miembro de la propia fuerza que no les termina de inspirar confianza, porque es radical, representante de la ‘vieja política’ y protagonista de no pocas alianzas desairadas.

Si por el contrario Macri se siguiera deteriorando como ha venido ocurriendo desde su asalto a los jubilados y el bochorno Triaca (entre otras delicias), y el gobierno de Cambiemos se sumergiera en una crisis política, económica y social -algo que a esta altura no sorprendería por el fuerte endeudamiento y el déficit descomunal- Figueroa podría recibir un envión importante.

En el medio de estos desvelos Sapag, aunque no ejerce un liderazgo explícito y formal, puede seguir jugando a ser el fiel de la balanza y tratar de conducir el partido a un puerto seguro en medio de la crisis desatada por la lucha de poder entre sus herederos. El camino no está exento de riesgos. Mientras tanto el resto de las fracciones partidarias permanecen expectantes para saber qué pueden llevarse del banquete.

Se verá.

29/07/2016

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