A inicios de enero de 1918 se funda el primer Partido Comunista de nuestro país. Su origen está asociado al impacto de la revolución socialista ocurrida unos pocos meses antes en el centro del Imperio Ruso. A lo largo de los siguientes cien años los comunistas argentinos dieron cuenta de una docena de formaciones que se reconocerán integrantes de un movimiento más vasto.

Siempre dentro de la izquierda revolucionaria. Leninistas, stalinistas, trotzkistas, maoístas, guevaristas, gramscianos, fueron sus filiaciones más resonantes para seguir insistiendo que eran parte de la tradición marxista mundial pero cultivada dentro de nuestro país. Hubo también entre los comunistas argentinos un marxismo liberal, sobre todo en la idea de que era posible recurrir a expresiones del liberalismo cultural y democrático con el alto ideal de conformar una sociedad socialista. Esos comunistas también apelaron a la historia del país para ubicarse en línea con figuras como San Martín, Moreno, Mosconi, Sabio, entre tantos.

Durante el último cuarto de siglo los comunistas a pesar de las bajas que significó el desguace de sus centros siguieron su marcha. Para ello contaban con una amplia diáspora. Hoy, muchos ex comunistas continúan alimentando una parte de la izquierda argentina. Es sabido que una porción significativa de sus cuadros de ellos se volcó al conjunto de agrupamientos y expresiones que son parte del kirchnerismo. Estos acompañan, se proponen acompañar el rediseño del mapa político del país, comprometidos con una transformación del peronismo pos crisis 2001. También fueron parte de la emergencia de formaciones empequeñecidas, pretensiosas en su autonomía política, de un izquierdismo que supone conservar mayor pureza.

Otra parte de ese mundo de los ex comunistas saltó la frontera que suponía pertenecer al territorio amigo de ideas y prácticas de la revolución política y social que los ligaba a un marxismo siempre en revisión, pero marxismo al fin. De allí que algunos de sus ex militantes, esos que se foguearon entre el tiempo de la transición democrática, su declive como organización a mediados de los ochenta y el impacto de la debacle de la Unión Soviética, abandonaron la mirada de izquierda y se volcaron definitivamente al terreno de las actuales derechas políticas.

Solo observar algunos cuadros de la construcción macrista para notar que aquella pasión revolucionaria dio paso a la actual pasión pro mercado y anti igualitaria. Sin duda, no hay originalidad en este tipo de deslizamiento. Algo parecido ocurrió en otros momentos de su historia durante el siglo XX. Entre ellos la mutación que sufrió el comunismo argentino cuando hace más de setenta años se sumó a las fuerzas conservadoras que dieron lugar a la derrotada Unión Democrática a manos de las fuerzas que promovían la candidatura de Juan Perón.

Lo mismo que aquellas erradas lecturas hechas por la mayor parte de la dirigencia comunista para un partido que quería sobrevivir como sea frente a la última dictadura militar. Es cierto que esos corrimientos también se habían dado en otras izquierdas, de esas que fueron demasiadas blandas en su voluntad revolucionaria. Ciertamente, les había pasado a muchos socialistas. Sobre todo, quienes tuvieronun compromiso orgánico con los regímenes reaccionarios y conservadores de los años treinta. Igual que aquellos otros que se sumaron a la Revolución Libertadora.

Con lo anterior hablamos de un recorrido de izquierda a derecha similares a otros procesos más reciente y que arrojaron como saldo la emergencia de la primera oleada de neoliberalismo gobernante en Occidente. Es sabido que las huestes que conformaron la revolución reaganiana en EEUU -en menor medida el conservardurismo de Thatcher- sumaron a a no pocos exponentes de aquella izquierda radical que en los sesenta militaron contra la guerra de Indochina y a favor de extender el campo de las libertades civiles. A fines de los setenta ya eran parte de un movimiento de desencantados dispuestos a servir a la causa de las derechas nacionales.

En nuestro país, hubo otros ex comunistas que solo expresaron su adhesión a un colectivo de intelectuales que frente al ballotage del 2015 optaron decididamente por Mauricio Macri, constituyendo una suerte de equivalente a la reunión de intelectuales en Carta Abierta. No fueron muchos los que parecían reactualizar la vigencia de la Unión Democrática. Sin embargo, su compromiso fue más allá. Una vez que se instaló el nuevo gobierno pasaron a revistar directamente en el gobierno. Hay varias áreas de la actual administración que tiene a hombres y (pocas) mujeres que revistaron dentro del comunismo. Economía, cultura, política de medios, son algunas de las áreas que cuentan con varios ex comunistas y personas con pasado en militancia de otras izquierdas.

Hace cien años con el nacimiento del primer partido comunista se fortalece la idea de que en las filas de las izquierdas podía enfrentarse lo nuevo con lo viejo. Las primeras divisiones dentro del socialismo habían iniciado este derrotero. También dentro del movimiento anarquista que prometía mantener siempre viva la demanda de cambio dentro de la izquierda. Parte del anarquismo igual que para otras izquierdas hay un alma de anti politicismo, que considera que los suyo es transformación permanente y con ello se inoculaba de lo viejo. Sin duda aquel comunismo del siglo XX es parte de lo viejo, aunque no por ello deba pasarse por alto su historia ya que aún hoy alimenta nuestro presente.