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Columnistas
07/01/2018

La derecha y nosotros

La derecha y nosotros | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

“Un ser humano inmóvil, que lee, no por eso es sedentario, sino que lo será si lo que lee no lo obliga a ningún movimiento mental, a ningún extenderse más allá de sí mismo”, plantea el autor. Y nos dice que “este texto no concluye; porque es un texto abierto, que ya ha sido escrito, que se está escribiendo, en algún lugar, en este instante, que se seguirá escribiendo en el futuro”.

Juan Chaneton *

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La Corte Suprema de Justicia de la Nación decide -en los asuntos que exhiben gran trascendencia política y que, por ello, tienen consecuencias en el largo plazo- no conforme al derecho sino al interés ‘negocial’ de actores relevantes de la política argentina. El Grupo Clarín ha obtenido la fusión de Cablevisión con Telecom y pasa a monopolizar, de modo absoluto, la narración acerca de cómo es la realidad.

Ya había muerto la realidad, en la Argentina y en el mundo, para dar nacimiento a una ficción verdaderamente real y en base a la cual se fijan los criterios de verdadero o falso. A partir de este decisorio del poder público, el mecanismo que hace posible esta perversión queda reforzado, al tiempo que se trata de otro avance más en la serie de avances que la derecha argentina viene concretando con éxito en su proyecto de desmantelar todo lo bueno que hizo el kirchnerismo en el período 2003-2015.

A las 48 horas del decisorio judicial que entregó a aquel grupo mediático el monopolio absoluto para la creación del sentido común en la Argentina, otro fallo de la Corte Suprema cerró la causa Papel Prensa y aquello que Lidia Papaleo y derechohabientes de Graiver fulminaron de delito de lesa humanidad (argumentaron que Magnetto y Mitre les robaron la empresa en un marco de apremios ilegales) fue declarado mentira y, en su lugar, apareció la verdad construida por ese fallo de la justicia: Papel Prensa es del Grupo Clarín y demás accionistas, y ello es legal y legítimo. Los previos sobreseimientos de Magnetto y Mitre quedaron firmes.

En simultáneo, el juez Bonadio no llama a declarar a Ronald Noble (ex secretario general de Interpol) ni a Antonio Stiuso (ex miembro de la entonces Secretaría de Informaciones del Estado, de Argentina), pues hacerlo significaría comenzar a andar el camino de la verdad real y no el de la verdad construida. La primera señalaría a la inteligencia anglo israelí como autora de un crimen con el fin de facturárselo a CFK; la segunda a CFK como autora de ese mismo crimen. Y la fuente de poder de CFK para desbaratar la ficción está en la calle o, más precisamente, en la convocatoria al pueblo movilizado. Pero ese pueblo se moviliza poco o mucho en dependencia directa de su nivel de conciencia y politización y el gobierno de Macri ya se apresta a robarle a CFK aquella, su única fuente de poder. Pues, el nivel de conciencia y politización del pueblo no avanzó, en las dos últimas décadas, más allá del reclamo consumista y de la valoración como "derechos del pueblo" de lo que eran, efectivamente, derechos del pueblo, pero que también eran, apenas, en conjunto, una magnánima mejor distribución de bienes y servicios y una evidente democratización de las posibilidades de consumo. Era poco como para que no hubiera restauración neoliberal.

En línea con lo anterior, el dinero robado recientemente a los jubilados tiene el fin político de seguir avanzando, ahora sobre las intendencias del conurbano para, de ese modo, poner en corto circuito a la única fuente de poder a la que CFK podría haber apelado para evitar la derrota frente a un enemigo que tiene en Macri a una obediente mascarita y a un perverso polichinela que se apega al libreto orientado a destruir lo que la derecha de este país ha soñado siempre con destruir: las condiciones que podrían generar poder popular por fuera o al margen de la institucionalidad "republicana".

En estas circunstancias, empezar a decir que si Magnetto avanza sobre Macri el FpV estará del lado de Macri (como supo decir un egregio dirigente de La Cámpora) es, en el mejor de los casos, no entender el fondo del asunto. Y en la misma línea de candor político y flojera ideológica se halla quien se come el amague de la operación mediática y sale diciendo que admira a Vidal por su "liderazgo femenino". Con progresistas como estos no se puede enfrentar con eficacia a la derecha.

Da la impresión de que nos hallamos replegados sobre la espera para, ni bien cuadre, volver con el propósito de hacer más de lo mismo. Pero parecería que flaco favor se le haría al país y al pueblo con recidivas ya sancionadas por la derrota.

El kirchnerismo como corriente política y como adscripción ideológica se halla, además de en el lugar de Antígona -esto es, expresa un deseo inasimilable por el sistema- también en el lugar de Edipo, en el cruce de tres caminos o, si se prefiere, frente a senderos que se bifurcan, sólo que ello no le ocurre en ningún jardín sino en el barro agonal de la política. Si no opta por profundizar lo hecho revertirá hacia la derecha. Y balizas hay, ya, que insinúan ese camino.

Cristina lanzó el jueves 28 de diciembre último en Avellaneda: "Voy hacer todo lo que esté a mi alcance para contribuir y lograr que el 10 de diciembre de 2019 otro argentino esté en la Casa Rosada para conducir los destinos del pueblo. No importa quién". El problema es que quién sea ese quién sí importa, y mucho.

Si bien se mira, una opción del kirchnerismo para no perecer es correrse un poco a la derecha en una construcción colectiva que incluya a todos los peronistas -incluso, o tal vez primordialmente, a Massa y a Randazzo- y bajando la candidatura de Cristina en favor de algún otro que aún no existe pero que podría existir bajo la forma de un Taiana, por ejemplo, cuyos blasones peronistas le vienen de prosapia y que además tiene el valor agregado de que es culto, mesurado y elegante de modo que le cae bien a la clase media no peronista.

Ya han estado hablando del asunto el pasado miércoles 3 pero hay además un antecedente de "unidad" que fue el homenaje a Antonio Cafiero en el cementerio de San Isidro en septiembre pasado. Los nombres del encuentro de este año no dejan dudas acerca del sentido que pudo haber tenido ese conciliábulo: Víctor Santa María (el anfitrión) junto a Agustín Rossi, Daniel Filmus y Jorge Taiana como militancia K; por el randazzismo, Alberto Fernández y el "Chino" Fernando Navarro; por el massismo, Felipe Solá y Daniel Arroyo. Estos últimos aclararon que no participaban en representación del Frente Renovador, que es un espacio en el que Graciela Camaño no la quiere ver a Cristina ni pintada, y mejor no profundizar en registro psicoanalítico en cuanto a vislumbrar la etiología de tanto encono.

Y más en el mismo sentido unitivo aporta Gustavo Menéndez, intendente de Merlo y presidente del PJ bonaerense, quien acaba de consignar, en una entrevista, que "... hoy Cristina está trabajando en Unidad Ciudadana y nosotros, en el PJ. En las últimas charlas que tuvimos, Cristina nos dijo que está interesada en profundizar la construcción en Unidad Ciudadana porque no cree que sectores independientes puedan confluir en el PJ. Pero el peronismo puede albergar a sectores del Frente Renovador, incluso Sergio Massa, o de Cumplir, incluso Florencio Randazzo, con los movimientos sociales y la CGT".

Más claro, agua, aunque no hay que fiarse de ninguna aparente evidencia, pues la política es una dimensión en la cual las evidencias dejan de serlo con la fugacidad del instante. Todo podría estar marchando sin embargo y con las reservas del caso, en modo crecer por separado para, llegado el momento, proclamar al país y al mundo que ambos espacios, PJ y UC, han decidido dirigirse, por el bien de la patria y del pueblo, hacia la deposición de enconos y en pos de saludables reencuentros, apoyando una única candidatura presidencial.

Y los números cierran. En la última elección presidencial el peronismo ganó con holgura: Massa sacó 11%; Randazzo, 5%; y Cristina el 37%. Con las fracciones de cada espacio, suman el 54 %. El presidente fue Macri porque el peronismo compitió dividido.

No obstante, hay que decir que de ese modo se gana, pero no se gobierna. Porque después de ganar hay que gobernar. Ahí comenzarían los problemas. Y mucho más cuando ya, desde ahora, el mismo presidente del PJ bonaerense está diciendo que, respecto del actual gobierno (que expresa el interés de los concentrados empresariales multinacionales, financieros y mediáticos), "... muchos de nosotros somos críticos, pero de las cosas que están mal. Las cosas que están bien las acompañamos...". Textual. Y para saber, o para recordar, lo que ya se sabía: en el peronismo hay registros ideológicos más afines a Cambiemos que a sus tres históricas banderas.

Porque no se trata sólo de volver. Hay que saber, de antemano, para qué se vuelve. Y aquí aparece el fantasma de la realidad mundial. Argentina está en el mundo y el mundo es un escenario donde todo fluye en un único presente globalizado y capitalista en el cual se compite para ver quién la tiene más grande a esa palanca o ese botón que permitirían destruir el mundo. Y se compite también en el nivel regional, tan distinto ahora a como lucía hace una década, pues ahora no sólo ha tocado a su fin el arrollador ciclo progresista iniciado con el siglo (aunque un hombre poco feliz en sus obstinaciones como Emir Sader todavía se empecine en negar la evidencia) sino que, sobre los dos únicos procesos anticapitalistas que acusan aún signos vitales, los mismos progresistas argentinos expresan dudas asistidos por la evidencia de que ni Maduro ni Evo Morales han sabido construir, aun, el paraíso terrenal para ofrendárselo a su pueblo.

Pero también aparece, además del escenario global y regional, nuestro propio y doliente país, en el cual hay que poner orden. Pero el orden no lo pone el que quiere sino el que puede. Y nunca se podrá con el sentido de las cosas manufacturado por "ellos", por los otros, por nuestro "no nosotros", que es no sólo diferente sino, fundamentalmente, opuesto, el enemigo, la no patria, el no pueblo, el capital que explota al trabajo.

Decimos, al principio de esta nota, que la propiedad de la única fábrica de papel para diarios con que cuenta la Argentina fue ratificada por la justicia en cabeza del Grupo Clarín y del diario La Nación y que ese mismo Poder Judicial, por completo funcional al Ejecutivo en medida que no reconoce antecedentes en la historia de este país, también le autorizó al referido monopolio mediático la fusión de Cablevisión con Telecom.

Quedan establecidas, de este modo, las bases materiales para la circulación de los mensajes en clave "revolución de colores", esto es, el dominio de las "fake news" por encima de la verdad y, en simultáneo, la realidad situada exclusivamente en el plano de la comunicación, de modo tal que los sujetos y sus conciencias individuales dejan de existir como tales en la medida en que devienen actores de una comunicación que los trasciende como sujetos. Y los actos de las personas insertas en semejante fenómeno comunicativo dejan de ser el producto de una psicología individual para ser expresión de un sentido social consistente en el diseño de la realidad a la medida del interés del monopolio comunicacional. Ese interés, nunca será otro que la legitimación del modelo de Estado, de sociedad y de gestión de los asuntos públicos que le han permitido erigirse en monopolio y que le garantizan su reproducción indefinida como tal. Por su parte, el sujeto individual se auto percibe como espectador de una realidad objetiva y exterior a él cuando, en verdad, él, manipulado y obtuso, forma parte de una realidad mucho más espectacular: el fenómeno comunicativo lo ha alcanzado hasta envolverlo y convertirlo en actor sustantivo en calidad de masa de maniobra consumidora y reproductora de realidad construida por esa misma comunicación. Un animal político así, enjaulado, sería inofensivo, pero lo sueltan cada cuatro años y hace daño.

En la noche del jueves 4 de enero pasado, la cobertura de la televisión por cable en la Argentina expuso con evidencia el paradigma bosquejado en el párrafo anterior: la ciudad de Azul (Macri ganó allí por amplísimo margen) se movía, a esas horas, en modo pueblada que repudiaba el cierre de la fábrica militar y el consiguiente despido de más de 200 trabajadores. Salvo C5N, ningún canal cubría lo que estaba ocurriendo, es decir, salvo C5N, los demás canales encubrían lo que estaba sucediendo. Y esto es lo que nos aguarda. A partir de ahora todo será igual, pero peor.

En este punto nos hallamos, es decir, con un peronismo tratando de unir lo antagónico con el objetivo de no perder en 2019. Ello en medio de un contexto regional que vive el fin de ciclo progresista que alumbró en el último estertor del siglo pasado y que exhibe, esta suerte de restauración neoliberal, un denominador que es común a Brasil, Argentina y Ecuador, en ese orden: el Poder Judicial como herramienta usada sin rubor, con voluntad política y claridad de objetivos, por una derecha que supo cargarse tres procesos soberanistas ciertamente relevantes en el contexto no sólo regional sino también mundial.

Si los estragos del "gradualismo" con que el gobierno gestiona los intereses de la empresa y la banca transnacional se tornan insoportables para sus víctimas, ello podría tornar realista y probable el desplazamiento de la derecha en las elecciones de octubre de 2019. Pero, hasta hoy, lo probable es, más bien, que el soberano se disponga a darle tiempo a esa derecha para que nos convierta en un símil de Canadá o Australia. Como el enfermo terminal, el argentino medio se aferra a cualquier quimera porque cualquier quimera, aun la que nos promete un sanador de utilería, es mejor que estar (o volver a estar) en manos de "chorros" irredentos. Tan simple como eso es la idea-fuerza que decide hoy -y no sólo en la Argentina sino también en el resto del mundo- rumbos de envergadura histórica.

En suma, un pasado benéfico al cual sus beneficiarios no quieren volver por cuanto les ha enseñado que todo cuanto los favorece es malo para el país. Y a ello se suma lo simbólico. Etchecolatz en su domicilio expresa la clara visión de la burguesía argentina de que la fuerza al margen de la ley, cuando es el último recurso para tutelar la riqueza amenazada, no es fuerza ilegal sino natural defensa de un derecho también natural. Y Milagro Sala, vejada y humillada, expresa también una lúcida visión de clase, esa que susurra, en el oído de la misma burguesía que libera a Etchecolatz, que un poder popular que actúa al margen del Estado jujeño y que crea vivienda, salud y escuela, es un peligro cierto, y ese peligro cierto para el bloque clasista dominante en la Argentina emergió, nuevamente, allá en el norte seco, como pesadilla recurrente, recordando aquellos fundacionales intentos de "poder dual" que insinuaron un perfil embrionario en las riberas del Paraná de los años '70.

Y como frutilla del postre, la evidencia de que Cristina se halla frente a una realidad no por escandalosa menos real: su probabilidad de obtener justicia en este Poder Judicial es inversamente proporcional a su vigencia política.

En fin, no es sedentarismo sino nomadismo el modo de estar en el mundo que hará posible seguir los desarrollos que anteceden. Un ser humano inmóvil, que lee, no por eso es sedentario, sino que lo será si lo que lee no lo obliga a ningún movimiento mental, a ningún extenderse más allá de sí mismo. Creo que no ha sido este el caso. Aunque con el cuerpo quieto hemos viajado desde los barbarismos liminares que violentan nociones elementales de lo justo y de lo injusto hasta el borde de lo posible en cuanto a pergeñar nuevas alternativas al ya gastado pero asombrosamente vigente neoliberalismo en escala continental, pasando por el vislumbre, casi a perplejidad batiente, de confluencias y consensos que deberían permitir a los argentinos un futuro distinto y posible, distinto a todo cuanto ayer fue futuro y posible en transición hacia lo probable.

Y este texto, así, ha terminado siendo una especie de flujo deleuziano, un fluir que no es cerrado ni autónomo sino que, en sus puntos de fuga, nos remite a otros flujos de escritura y de ideas que ya están, en este instante, cobrando vida en otras conciencias, en otros sujetos. Ellos, conciencias y sujetos, son amigos y no enemigos, pueblo y no antipueblo o -como creó Marx su modelo teórico para que, sobre él, inventáramos los signos y el color de la nueva pintura de la nueva sociedad- proletarios, no burgueses. Por eso este texto no concluye; porque es un texto abierto, que ya ha sido escrito, que se está escribiendo, en algún lugar, en este instante, que se seguirá escribiendo en el futuro.   



(*) Abogado, periodista, escritor.
29/07/2016

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