Columnistas
09/12/2017

Andan diciendo por ahí que se nos fue el Negro Coria

Andan diciendo por ahí que se nos fue el Negro Coria | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Ernesto Jauretche *

Andan diciendo por ahí que se nos fue el Negro Coria. ¡Qué va! Ese, por negro y por peronista siempre estuvo, siempre está, siempre estará. Tres veces, tres, como cantamos cuando evocamos a nuestros compañeros cada vez que queremos recuperar fuerzas, convicciones y esperanzas; sí, a los que, como el Negro, se mudaron a la memoria y son y serán por siempre revividos porque son estandartes de nuestras utopías.

Y allí estuvo, y allí está, y allí estará. Dicen Antonio. Dicen Ángel. Yo sigo diciendo Negro Coria. Siempre, en todas, en las buenas y en las malas, en las verdes y en las maduras, y más que nunca en las podridas. Sí ¡siempre! Cuando hacía falta, claro, y, si no, él mismo se hacía necesario: te imponía su amistad, su solidaridad, su amor, su compromiso.

Negro Coria, mi humilde homenaje, porque si hay alguien que se merezca de verdad la alabanza del poeta, ése eras, sos y serás: “ni bueno ni malo: incorregible”.

Podías decir, “yo soy amigo de todos y con todos me la entiendo, pero váyanlo sabiendo”… el Negro proclamaba y se ufanaba de ser, por encima de todo, un Ser peronista, una forma de vida, una pasión, un ardor, una religión, una intransigencia que lo hacía Ser único, como compañero. Como dicen en México, donde aquel perseguido Negro Coria fatigó el DF y recaló en Jalapa, donde se ganó el respeto y el cariño de un pueblo generoso y de sus guitarras, y el máximo elogio de la moral azteca: el Negro Coria, un peronista de hueso colorado.

Allá andarás, con otros puntaltenses compañeros: Juan Jacinto Burgos, Everardo Facchini, Mario Gasparri. Allá andarás, ayudando al Negro Hugo y a la Juanita en las modestas serranías llenas de sangre de El Salvador y a la guerrilla sandinista en la desdichada Nicaragua. Tampoco allá serás un olvidado. Aquí andarás, más cerca en la Patria Grande, entre los que hicieron culto y honra a la inmensa y ruda Patagonia. Andarás por un heroico Plaza Huincul batiendo por esos desiertos el cultrún de los Berbel. Irás a rememorar tiempos mejores entre los peuhenes mapuches de Aluminé con la Negra Chávez. Dormirás con frío en algún hotelucho de la Avenida de Mayo, caminarás con amigos y compañeros de café en café compartiendo risas y tristezas y rendirás cuentas en el Pasaje Rivarola como corresponsal en el Comahue de Señales Populares. Te seguirán por las calles y avenidas los más pobres, una y otra vez tus auténticos camaradas. Seguirás propagando, muchas veces con una pierna a la rastra, con la salud hecha pedazos, la lejana y tan cercana revolución chavista mientras siga siendo carne aquella copla de Alí Primera: “Los que mueren por la vida… es prohibido llorarlos”.

Negro, un brindis, por tu buena nueva vida… y hasta que nos volvamos a encontrar.



(*) Columna del programa “El Pulki”, que se transmite los sábados en Radio Universidad de La Plata, AM 1390
29/07/2016

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