Columnistas
21/11/2017

De cambio cultural y crisis social

De cambio cultural y crisis social | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Ante la idea de echar a la calle un millón de empleados públicos para "solucionar el problema" del déficit fiscal, debemos responder algunos interrogantes. Sólo a través del concepto de equidad y justicia social como guía y el de factibilidad política, como acción, podemos empezar a hablar de cambio a favor de la sociedad.

Osvaldo Pellin

[email protected]

El cambio cultural que propone José Luis Espert, representante de la filosofía en base a la cual se pretende alcanzar esa modificación, consiste en echar a la calle un millón de agentes públicos de la administración.

Eso para empezar a solucionar el problema del déficit fiscal, según su esquemática visión.

Frente a esta afirmación, caben varias preguntas que alguien que no es economista podría hacer:

-¿Cuántos médicos, enfermeros y agentes de salud de los hospitales públicos quedarían afuera del sistema?

-¿Cuántos ciudadanos argentinos morirían por falta de atención médica?

-¿Cuántos maestros, profesores de nivel medio y universitario habría que echar?

-¿Cuántos investigadores y becarios del CONICET quedarían sin laboratorios ni recursos para sus investigaciones?

-¿Cuántos policías, gendarmes, prefectos y oficiales de las tres fuerzas habría que prescindir?

-¿Cuántos diplomáticos, funcionarios políticos, cuántas reparticiones públicas habría que cerrar, incluidos registros civiles, consulados y del Sistema Penitenciario Federal?

En la medida en que no precisemos la magnitud y calidad de las prescindencias, el número de las reparticiones que se cerrarían, los hospitales sin médicos ni enfermeras que quedarían, las aulas y los laboratorios sin alumnos ni docentes, expertos ni investigadores cuya capacidad instalada caería en desuso, es difícil mensurar los daños de semejante idea.

Tomado el cambio cultural como un ajuste salvaje, debe precisarse en su magnitud, ya que de nada vale tirar al aire decisiones impracticables, que además de producir una parálisis funcional en casi todas las reparticiones del Estado y todo el sistema público de servicios, se generaría una crisis social y política que incendiaría al país.

Por otro lado, si se ataca así, masivamente con una economía de guerra a la población, habría que atacar con la misma agresividad al sector de mayores recursos para que paguen los impuestos, obligar a la repatriación de los capitales que duermen en las guaridas fiscales y reimplantar un sistema impositivo directo, que grave la renta financiera y que tenga equidad.

El financiamiento no se consigue solo con empleados públicos en la calle, sino recaudando más y haciendo pagar a aquellos que más tienen, para el financiamiento de las cuentas públicas.

Sin producción no se incrementan los recursos, se debe alentar e intensificar la producción por sobre la especulación y evoco en este instante la criminal maniobra especulativa de los Lebac y el endeudamiento público. Recordemos que como sostenía ante los acreedores el 'heterodoxo' Néstor Kirchner, "¿cómo quieren que les pague si no me dejan margen para la inversión y la producción? Así no les vamos a pagar la deuda. Los muertos no pagan la deuda.”

Entonces sí, con el concepto de equidad y justicia social como guía y el de factibilidad política, como acción, podemos empezar a hablar de cambio cultural.

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]