Columnistas
21/10/2017

Encuentro Nacional de Mujeres

“Lo que nos une es un sistema que no nos deja cumplir nuestros sueños”

“Lo que nos une es un sistema que no nos deja cumplir nuestros sueños” | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La frase pertenece a una participante del último Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Resistencia, Chaco. Más allá de la información que diferentes medios masivos difundieron sobre el tema, es importante conocer qué es, qué dinámicas se dan en este evento que ha llamado la atención de movimientos sociales alrededor del mundo, y por qué se considera único y vanguardista.

María Paz Colobig

El Encuentro Nacional de Mujeres 2017 (ENM) finalizó el lunes pasado con la lectura de las conclusiones y la elección de Chubut como sede para el año próximo. Llamativamente, o no tanto, este año la cobertura periodística en los grandes medios comerciales menguó respecto a la de años anteriores, casualmente, este año no hubo represión policial en la movilización que se realizó el domingo por la noche, no hubo cámaras que puedan captar escenas de agresiones, nadie tenía una foto más violenta que la de un par de paredes céntricas con pintadas.

Sin embargo, la violencia no se hizo esperar y el lunes, finalizado el encuentro un grupo de personas, hombres y mujeres, se hicieron presentes en la plaza 25 de Mayo, donde las “encuentreras” estaban esperando los colectivos que las llevarían a sus respectivas provincias, y las agredieron con palos y piedras, al mejor estilo ”caza de brujas”. Mientras esto sucedía, otros vecinos se concentraban en la plaza para repudiar la presencia de estas mujeres al grito de “putas, sucias, no las queremos acá”.

Desde la comisión organizadora afirmaron que “este es un violento acto ante la impotencia de no poder argumentar que un evento de tal magnitud se haya realizado con total tranquilidad, en un claro ejemplo de la violencia machista contra las mujeres que se manifiestan a favor de sus derechos y libertad”, a la vez que declararon que se trata de una emboscada planificada y que la denuncia ha sido radicada para que se investigue a los agresores y a quién responderían.

¿Pero qué es el encuentro de mujeres? ¿Quiénes son las que asisten? ¿Cuál es su espíritu? ¿Qué hacen más de 50 mil mujeres durante tres días ocupando calles, plazas y escuelas con debates, manifestaciones e intervenciones artísticas? ¿Por qué genera tantos rechazos y r resistencias?

El ENM surgió hace 32 años en un centro cultural de capital federal con la participación de mil mujeres, hoy ya hace tres años que superan las 50 mil y su crecimiento exponencial hace que la logística sea un desafío para las más de 500 organizadoras. Esta magnitud lo convierte también en un hecho político y en un fenómeno estudiado por sociólogos de todo el mundo.

Este año fue la capital chaqueña la ciudad que recibió más de 2 mil colectivos y ocupó todas sus plazas hoteleras e incluso las de las ciudades aledañas. Llegaron mujeres provenientes de localidades de todo el país y de distintos puntos de Latinoamérica. Las plazas públicas se llenaron de banderas, con consignas feministas unas, caras de mujeres líderes otras. Se llenaron de niñas, jóvenes y adultas, de mujeres de pueblos originarios, sindicatos, partidos políticos de lo más diversos, estudiantes, mujeres trans, lesbianas, heterosexuales, de izquierda, de derecha, a favor y en contra del aborto, de las huelgas, de los escraches.

Cualquiera que recorra las calles de la ciudad durante esos días, se encontrará con un clima diferente. Grupos de mujeres que pasean por las veredas teniendo discusiones en torno a la opresión, a cómo llevan adelante sus relaciones, la feminización de la pobreza, la construcción del amor romántico. Pero no es un encuentro donde cada quien saca a relucir sus conocimientos teóricos construidos en instituciones académicas. No, se escucha hablar a universitarias, campesinas, mujeres de todas las clases sociales, desde sus experiencias personales, y entre todas, se juntan y se transforman en reivindicaciones colectivas.

En el ENM no se vota. Las conclusiones surgen del consenso. Difícil de entender, para cualquiera que no haya participado, cómo alguien puede acercar una posición con la de otra persona que está en la vereda contraria en muchos aspectos. Y es que este es el espíritu del encuentro. Una mujer de las tantas que participó, dijo en uno de los talleres “nos hermana que desde épocas inmemorables nos han pisoteado nuestros sueños”. Sueños diferentes, sí, pero con una lógica común; su realización o no, no depende de las que sueñan sino de otros que deciden sobre ellas. Deciden si pueden o no ocupar cargos públicos, si pueden o no salir de la casa, en qué pueden trabajar y en qué no, si deben o no ser madres, si pueden o no interrumpir embarazos, cómo deben ser sus cuerpos para ser aceptados, y la lista podría seguir incansablemente.

De esta forma, la riqueza del encuentro, además de estar en estos reclamos que se materializan en la masiva movilización, está en los 72 talleres en los que durante dos días, estas mujeres, diversas, discuten y se pelean, pero buscan el consenso, y lo consiguen. No sin conflictos, pero con lógicas diferentes a las que durante años han dominado todos los espacios públicos, privados, políticos; aquellas que tienen que ver con la lógica patriarcal.

Es importante entender, en este punto, que cuando se habla de patriarcado se hace referencia a un sistema de opresión de varones hacia mujeres que se representa en prácticas tanto individuales como colectivas. Las instituciones modernas, en este sentido, están todas regidas bajo la lógica patriarcal más allá de que estén compuestas por mujeres que poco a poco, comienzan a ocupar espacios de jerarquía.

Lo que se busca en el ENM, entonces, es poner en debate a este sistema desigualitario, buscar formas de construir que no tengan que ver con la opresión de un género sobre otro, ni en el ámbito privado ni en el ámbito público, entendiendo que no se puede cambiar uno sin otro. Se trata también, de pensar y re pensar las prácticas que cada una de las asistentes ejerce, de generar entre las mujeres acuerdos y una complicidad que siempre ha estado vedada detrás de mitos tan falsos como el de la competencia, la envidia, que no han hecho más que perpetuar situaciones de dominación.

Y por supuesto, todo cambio de paradigma genera resistencias, incluso entre sus propias víctimas. Resistencias que se reflejan en las actitudes de ciudadanos comunes, medios e instituciones públicas. Así como cuando en el sistema económico las elites del poder concentrado no quieren perder sus privilegios y muchas personas defienden a su opresor, de igual manera sucede con el sistema patriarcal. De esta forma, el encuentro entre mujeres sirve para desnaturalizar estas prácticas, hacer de lo personal algo político y delinear estrategias para generar lazos que permitan de una vez construir relaciones en términos de igualdad.

De esta forma surgen innumerables preguntas que tienen que ver con las estrategias a darse ¿cómo se cambian las prácticas con las que desde tiempos inmemorables se han construido las relaciones sociales? ¿Se puede ejercer el poder sin opresión tanto de género como económica? ¿Son capaces quienes se encuentran gozando de privilegios de ceder ante ellos? Mientras en cada taller se abren más y más preguntas, el encuentro, a pesar del desprestigio mediático, de los intentos de desarticulación y de las estrategias de miedo que abundan en el clima político actual, sigue creciendo exponencialmente. Fiel reflejo, de que cuando los cambios sociales están a la orden del día no existe poder económico ni patriarcal que pueda detenerlos.

29/07/2016

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