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21/10/2017

“Aimé”, la ficción que trae de regreso a una mujer de vanguardia

“Aimé”, la ficción que trae de regreso a una mujer de vanguardia | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El trabajo de la actriz y directora cutralquense Aymará Rovera sobre la vida de la cantante Aimé Payne, llega para vindicar una impronta de identidad originaria y autopercepción cultural en días en los que cualquier gandul con poder mediático es capaz de usar el término “mapuche trucho” en los horarios de mayor audiencia sin que se le caiga un solo anillo.

Fernando Barraza

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"Es hermoso cuando viene/el viento de la tierra cordillerana/viene el viento del Oeste/El viento del Sur/el viento del Este/el viento del Norte/¡A su paso va pegando (contra los montes) el pasto!/piedras amontonadas"

Canción Sagrada del Viento (Aimé Payne)

Todo aquel que medianamente quiera permanecer informado, habrá notado que en los últimos meses circula en los medios de nuestro país, a través de vehementes editoriales, la idea del supuesto “peligro” que los pueblos originarios -en tanto colectivo amenazante conformado por “otros hostiles”- ejerce contra “nosotros”, los normales y argentinos, de manera violenta y salvaje. Sin mayores argumentos y con datos rayanos con lo fantasioso, comunicadores encumbrados y masivos, como los Leuco, Lanata, Morales Solá o Etchecopar se han encargado de desparramar a los cuatro vientos teorías conspirativas por las cuales un puñado de indios guerreros y terroristas entrenados por FARC, Sendero Luminoso, el IRA, ETA, la RIM y la RAM, Al Qaeda o el ISIS van a matarnos a todos a punta de piedras, serruchos y viejos teléfonos Nokia 1100. Pero el argumento del indio desalmado y amenazante no es nuevo, ha sido esgrimido por el poder económico dominante en Argentina como discurso para el miedo social desde siempre, desde los inicios mismos de la conformación de nuestra nación.

Hoy, cuando pareciera que la tendencia es aleccionar al pueblo en torno a la defensa de la propiedad privada terrateniente, se inventa una amenaza india criminal sin importar que sea altamente probable que las fuerzas de seguridad hayan asesinado a un joven de 28 años en un procedimiento viciado de ilegalidades. El turno de la demonización al pueblo mapuche hoy es trending topic y miles de argentinos lo recogen de los medios señeros para reproducir el discurso xenófobo con una facilidad pasmosa, casi inhumana. En medio de esta maroma desquiciante, donde todo lo relacionado con lo originario es puesto bajo sospecha, una actriz neuquina apuesta a una ficción biográfica que llega para vindicar a una figura ahora histórica que, por su solo nombre, representa el coraje de reconocerse originaria desde el arte del canto: Aimé Payne.

¿Quién es esa chica?

Aymará Rovera es una actriz cutralquense radicada en Buenos Aires que, en este caso, ha asumido los roles de guionista y directora de “Aimé”, una ficción en la cual contará vida y obra de Aymé Payne, la célebre cantora mapuche que, gracias a la fuerza interna de su propio arte ancestral como cantora, autopercibió sus raíces mapuches y durante gran parte de su corta vida adulta (falleció a los 44 años) se dedicó a cantar para difundir su cultura nativa en diferentes escenarios del país y del mundo.

La fuerza de su canto, admirado a su paso allí por donde fuera, no encontró eco en la maquinaria de la industria musical de la época, por cuanto jamás pudo grabar un disco de estudio formalmente.

“Aimé fue pionera –le cuenta Aymará Rovera a Va Con Firma- fue la primera en hablar sobre la raíz mapuche, la tierra, la lengua, los rituales. Habló de la ´Conquista del desierto’, denunció la matanza de las mujeres y niños. Lo hacía antes de cantar, no siempre, pero bajaba línea y era muy clara. Sobre todo hablaba de los vivos, de ‘los pueblos originarios vivos’. Fue la primer mujer que cantó en la lengua mapudugun en la Argentina y la primera en denunciar en momentos oscuros del país”.

Lo aseverado por la directora de esta ficción, íntegramente rodada en nuestra región con una gran mayoría de actores y actrices patagónicos, se condice con un artículo de 1987 escrito por el historiador mapuche Reynaldo Mariqueo, quien menciona claramente que esa mujer valiente, rebautizada legalmente como Olga Elisa, hasta se animó a recuperar de una manera vanguardista su propio nombre originario: “Aimé uso su nombre mapuche 'ilegal' y cantaba en mapudugun –dice Mariqueo-; confeccionó su ropa indígena, que la usaba con orgullo donde fuera. Su sola presencia física era un reto y una evidencia demoledora, ‘Nuestro Pueblo no ha muerto, aún existe y seguirá existiendo’, repetía una y otra vez”.

La fuerza de creer en un sueño

Aymará Rovera pasó seis años de su vida soñando y construyendo el sueño de “Aimé”, muchas veces pensó que jamás podría rodar esta historia a la que define como “la vida de una líder social y cultural”. Haciendo un resumen del recorrido de ésta aventura hasta aquí, dice: “Durante años viví momentos muy difíciles, mucha gente me hizo duro el camino, los más cercanos y a veces la gente en la que más confié. También hubo muchos productores o directores que me decían ‘¿A quién le va interesar hablar de Aimé?, otros que pedían plata adelantada o no escribían una sola línea para ayudarme en el guion, otros que si no viajaban en avión no venían al sur a investigar o a trabajar. Mis convicciones no flaqueaban a fuerza de esfuerzo. Viaje cientos de kilómetros cada año para que alguien me ayude, me cerraron tantas puertas que ya ni recuerdo cantidades. Envié más de 250 cartas a diferentes lugares pidiendo ayuda, comí mucho arroz para estudiar y prepárame, viví en pensiones y alquilé mi cuarto, dormí casi un año en el living para no dejar el proyecto a la mitad, ahorre cada peso para pagar correcciones o gente que venía trabajar conmigo. Vi pasar ministros y legisladores que decían que me iban ayudar y luego nada. Pero siempre alguien te ve, las cosas terminan por tomar forma. Me ayudaron finalmente las carteras provinciales de cultura de Neuquén y Río Negro, intendentes como los de Ingeniero Huergo o Aluminé. Muchos me acompañaron motu propio, en especial Carlos Paine o Rita, amiga de Aimé, o Nicolás Rodríguez Blanco, que coguionó conmigo. Todo lo bueno y lo malo me fortaleció en este camino”.

Actualmente “Aimé” está en proceso de post producción: “estoy comenzado a editar –cuenta Aymará- será una serie y paralelamente también hare un largometraje en coproducción. Estoy analizando todas las posibilidades y Charo Bogarín (cantante de Tonolec, protagonista de la ficción de Rovera) tiene mucho que ver con esto, ya que realzó la apuesta y me abrió nuevas puertas, mejoró la calidad artística junto a todos los actores regionales de Neuquén y Río Negro, de un talento increíble, como el de los miembros del equipo técnico que me acompaño y creyó en mi historia”.

Las raíces

“Aimé fue la primer líder feminista mapuche -asevera Rovera- sus maestras eran las abuelas. Como en muchas comunidades matriarcales, la sabiduría la transmite la mujer, sin duda Aimé fue inmensamente valiente en buscarse a sí misma en plena dictadura, fue una líder inteligente, casi abogada, casi antropóloga, atrevida, sexy, apasionada. Se animó a todo en varios aspectos, no formó una familia tipo, pero tuvo la familia más hermosa y grande a la que dedico su vida: su pueblo mapuche”.

Quizás uno de los rasgos más vanguardistas del legado Aimé haya sido su propia necesidad de reconocerse aborigen a pesar del mandato familiar, social y hasta legal que la empujaba a ser huinca, a ser Olga. Como muchos miembros de su generación, o de la de sus padres y hasta de sus abuelos, Aimé bien podría haberse definido “criolla” y “olvidar” el llamado identitario de sus raíces. La fuerza impuesta por el Estado Nación argentino (y el chileno también, no soslayemos esta impronta transnacional) condenaba al escarnio a todo aquel que se “asumiera” indio y –en años de campañas al desierto- sus propias vidas corrieron riesgo al asumirse nativos. Lengua, cultura y filosofía fueron acalladas. Aimé rompió ese sino, Aymará fue testigo directa del silencio de no reconocerse:

“Crecí en Cutral Co en la década del ochenta -dice Aymará- y la mayoría de los mapuche que había sentían vergüenza y cambiaban sus apellidos por Gonzales, López, etcétera. Bastante mayor ya, me enteré que tenía una abuela criolla hija de tehuelche y española, crecí con esa fantasía de preguntarme quien era y de donde venía. Siempre sentí el deseo de hacer algo vinculado a mis orígenes aunque sea mezcla. Mi bisabuela era tehuelche de La Maruja, un pueblo de La Pampa, no tuve cercanía con ella no la conocí, y mis padres tampoco me han hablado mucho sobre esto. En esa época no se hablaba ni se preguntaba de dónde veníamos, creo que hay algo en mí y tiene que ver con los ancestros de uno. Mi nombre indio me resonaba y me interesaba la sabiduría de las abuelas, el cuidado de la tierra, la fuerza de la mujer originaria en general y la resistencia de ellas a lo largo de la vida”.

Final Abierto

Si bien los tiempos argentinos actuales parecieran un poco traicioneros a la hora de pensar la pluralidad, en Aymará Rovera prima un pensamiento positivo de guerrera de sangre india que ve el futuro con una amplitud notable:

“Aimé no es casual en mi vida y el arte también debe servir para la denuncia. Esa es, entonces, mi forma de expresarme, de hacer algo por la sociedad desde mi lugar de actriz, docente, guionista y directora. Aimé falleció hace 30 años y por estos días avanzó todo muchísimo. Ella estaba sola en la lucha, se fue sin ver nada de todo lo que hay hoy: la lengua originaria ahora se enseña hasta en algunas escuelas, los jóvenes sienten orgullo de pertenecer, todo avanzó con internet y ahora hace muchos años se respetan los rituales, las costumbres, la vestimenta, hay muchos cantantes, cantoras de la lengua, se lleva con orgullo y eso lo viven las nuevas generaciones. Aimé no vio nada de todo esto: a ella le toco raspar la tierra, nada le fue fácil, pero ha dejado tanto que no para de florecer. Todos tenemos un poco de sangre india, originaria. Por eso creo fervientemente que no hay indios ‘truchos’ o ‘verdaderos’. Yo creo en la diversidad, creo en la unión, creo que todos somos los mismo y si nos separamos de lo que somos (un todo) la lucha será eterna y… más separados, más débiles seremos”.

29/07/2016

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