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Columnistas
19/10/2017

Mortalidad infantil, una dramática expresión del modelo económico

Mortalidad infantil, una dramática expresión del modelo económico | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La situación de salud de un pueblo es una de las maneras por las cuales se expresan procesos más generales de la sociedad. Si el descenso de la mortalidad infantil logrado hasta 2015 se detiene, y mucho más aún si empeora, debe constituirse en un alerta urgente para quienes tienen responsabilidad pública.

Mg. Daniel Esteban Manoukian *

Quizás una de las fantasías nunca resueltas por los sanitaristas es encontrar un indicador que por sí solo traduzca la situación de salud de una población y que además pueda servir para comparar a esa comunidad con otras.

La salud entendida como fenómeno social es producto de una compleja trama de condicionantes genéticos, biológicos y emocionales, también influidos por el resultado de las relaciones sociales predominantes, motivo por el cual está directamente determinada por el proceso histórico en el cual se enmarca.

La situación de salud de un pueblo no es más que una de las maneras a través de las cuales se expresan procesos más generales que lo caracterizan. Así, la salud está determinada por la estructura y dinámica de la sociedad, por el grado de desarrollo de sus fuerzas productivas y de trabajo, de sus relaciones sociales, por el modelo económico y la forma en que este se inserta y se articula con en el sistema económico nacional e internacional, por la particular organización del Estado y de sus relaciones políticas en un momento particular de su historia.

Asumiendo esa complejidad, y por lo tanto la limitación de los indicadores sanitarios, la Tasa de Mortalidad Infantil (TMI), es frecuentemente mencionada como parámetro de comparación entre distintas comunidades.

Estrictamente, la TMI es un cociente que relaciona el número de niños fallecidos antes de cumplir un año de vida con el número total de nacidos vivos ese mismo año. Es considerada como uno de los indicadores más importantes de la situación de salud de una población, dado que se relaciona con el acceso a una atención sanitaria de calidad, pero fundamentalmente con el nivel de pobreza de una sociedad y el grado de desarrollo de una región geográfica.

Algo sobre el contexto histórico, político y económico

Por primera vez en la historia argentina el pensamiento conservador-oligárquico que representa a los sectores más concentrados de la economía, y responsables a su vez de las desigualdades más injustas y evitables, llegó al gobierno por el voto popular. Las consecuencias de políticas orientadas a dar cuenta de las ambiciones siempre insatisfechas de los “dueños” del país, se traducen en desocupación, incremento de la pobreza e indigencia, y en la ampliación de la brecha entre ricos y pobres que se expresa al empeorar el coeficiente de Gini.

El coeficiente de Gini es un conocido índice que mide la desigualdad de una distribución, y que en economía es utilizado para medir la distribución del ingreso. Este coeficiente es un número entre 0 y 1. Así, si fuese 0 estaríamos ante una perfecta igualdad, esto es que todas las personas reciben el mismo ingreso, es decir el 20% de la población recibe el 20% de los ingresos, el 40% de la población el 40% de los ingresos, y así sucesivamente. El extremo opuesto es cuando el coeficiente da 1: allí habría desigualdad absoluta, el 100% del ingreso concentrado en una sola persona.

Un informe del Centro de Estudios de la Ciudad (CEC) de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (Universidad de Buenos Aires) indica que de 2003 a 2015, o sea durante las gestiones de Néstor y Cristina Kirchner, la desigualdad bajó desde 0,53 a 0,41, es decir 12 puntos porcentuales. Esta fue una característica propia del período.

El informe detalla que “excepto en 2014 -y algunos trimestres puntuales en años anteriores-, el Gini evidenció sistemáticamente tasas de variación inter-anual negativas entre el tercer trimestre de 2004 y el segundo de 2015”. En el segundo trimestre de 2016, el Gini aumentó y volvió a hacerlo en el tercer trimestre de ese mismo año, hasta llegar a 0,44. Luego, en el cuarto trimestre de 2016, logró una leve reducción -de un punto porcentual hasta 0,43-, aunque quedando un nivel de inequidad que no se registraba desde fines de 2010. Obsérvese en el gráfico que sigue cómo la tendencia descendente desde 2003 se revierte desde finales de 2015 (Laura Vales para Página 12, agosto de 2017).

 

La desigualdad en salud enferma y mata

En 2015 Argentina logró por primera vez en su historia, y luego de 12 años de reducción constante, que la Tasa de Mortalidad Infantil (TMI) fuese menor a dos dígitos. Ese indicador que expresa cuántos niños fallecen antes de cumplir un año con relación al total de nacidos ese mismo año, fue para 2015 de 9,7 por mil.

Sin embargo, ese promedio nacional esconde diversas realidades, entre ellas la brecha entre las provincias mejor ubicadas respecto de aquellas con indicadores más preocupantes. Esa brecha era para 2003 de 2,4 veces, y fue achicándose hacia 2015 a 1,9 veces. Es decir, en Formosa (la provincia argentina con mayor mortalidad infantil) la tasa era dos veces y media mayor que la mejor, y hacia 2015, si bien la diferencia era menor, aún seguía siendo significativa.

Brechas similares se verifican dentro de cada provincia, e incluso entre barrios de una misma ciudad, y es que la desigualdad en los ingresos que se expresa con el coeficiente de Gini, impacta también en la salud y se pone dramáticamente en evidencia cuando se analiza la tasa de mortalidad infantil.

Economía y salud

Resulta elocuente la vinculación entre modelo económico y la salud colectiva cuando se analiza la evolución de los componentes de la tasa de mortalidad infantil.

La tasa de mortalidad infantil neonatal (TMN) que refiere a los niños fallecidos antes de cumplir un mes de vida, depende en una importante medida de la actuación del sistema de salud. Así, el adecuado control del embarazo desde etapas tempranas, la correcta y calificada atención del nacimiento -que incluye el parto respetado en maternidades seguras y centradas en la familia-, como la atención inicial del recién nacido, contribuyen a reducir la TMN. Esa tasa se redujo desde 2003 hasta 2015 un 37%.

Seguramente influyeron los esfuerzos por mejorar el equipamiento y capacidad de resolución de los hospitales, la capacitación, asistencia técnica y el “Plan de Acción para la reducción de la Mortalidad Materno-infantil, de la Mujer y de Adolescentes”, iniciativa desplegada por el ministerio de Salud de la Nación desde 2012 a 2015.

La tasa de mortalidad post-neonatal (TMP) que da cuenta de los niños fallecidos entre el mes de vida y el año, si bien guarda relación con la presencia efectiva del sector salud, está más influenciada por factores del contexto social, económico y cultural.

Así, en la serie que se muestra en el gráfico (1990 a 2015) puede apreciarse como la TMI muestra una tendencia en descenso pero con dos ascensos en 2001-2002, coincidiendo con la más grave crisis económica de los últimos 30 años, y otro ascenso menos significativo en 2007 que fue coincidente con la epidemia de gripe A, la cual generó muertes en menores de un año.

En una evidencia más de la vinculación del modelo económico con la salud, la TMP se redujo en el período 2003-2015 un 47% (de 5,9 a 3,1), es decir significativamente más que la TMN. El descenso fue, en estos años, paralelo a la reducción del Gini.

Pero también la TMP puede reducirse con medidas instrumentadas desde los sistemas de salud. Citemos un ejemplo: una de las causas de muerte en ese período de vida esla llamada “muerte súbita del lactante”.

Cuando se diseñó el Programa Qunita se contaban con datos consolidados del año 2013 que mostraban que, en Argentina, se registraron 275 defunciones de menores de 1 año por síndrome de muerte súbita infantil, de acuerdo a datos de la dirección de Estadísticas e Información Sanitaria (DEIS), del ministerio de Salud de la Nación.

La muerte súbita del lactante es una muerte repentina e inesperada en el domicilio, generalmente durante el sueño. Constituye una de las principales causas de muerte en los niños menores de un año. Aproximadamente el 50% se relaciona con no tener un espacio propio para dormir. Se estimó que unos 138 niños podían ser salvados por año a través de este programa, uno de cuyos objetivos era garantizar el sueño seguro del recién nacido en un moisés propio que permitiera evitar el colecho. Ya se sabe que el programa se desmanteló con el cambio de gobierno a partir de diciembre de 2015.

Una alerta y un llamado

Aunque la tasa 2016 no está aún publicada, ya se conocen datos de la provincia de Buenos Aires que confirman la sospecha de que al empeorar la distribución de la riqueza (empeoramiento del Coeficiente de Gini), no solamente la TMI habría empeorado o al menos detenido la tendencia a la baja de los últimos años, sino que aumentó nuevamente la brecha antes comentada.

El celoso seguimiento de la mortalidad infantil es necesario para prender alertas, tanto aquellas que tienen que ver con definiciones políticas sustantivas que exceden el marco sanitario como otras que comprometen directamente a los sistemas de salud.

La detención del descenso de la TMI y mucho más si esta empeora, debe constituirse en un llamado urgente para quienes tienen responsabilidad pública. La preocupación constante por mejorar estos indicadores no solamente mejora las estadísticas, sino que se traducen en mejoras en la calidad a lo largo de todo el proceso de atención.

Tomar estas señales con displicencia provoca muertes innecesarias, injustas y evitables.

 

Tasa de Mortalidad infantil, Argentina, Río Negro y Neuquén, 2003 y 2015

Fuente: DEIS, Msal, Serie 5, Nº 59, 2016

 

Río Negro ha logrado desde 2014 ingresar en una tendencia descendente en la TMI producto de un importante esfuerzo del conjunto de equipos de salud. Para Neuquén debe ser un llamado de atención, ya que la evolución de este indicador no resultó con la misma tendencia que para la provincia vecina.



(*) Médico sanitarista. Centro Universitario de Estudios sobre Salud, Economía y Bienestar (CUESEB) Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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