Columnistas
17/10/2017

Cabalgando octubre

Cabalgando octubre | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Cambiemos precisa un triunfo electoral como trampolín hacia un nuevo ajuste y para arrasar con el Estado de Derecho. Si el kirchnerismo sale de la encrucijada de ganar sí o sí en provincia de Buenos Aires, como principal oposición podrá sentar las bases para que el peronismo sea una alternativa al actual gobierno.

Osvaldo Pellin

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Unos días antes de las elecciones, quizás sea útil reflexionar acerca de ellas sin el resultado consagrado.

Tan importante como ganar, es fundamental hacer una buena elección en todo el país. No descapitalizarse en demasía respecto de los votos cosechados en el 2015.

Hay que salir de la encrucijada de ganar sí o sí en la provincia de Buenos Aires. ¿Por qué? Porque allí sabemos que la diferencia en más o en menos será muy menor y no afectará ni servirá para formular pronósticos a futuro. Para que los vaticinios sean optimistas alcanza con pelearla y dejar que gobierne Heidi. Dejándola sola sin el argumento justificatorio de la pesada herencia, no dejará error por cometer. Después, si el electorado bonaerense sigue creyendo en su candidez e incompetencia, es cuestión del genio colectivo.

Lo único a lamentar en una eventual derrota electoral por unos pocos votos, es que el compañero Jorge Taiana no podría integrar el Senado. Ahí la pérdida sería para Unidad Ciudadana (UC) y para toda la Argentina.

En el resto del país, el movimiento nacional y popular luchará desde intendentes y gobernadores por mantener su primacía. En eso tiene que ver el resultado de cada gestión realizada y en qué medida se pudieron soportar las zancadillas o el ninguneo de Cambiemos hacia aquellos municipios abiertamente K.

La suma de votos de uno y otro partido al final de los comicios marca la hora de la verdad. Si gana Cambiemos, ¿cuántos votos le habrán sacado a UC?

Si gana UC, ¿por cuántos votos se habrá ganado? Ante un panorama político en el que es satisfactorio el solo hecho de terminar siendo la principal fuerza de oposición con escasa diferencia en los guarismos finales de los comicios, es un triunfo.

Si no hay fracaso estrepitoso en esas cifras finales en gobernaciones e intendencias ganadas sobre gobernaciones e intendencias perdidas, la elección habrá dejado en vigencia a UC con energía de sobra para pelear desde el Parlamento las medidas antipopulares de Cambiemos. Y también habrá sentado las bases para la restauración del peronismo como fuerza alternativa a Cambiemos en el gobierno de la Nación.

Queda por considerar el fraude que seguramente se llevará a cabo en cada distrito si las cosas no vienen como Cambiemos espera. Su ansiedad por ganar en legitimidad es el trampolín para un nuevo ajuste, para gobernar con mayor discrecionalidad y arrasar con el Estado de Derecho mediante hechos como la proscripción de Cristina, el desplazamiento tramposo de la procuradora Gils Carbó, la continuidad de la masacre personal y política contra Milagro Sala, además del olvido de la desaparición forzada de Santiago Maldonado, entre otras atropelladas.

De estas últimas, y por su gran entidad, no puede olvidarse que el gobierno prepara nuevo intento para insistir con un sistema tan injusto como asimétrico en la distribución de la renta que beneficie al capital concentrado. O sea, más empobrecimiento para muchos, más riqueza para pocos.

La gran duda está centrada en cuál será la toma de conciencia de la población en general, donde una gran parte todavía no dio muestra de importarle la orientación política del gobierno de Macri. Pareciera que su legitimidad está aún preservada pese a su mediocre perfil de estadista, a su extracción social antipopular y a su gabinete de CEO o patrones que hacen y deshacen en base a un beneficio personal creciente para sus empresas y ellos mismos, en detrimento del patrimonio público y los intereses generales de la sociedad.

Eso no importó, o si importó fue de un daño controlable. Muchos conservaron su trabajo en relación de dependencia, y el gobierno kirchnerista dejó un margen para el endeudamiento que hasta ahora no es más que un paliativo para mantener la escasa estructura productiva que nos hace parecer a un país normal.

Los escorados fueron los jóvenes, las clases medias bajas y los trabajadores. Esos desocupados han empezado a flotar en un limbo menesteroso del que, deben comprender, solo se sale por medio de otra política, justamente no con la que está en manos de Macri.

29/07/2016

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