Columnistas
19/09/2017

Volver

Volver | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En las discusiones políticas de café, además de insultar a Cristina, se intenta aniquilar políticamente al kirchnerismo como se hizo con el peronismo después del ‘55. Pero es una tarea imposible como intentar hundir un iceberg, porque la parte sumergida, la que no se ve, siempre seguirá viva.

Osvaldo Pellin

[email protected]

En cualquier momento desde hace varios años, y particularmente en estos meses de campañas electorales, en los cafés del centro de Neuquén se oye blasfemar contra la ex presidenta Cristina Kirchner.

Mientras tanto, los que la defienden se extienden en largas tribulaciones, más privadas, menos estentóreas, que explican la lógica del kirchnerismo.

Es que entre un insulto y una reflexión hay un océano de diferencia, aunque el tema sea político. O precisamente por eso.

Es más, un insulto no es un discurso y se agota en la significación de la blasfemia. Hay que tener en claro que el “kirchnerismo peronista” requiere una explicación acabada de sus propósitos. Un insulto no es más que el enunciado brutal de una descalificación.

Además, frente al insulto quedan dos caminos: devolverlo con uno de igual o mayor monta, o explicar que no se ajusta a la realidad, intentando para ello revertir la carga de la prueba, si hubiese un argumento en la diatriba.

Y revertir la carga de la prueba nos mantiene expuestos a los merecimientos de la descalificación, hasta que nuestro eventual interlocutor acepte a regañadientes nuestros argumentos y deponga su insulto acusatorio, o nos convierta generosamente en una excepción a la universalidad de sus intenciones.

Las voces en el café oscilan en su recobrada intensidad después de las elecciones primarias.

Desde nuevas significaciones de los antiguos y ya conocidos epítetos antikirchneristas, se intenta una puesta de espaldas de la posición kirchnerista, como antiguamente se intentaba con el peronismo depuesto mediante el golpe cívico militar de 1955.

En suma, se quiere aniquilar el kirchnerismo, calificativo que cobrara tan acerada repercusión en tiempos del decreto de Italo Luder de 1975 que otorgaba a la represión un cheque en blanco de impunidad.

Ahora bien: aniquilar a Cristina es como intentar hundir un iceberg. Es una tarea imposible porque las 4/5 partes de esa formación están profundamente sumergidas, y por más que se lime la quinta parte a la vista, lo sumergido, lo que parece no verse, seguirá vivo.

Por eso el éxito neoliberal es ilusorio, pero mediante el fraude en la difusión de datos sobre las PASO aparecieron bendecidos por los medios de prensa como ganadores, creando un clima exitista que hay que ver en definitiva lo que ocurre en los resultados electorales de octubre. Provienen, sin embargo, de una tradición política que se agotará en su propia codicia.

El peronismo kirchnerista está acechado por el poder oficial y sus múltiples variantes.

Estoy seguro de que con juego limpio tendríamos las elecciones ganadas y no me refiero solo al fraude, como germen perturbador de lo decente en estas lides.

Hasta hace poco fueron los generosos formadores de opinión en una sociedad plural, convertidos hoy en un poderío mediático que cruza de norte a sur y de este a oeste nuestro Occidente. Ese mismo poder será de acá en más el gran obstáculo del kirchnerismo, que será manipulado por la embajada de Estados Unidos o por la CIA, da igual, para que no vuelva al poder un gobierno nacional y popular.

Finalmente, en los cafés donde se debate y vive el país político tienen vida, en la pausa, aun crispada por la rivalidad y hasta por el odio, el esfuerzo militante por Cristina, y al mismo tiempo una euforia, con que se abroquela exitista, la lógica de la derecha macrista.

En el devenir inmediato no hay muchas alternativas aunque sean muchos los nombres de los aspirantes al triunfo. Dado que la realidad se impone: la estructura popular y nacional de la que está compuesta en alto porcentaje, reaparecerá en millones de compatriotas, como dijera Evita. Que solo para probar sus dichos una vez más, volverá con Cristina o con quien tome la posta, esta vez o en el 2019, con su leal promesa convertida en realidad.

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]