Columnistas
07/07/2017

Detrás del juego

Libertad entre rejas

Libertad entre rejas | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El pasto sintético es el escenario y los tapiales son los telones de grupo de personas que estrenan la primera cancha de rugby entre las rejas. Se encuentra en San Martín y sus protagonistas son los Espartanos.

Alvaro Nanton

El sol pega en la cara. Transcurre el mediodía del sábado y la libertad parece respirarse en cada patada, cada pase y en cada palabra. Lo jugadores se sienten incómodos y pareciera que están jugando de visitante. Hay muchas personas desconocidas que buscan su foto, otras agarran el micrófono y dicen solo un conjunto de letras lindas.

Algunos de estos desconocidos tiene cara de que entran a un zoológico con el temor de no salir vivos. Otros seguramente reproducen en su cabeza imágenes de películas o series que vieron relacionadas a motines o a escapes espectaculares. Lo que pocos no ven, es que detrás de esos protagonistas imaginarios o de ficción, hay personas. Con virtudes y con defectos, con errores y aciertos que hoy los llevaron a estar ahí.

Por esas razones y por otras muy distintas- que no podríamos imaginar- nos separa un mural que se rompe cuando la pelota entra en juego. No hay "presos" ni "personas en libertad", solo hay jugadores.

El sábado 1 de julio fue un día bisagra para la libertad y el deporte, porque se presentó formalmente la primera cancha de pasto sintético de rugby entre rejas del mundo. Allí se disputó el primer partido donde ganaron los Espartanos 27 a 17 ante los visitantes, que entre ellos estaba Julián Weich y varios jugadores profesionales de rugby.

Con presencia de la vice presidenta, Gabriela Michetti, del ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires, Gustavo Ferrari, el secretario de Justicia de la Nación, Santiago Otamendi y el secretario de Deportes de la Nación, Carlos Mac Allister, se cortó la cinta. Fue algo simbólico y no solo relacionado al acto de cortar la cinta para dar el estreno a la cancha, sino que ese mismo cordón los separaba. De un lado, los políticos con sus sonrisas y sus gestos burgueses. Del otro, los Espartanos, los jugadores, con miradas tímidas, sintiéndose incómodos y jugando de visitante en su propia cancha.

El proyecto impulsado por Eduardo “Coco” Oderigo en el Penal 48 de San Martín genera un trabajo en donde el Estado está ausente. A través del rugby, este abogado de San Isidro arrancó a explicarle los valores y las reglas por medio del deporte. Y esto, el sentirse parte, el comprender las reglas y el tener ganas de cambiar su vida, generó que la tasa de reincidencia bajara drásticamente. Según datos oficiales, en el 2015 el porcentaje de reincidencia en las cárceles de la provincia de Buenos Aires era del 65% y en los 18 penales que practicaba rugby bajó a 1%.

El deporte funciona como nexo y enseñanza, pero también como esperanza de tener una sociedad mejor. Porque si entendemos que esta cancha será un incentivo para que sigan jugando, significa que más personas estarán en libertad incluidos en esta sociedad desigual. A su vez, no estarán encerrados generándole un costo al estado de 30.000 pesos por mes, siendo esta cancha la inversión en desarrollo, educación y deporte.

Coco, con su timidez y humildad, se esconde de las cámaras lo que más puede. Pero él es la cabeza –loca- que llevó adelante esto un martes hace varios años. Llegó al Penal para que un amigo conociera una cárcel de máxima seguridad, pero él se quedó. Habló con el Jefe del Penal para que lo dejará practicar rugby con los reclusos y lo trataban de loco. Un deporte violento, con personas violentas causaría mucha más violencia.

Pero no. Insistió y se generó un equipo de más de 35 jugadores, que viven casi todos juntos en el Pabellón 8.

En la actualidad, Coco sigue llevando adelante este proyecto llamado Fundación Espartanos, que se creó en el Penal 48 de San Martin y cada día crece más. Se va generando una gran familia, que rompe las fronteras potenciándose y yendo a varias cárceles del país sembrando el proyecto, como les pidió el papa en el 2015.

La única regla y restricción que tienen los presos para usar la cancha es que estudien, porque la realidad es que mientras más llenas estén las aulas, más vacías estarán las cárceles.

29/07/2016

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