Columnistas
06/06/2017

Elecciones mentirosas

Elecciones mentirosas | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Si un presidente se sinceró con aquello de que “si en la campaña decíamos la verdad de lo que íbamos a hacer, no nos votaba nadie”, y si esa estrategia fue adoptada luego por Macri, ¿podríamos concluir en que para ser elegido presidente nunca hay que decir realmente la verdad de lo que se va a hacer?

Osvaldo Pellin

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Uno de los presidentes de los últimos años se animó a sincerarse: “Si en la campaña decíamos la verdad de lo que íbamos a hacer, no nos votaba nadie”. Esos dichos, que configuran una estrategia mulera (de “meter la mula”, como se decía antes) crearon escuela, y fueron adoptados en calidad de discípulo por el actual presidente Macri que, curiosamente, logró los mismos resultados.

¿Podríamos deducir de ello que nunca hay que proponerse para ser elegido como presidente diciendo la verdad de lo que se va a hacer?

Asimismo, de acuerdo a las últimas encuestas y a pesar de lo que hizo para consagrarse presidente -mentir-, y de lo que gestionó desde que está en el gobierno, se afirma que Cambiemos tiene un piso del 30 % de voluntad de voto entre los potenciales electores.

Yo sugeriría entonces, que la campaña de quienes se oponen razonablemente a este gobierno, debería empezar por intentar captar a una parte, al menos, de ese 30 % de votantes, diciendo en la campaña proselitista algo así como: “Vamos a seguir haciendo lo que Macri ha hecho bien, mejoraremos lo que ha hecho mal, y haremos aquello que aún no ha realizado”.

“Entre lo que seguiremos haciendo, vamos a sostener la derogación de la ley de medios; la derogación de los dos aumentos anuales para los jubilados; vamos a ajustar los planteles de personal de la administración pública despidiendo 50.000 empleados más en solo seis meses; a devaluar hasta sincerar el valor del dólar llevándolo a 30 o 40 pesos, como quieren los exportadores; a endeudarnos con el sistema financiero pro Buitre; también vamos a incrementar el interés que pagan los Lebacs para seguir, mediante la bicicleta financiera, enjugando el déficit fiscal; a mantener la restricción de acceso a los medicamentos gratuitos para pacientes del PAMI; y no vamos a poner un solo peso para construir hospitales y escuelas públicas promoviendo la medicina prepaga y las escuelas privadas”.

“Entre las cosas a llevar a cabo con la intención de mejorar lo ya hecho, estarían: un gesto, solo diplomático, preguntándoles a los Buitres si están conformes con la solución dada de pagar el 1000% de los bonos basura que ellos compraron por chauchas; bajar, hasta dejar en cero las retenciones a la soja; profundizar el modelo de flexibilización laboral emulando los acuerdos ya firmados por el sindicato del petróleo; derogar todas las paritarias, incluida la docente, que no se celebrará nunca más; promover nuevas imputaciones contra Cristina Kirchner y sus colaboradores para desterrar de la faz de la tierra todo intento de populismo; pagar los mayores costos que correspondan con dinero del Estado nacional por el soterramiento del Sarmiento, siempre y cuando el adjudicatario de la obra sea el señor Calcaterra; anular la posibilidad que el cine nacional siga financiándose, con los aportes de las redituables empresas de cable; incrementar las importaciones de bienes terminados para combatir la inflación; enfriar el consumo para que queden saldos para pagar la deuda externa”.

Creo que con este sinceramiento -otra palabra que proviene de la gestión Macri- y que debería adoptarse con entusiasmo, ese 30 % potencial del electorado macrista se volcará al partido que proponga el programa mencionado.

Probablemente, el inconveniente que resulte para el elector sería no saber si lo que se propone refleja la auténtica voluntad de cumplirlo, o solo la intención por sacar más votos mintiendo descaradamente, dados los sentimientos de simpatía que estas medidas aún hacen latir en el corazón de muchos adherentes convencidos de Cambiemos.

En este juego de esconder la verdad la gente se va acostumbrando a una manifiesta incertidumbre y se va quedando con lo que siente de manera individual, situación a la que va llevando el pensamiento neoliberal, por naturaleza individualista. Luego, pareciera que lo que decidirá el voto de sus simpatizantes, será aquello que siente más profundamente: odio por las figuras opositoras, como único argumento valedero.

29/07/2016

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