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Columnistas
19/04/2017

Muerte en el fútbol e hipocresía mediática

Muerte en el fútbol e hipocresía mediática | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Al único periódico deportivo argentino le duele la muerte de Emanuel Balbo, pero fue quien alimentó, día tras día, la pasión del aguante. Hinchas de las hinchadas, culpables por acción u omisión.

Alvaro Nanton

“¿Me parece a mí o estamos tomando el asesinato de Emanuel Balbo como un hecho aislado e intentado dar vuelta la página lo más rápido posible?”, se preguntó Sergio Hernández, entrenador de básquet, en la muerte número 317 que se produce en el fútbol argentino.

A partir del comienzo del Siglo XXI, las muertes en el fútbol de la Argentina se multiplicaron por 17. Si bien, la seguridad dentro de los estadios es cuestionable – y seguro que responsable en muchos casos- el culpable de este pico estadístico se relaciona con un problema social. Con un problema territorial que nos hace volver a ser primitivos. 

“La ley de la selva”, en la que sobrevive el más fuerte, genera que cada uno defienda sus colores e intereses. Algunas de las muertes se produjeron por negocios adentro de la misma facción o ajustes de cuenta (por ejemplo Gonzalo Acro en 2007), pero la de Emanuel Balbo fue diferente aunque estuvo presente esa “pasión” por defender los colores que “nos hace dejar todo en la cancha”.  Y esto generó que muchos miraran sin hacer nada.

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Los golpes comenzaron arriba. Balbo increpó al asesino de su hermano de 14 años al que tenía que ver en libertad y en la cancha compartiendo una misma pasión: la celeste de Belgrano. Era el clásico, el fervor hacía que la sangre se acelere más rápido. Algunos miraban el partido y otros observaban como a los empujones Gómez bajaba a Balbo escalón a escalón de la grada. Hasta que llegó ahí, a donde no podía bajar más y lo tiraron al vacío. Algunos ayudaron a arrojarlo y otros se quedaron mirando. Todos fueron responsables por acción u omisión, y muchos de estos creían tener una justificación: era hincha del equipo contrario.

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Esta identificación del club, de usar todos la misma camiseta, de tener el mismo escudo y de cantar todos las mismas canciones, se utiliza para separarnos del que tenemos enfrente. Del otro. Desde los comienzos del fútbol fue así, y se puede ver también en las primeras conformaciones del Estado-Nación argentino. 

El problema no es ser diferente, sino qué hacemos con esa diferencia y allí ingresa lo que consumimos. Durante largos años, y de forma más acentuada desde el 2000 para acá, el único diario deportivo argentino nos hizo creer que uno es mejor que otro. Nos planteó que la sangre era buena, que había que dejar todo en la cancha y había que ganar a toda costa. Nos argumentó que si vos le ganabas a tu clásico, él era tu hijo y  “la tenía adentro”.

Aplicó “el que no salta es un alemán”, de forma despectiva cómo si Alemania fuera una mala palabra. Un país que generó un proyecto de fútbol, que es el último campeón del mundo y que nos eliminó de los últimos tres mundiales.

O de Brasil, un país vecino con quien tenemos una fuerte política exterior, con negocios de importación y exportación, con el que Olé planteó: “Voce arrugó”. ¿Arruga el pentacampeón del mundo? ¿Es malo arrugar?

Esta hipocresía generó durante muchos años el hincha de la hinchada, en la que no vas a alentar a tu equipo, sino que vas por tu lugar, por tu parada, por tu gente y por tus negociosos. Esta pasión era alimentada por las siete tapas de la semana de Olé.

Hoy, cuando la población está sensible y conmocionada, el medio que pertenece al Grupo Clarín siente esta injusticia y publica “Duele”, y sí, claro. Tarde, ya generaste tu venta y marcaste cuál era la diferencia en comprar tu medio y no otro. El tuyo es “gracioso”, pero peligroso. Muy.

En este 2017, la hipocresía de este medio también se vio reflejada el 8 de marzo, el día en que se llevó a cabo el Paro Internacional de la Mujeres. Les desearon “Feliz Día”, un medio que vende a la mujer como un objeto y te hace votar cuál culo es mejor y te propone: “Se viene el frío y esta morocha te hace calentar la pantalla”. ¿Y eso de deporte, qué tiene? ¿Ayuda? Y para que no te dejen afuera, vos que sos consumidor nuestro, trae a alguien cercano a participar del concurso “Diosa Olé” que se realiza todos los años.

Sí, busquemos los culpables de las muertes, pero también entendamos que es un problema social, que es alimentado por los enfoques de los medios de comunicación que no toman dimensión ni tiene un mínimo de responsabilidad.  Esta semana murió en el estadio de fútbol un chico, un hincha, una persona. Pero cada 30 horas muere una mujer en la República Argentina y otras miles de personas al año por violencia institucional. Paremos la mano y tomemos la responsabilidad como ciudadanos argentinos que nos corresponde. Porque la solución no está en agravar las sanciones de los delitos cometidos en el fútbol como planteó Patricia Bullrich, ministra de Seguridad de la Nación, si no que – a mi entender- está en el cambió sociocultural y en la prevención.

“Hablé con Tapia (presidente de AFA), me dio su teléfono y me preguntó que necesitaba. ¿Ahora?, un cerebro para mi hijo, le respondí”, contó Raúl Balbo, padre del joven muerto, al diario La Nación.

29/07/2016

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