Las acusaciones son un asunto muy serio. De allí que en la formación laboral se diferencie nítidamente entre las conversaciones de café, al voleo, y las aseveraciones periodísticas.

La situación es conocida, y se extiende del bar a las redacciones. Llega alguien y dice "che, me contaron que...". La versión puede estar referida a las relaciones íntimas de un gobernador, a las coimas recibidas por un ministro, a los pasos futuros de un sindicato o al destino europeo de un jugador.

Se lo escucha con cierta atención, el grupo congregado efectúa una serie de consideraciones. Alguien añade "sí, yo hablé con un amigo de... y me dijo algo parecido" o "nada que ver, mirá si el tipo se va a meter en eso". Cosas así.

Hay un contrato común entre los ocasionales compañeros de mesa o de trabajo: eso no es noticia. En todo caso podrá ser una punta que en algún momento se investigará, si el asunto lo amerita, buscando las fuentes adecuadas. A nadie se le ocurre correr a la máquina, redactar un material y publicarlo por bueno.

Eso de "me contaron que..." puede ser una idea que flota a raíz de sospechas generadas por adversarios o amigos del involucrado, o simplemente una macana de algún rencoroso destinada a damnificar a tal o cual persona. La historia queda ahí, sirve para pasar un rato con elucubraciones interesantes, y poco más.

¿Por qué contamos esto? Porque Clarín las publica. Clarín dice que determinados dirigentes se refirieron al caso Nisman y sugiere entrelíneas que lo hicieron de modo delictivo. Infiere que el Indio Solari es responsable de asesinatos en un recital. Supone que "La corrupción intoxicó el área energética" en la Argentina "K". Sostiene que los empresarios presionan por la cárcel de Cristina Fernández de Kirchner para invertir en nuestro país.

Semejantes dislates no resisten el menor análisis, pero aparecen en las páginas del matutino insignia del Grupo sin más ni más, y con aura de veracidad. Sin fuentes seguras, con un interior genérico inadmisible profesionalmente. Afirmaciones sin fundamento y sin que nadie exija corroboración, pruebas, datos efectivos.

Todo esto sucede a diario. Hoy fue directamente título: "Los inversores quieren saber cuándo la Justicia pondrá presa a Cristina Kirchner". ¿Qué inversores? ¿Cuándo y en qué circunstancias dijeron eso? ¿Por qué lo hicieron? En verdad soprende la ausencia de autorespeto profesional en aras de obedecer un lineamiento editorial destinado a destruir todo aquello relacionado con el Proyecto Nacional y Popular directa o indirectamente.