Columnistas
21/02/2017

El caso Aerolíneas Argentinas y las empresas públicas

El caso Aerolíneas Argentinas y las empresas públicas | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La heterodoxia económica no es tan mala. En cambio no se puede nombrar un solo período histórico con los conservadores en el poder, durante el cual la Argentina haya prosperado. Los únicos que se enriquecieron aún más de lo que estaban, sin derramar nada, fueron los allegados al gobierno y los funcionarios también.

Osvaldo Pellin

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Que nos digan que la empresa aérea hay que venderla porque da pérdidas  lleva a preguntarse: ¿cuál es la compañía de aeronavegación comercial que da ganancias? ¿Cuál de las compañías aéreas privadas del mundo no requieren financiamiento estatal o de  la banca privada para funcionar?

Los conservadores tiran siempre el achique (¡Todos atrás!, que en el lenguaje del ajuste sería ¡¡bajar el gasto público!!) es que, se parecen a esos DT que juegan a la defensiva e igual jamás figuran en el marcador de los ganadores. Con ellos el país nunca se desarrolló, no fue para adelante, quiero decir la situación del colectivo social fue en retroceso. No se puede nombrar un solo período histórico con los conservadores en el poder, durante el cual la Argentina haya prosperado. Los únicos que se enriquecieron aún más de lo que estaban, sin derramar nada,  fueron los allegados al gobierno y los funcionarios también. Sobre todo los que se ubican en los dos lados del mostrador.

¿Qué pasó cuando AA estuvo en manos privadas? ¿Acaso no se intentó hacerla desaparecer mediante su vaciamiento?

No hay razones para pensar que las cosas mejorarán con la reprivatización de AA o que ahora vayan a ser diferentes.

Se trata meramente de una cuestión contable y en rendir pleitesía al “mercado” para que algunos sin chapa o aun con ella, hagan de la empresa un negocio. En ese caso no se sabrá nunca de antemano cuál va a ser el destino de la misma, pero si nos dejamos llevar por la experiencia no podemos ser optimistas.

Además nunca se valoran las ventajas de que un país como el nuestro cuente con una Aerolínea de bandera. La interconectividad en un país semi-continental es importantísima,  como el manejo de las tarifas, y además probarnos a nosotros mismos que somos capaces como sociedad de manejar bien una empresa compleja en beneficio de todos. Una buena empresa pública es como un laboratorio de aprendizaje que también es dinero que amortiza gastos. Siempre recuerdo a un buen sindicalista como lo fue Juan José Taccone cuando señalaba, defendiendo a su gremio, Luz y Fuerza, cómo la profesionalidad de los trabajadores de la empresa se había incrementado mediante el adiestramiento y aprendizaje en las empresas públicas que la componían.

Gracias a ese criterio de pertenencia nacional, aplicable a otras actividades, tuvimos la CNEA, Comisión Nacional de Energía Atómica, en la que el conocimiento que era prácticamente nulo en el país, gracias a los científicos que la integraron y desarrollaron, la Argentina luego de Atucha I, pudo encarar con sus recursos humanos y materiales la central Embalse haciéndose cargo de su construcción y abastecimiento. Por ese desafío virtuoso Jorge Sábato desarrolló el departamento de Metalurgia que fue la avanzada de la tecnología de nuevos materiales y el empuje para encarar la obra, convertir al país en “país atómico para la paz” exportador de centrales núcleo eléctricas e isotopos radiactivos para la salud.

Abundar en estos argumentos conocidos por casi todos, parece innecesario pero cuando se insiste una vez más en hacer tropezar al pueblo argentino con la misma piedra, tenemos el deber de refrescar la historia que orientada como está hoy nos postra y detiene en la realización que aspiramos como Nación.

¿De dónde va a venir la prosperidad? Es falso que serán los extranjeros los que vengan al país a hacerlo moderno y próspero. Cuando Alfonsín fue elegido presidente y previo a su asunción viajó por Europa pidiendo relaciones comerciales ventajosas para el país y que nos tuviesen paciencia con los intereses de la deuda externa, le contestaron con simpatía pero con firmeza: trabajen como lo hicimos nosotros después de la guerra y después hablamos. Los países que podrían, por historia y por afinidad, ayudarnos ya no intervienen decisivamente en las inversiones. Ahora han tomado esa misión los conglomerados financieros y los bancos, a los que esos mismos estados se subordinan. Como decía Ernesto Silverstein no les interesa tanto prestar como atarnos a pagar los intereses por muchos años. El capital está seguro, la ganancia, son los intereses que representan la plusvalía del empréstito, como todo el mundo sabe.

Ya las relaciones comerciales no generan sociedades o alianzas entre países salvo que estén integrados en mercados regionales.  Y en ese sentido hay mercados regionales buenos y de los otros. Por tal razón la cancelación del TPP por parte de Trump es para nosotros un sincero alivio, pues la integración a ese mercado hubiese terminado definitivamente con nuestra industria nacional, devorada por las megaempresas norteamericanas, lo que por otros medios y más insidiosamente, pretende hacerlo para el nivel local, el gobierno de Macri.

En conclusión si se pensara en una estrategia de país y no se dejara al garete su destino, lo que no hicieron nunca los norteamericanos que señalan  que ese país tiene un “destino manifiesto como Nación”. Nosotros dejando nuestro destino en las manos de lo que quisieran hacer los bancos, tendríamos fundadas razones para pensar que no solo AA debería ser estatal sino la totalidad del desarrollo debería estar en las manos de los intereses de la sociedad argentina. Lo que no quiere decir,  con esta lógica, que todo debe ser estatal. Se necesita el aporte privado como en cualquier economía, pero bajo control de los intereses de la Nación, quedando en manos directas de la administración del Estado aquellas empresas estratégicas que consoliden nuestra autonomía nacional.

Habría que poner coto a esto de pretender gustar a los grupos económicos concentrados para que admiren nuestro coraje de entregar la soberanía y sacarnos diez puntos, evaluados por ellos,  en la lección titulada: “Qué es el neoliberalismo”.

Por ello, ser un tanto heterodoxo en teoría económica aplicada al sistema capitalista no ha sido tan malo, el país se desendeudó y dejó de vivir la angustia de pagar intereses confiscatorios  por empréstitos que solo sirven para encadenarlo a la evasión y al lavado de activos, así como al atraso consiguiente.

El Estado en manos de los neoliberales no se desfuncionaliza solamente, se orienta más bien a favorecer prioritariamente los tácticos intereses privados, sancionando todas las leyes necesarias que lo privilegien y protejan.

En ese esquema, ya lo vivimos hoy, el pueblo está sometido a servirlo y a entregar su fuerza de trabajo, sin compensación equitativa y sin derechos sociales.

29/07/2016

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