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04/02/2017

El Chubut post represión

El Chubut post represión | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La docente universitaria y miembro de la Comisión contra la Impunidad y por la Justicia en Chubut sostiene que el proceso de reivindicación profunda de la cultura y la dignidad del pueblo mapuche he descolocado a las autoridades provinciales.

Magister Susana Debattista *

Hace pocos días, y a propósito de la represión en el Pu lof mapuche en resistencia Cushamen, el jefe de la policía de la provincia del Chubut, Luis Ale, realizó la siguiente declaración radial “Como jefe de policía quiero decirlo basta de que se considere mala palabra, valga la redundancia, la palabra represión”. Y continuó: “represión es utilizar todos los medios legales para hacer cesar el delito, capturar a los autores y ponerlos a disposición de la justicia y que sea ésta la que concrete definitivamente la represión a través de cuestiones legales” (sic).

Quizás el problema no sea definir qué son las buenas y las malas palabras - porque esto ya lo ha hecho fantásticamente Roberto Fontanarrosa en el Congreso Internacional de la lengua que se realizó en Rosario, en el año 2004 -. Es real, no existen las buenas o las malas palabras, pero existen los sentidos con los que construimos el discurso que antes o después deviene en acciones concretas. Por lo tanto, sí es importante reflexionar ¿qué quiere decir el jefe Ale cuando intenta minimizar el concepto de represión? ¿Cuando las fotografías (que todos hemos visto en los medios y las redes sociales) dan cuenta de los golpes y del impacto de las balas de goma sobre esos cuerpos? Hay una profunda incongruencia entre las declaraciones del Jefe Ale y la realidad que desvelaron las imágenes.

No está de más recordar que el lenguaje no sólo nos permite comunicarnos, sino fundamentalmente es la herramienta que tenemos los seres humanos para expresar nuestro pensamiento; porque el lenguaje construye mundo y los recortes de la realidad en la que vivimos y actuamos. Yo me pregunto: ¿no se está tratando con demasiada banalidad la noción de represión cuando se apostaron a 200 gendarmes durante más de un mes en la cuidad cercana del Maitén y, más aún, fue el jefe Ale quién redobló la apuesta al reclutar grupos de la infantería de diferentes partes de la provincia? ¿Todas estas fuerzas de seguridad se necesitaban para “desalojar” a un puñado de personas? ¿Podría haberse esperado un resultado distinto a lo que efectivamente ocurrió?

No es producto de la casualidad sino más bien de la concordancia, que la represión que Ale minimiza se corresponda con los dichos del gobernador Mario Das Neves y de su Ministro de Gobierno Pablo Durán cuando se refirieron a los mapuches del Pu lof como guerrilleros y terroristas a la vez, que se felicita a la policía por su accionar.

Las palabras. Cuánto sentido construyen las palabras: represión, guerrillero y terrorista en nuestro país, desde la última dictadura militar. Palabras sensibles, palabras que perforan la memoria y nos retrotraen a un pasado, aún presente, al condensar muchos de los significados que se entretejen en la construcción de la conciencia histórica de nuestro país. Con esas palabras del pasado se buscó nombrar un proceso inédito; que si bien involucra la recuperación territorial no se limita a ello. Estos mapuches no esperan dádivas del Estado sino su reconocimiento como nación preexistente para poder iniciar el diálogo. Este proceso de reivindicación profunda de la cultura y la dignidad del pueblo mapuche ha descolocado a las autoridades provinciales. Porque efectivamente, no hay que temerle a las palabras sino a la realidad que esos discursos terminan actuando.

¿Cómo pueden interpretarse si no las declaraciones del flamante subsecretario de DDHH, de la provincia Oscar Pertersen, cuando dijo: “me considero dialoguista y vamos a pedir voluntad de todas las partes, hay que conversarlo seriamente con fe y ganas de salir adelante?”.El subsecretario parece desconocer o no reconocer que se estaba dialogando y que fueron los integrantes de su Estado los que abandonaron la mesa de diálogo. ¿Ese mismo Estado es el que ahora sostiene la necesidad de sentarse a dialogar? ¿Qué interpretación resulta plausible para comprender la lógica, un tanto esquizofrénica por cierto, de varios de estos funcionarios provinciales?

El Estado no está dispuesto a establecer acuerdos con la comunidad. En primera instancia, y sin que esta sucesión implique un orden de mérito, porque no hay un reconocimiento del otro como sujeto con el cual se busca entablar ese dialogo; en segunda instancia, porque reconocerlos y con ello reconocer su preexistencia los coloca en una situación más que incómoda ante Luciano Benetton. No hay que olvidarse que, en diciembre de 2016, el intendente del Maitén, Oscar Currilén, agradeció públicamente a Benetton por adelantar el pago de los impuestos haciendo factible para el municipio pagar el aguinaldo a sus trabajadores. ¿Cómo morder la mano del amo que lo alimenta?

Ya lo sostuvo Marx, a propósito de un escrito de Hegel: la historia se repite dos veces, una vez como tragedia y otra vez como farsa.



(*) •Docente investigadora de Universidad de la Patagonia San Juan Bosco Miembro de la Comisión contra la Impunidad y por la Justicia en Chubut.
29/07/2016

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