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11/12/2016

El panorama del comercio internacional

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El gobierno de Macri va a contramano de lo que ocurre en el mundo. Liberó las importaciones que produjeron un fuerte déficit de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos, con el consecuente aumento del endeudamiento, junto a Temer de Brasil tiende a destruir el Mercosur e impulsar el libre comercio con la UE y anunció la intención de incorporarse al Tratado Transpacífico.

Humberto Zambon

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Desde los año ’60 del siglo pasado y hasta comienzos de esta década, el comercio internacional actuó como uno de los principales motores del crecimiento económico mundial, aumentando a una tasa mucho mayor que el PBI global. Ese panorama cambió. Según el F.M.I. las importaciones (o exportaciones) en el cuatrienio 2012-2015 crecieron sólo al 1,75% anual, por debajo del crecimiento del PBI.

¿Cuáles son las causas del cambio? A partir de la crisis del año 2008, que produjo una fuerte recesión en los países centrales, estos disminuyeron sensiblemente su participación en el intercambio mundial pero en su reemplazo subió China, y en menor medida India, que se convirtieron en líderes del comercio mundial, incrementándolo y mejorando los términos del intercambio en favor de los países productores de materias primas y productos primarios y, por elevada diferencia de tasas de crecimiento del producto, disminuyeron la brecha entre la riqueza de los países centrales y los periféricos o dependientes. Sin embargo, la recesión de los países centrales y el cierre de mercados llevó a que China priorizara el crecimiento interior en desmedro del comercio externo; pero la tasa de crecimiento de su PBI sigue siendo elevado llevando la tasa de crecimiento global de los países en desarrollo prevista por el FMI para el año 2017 al triple que la estimada para los países centrales (4,6% contra 1,5% de la Eurozona y del 1,8% para el conjunto de las economías avanzadas.

Según el informe del FMI “hasta tres cuartas partes del descenso en el crecimiento de las importaciones de bienes reales (en el período) 2012-2015 puede ser atribuido a la débil actividad económica” a lo que se suma el cambio de política china.

Pero hay más elementos para tener en cuenta en el análisis. Estados Unidos, que veía amenazada su hegemonía tanto por China como por la consolidación de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y la conformación de bloques regionales como el Mercosur, trató de construir acuerdos de libre comercio con los demás países, como fue antes el intento del ALCA, que tenía como objetivo crear un solo mercado desde Alaska hasta Tierra del Fuego, como si fueran productivamente homogéneos los países de América del Norte industrializada con los países del Caribe o el resto de los latinoamericanos; el ALCA fracasó por la acción coordinada de Venezuela, Brasil, Argentina y otros países, pero renació parcialmente con acuerdos de libre comercio de Estados Unidos con Chile, Perú, Colombia y México.

En los últimos años el gobierno norteamericano trató de ampliarlos con dos proyectos mucho más ambiciosos, que faltan ratificar por los países miembros:

-El Tratado Trasatlántico (TTIP en su sigla inglesa) entre Estados Unidos y la Unión Europea (U.E.)

-El Tratado Transpacífico (TTP) suscripto entre doce países, entre ellos cuatro americanos: Chile, Perú, Colombia y México

Simultáneamente se discuten otros acuerdos como el CETA (entre Canadá y la UE) y entre los países del Mercosur (excepto Venezuela) y la UE.

En esos convenios, además de la libre circulación de mercancías (aunque no de personas) se establece el reconocimiento de patentes y propiedad intelectual, además de la protección a los inversionistas extranjeros, en algunos casos con arbitrajes extra-estatales.

El prolongado estancamiento económico de Europa aumentó la resistencia de los pueblos de estos países a los acuerdos como el TTIP y el CETA, especialmente en Francia y Bélgica, en particular al tema de la propiedad intelectual y las garantías a los inversores, agregándose la oposición de los sectores que se verían afectados por el libre comercio, como es el caso del agro europeo. Esto hace pensar que es muy difícil la ratificación de todas y cada una de las partes.

A lo anterior se sumó una oposición inesperada: la del propio impulsor de los acuerdos, Estados Unidos. Resulta que la globalización, con las producciones que se desplazaron hacia los países con costos laborales y de control ambiental sensiblemente menores, llevó a la crisis a vastas regiones industriales con su consecuente desocupación y malestar de la población, que indujo a ambos candidatos presidenciales a manifestar su oposición a esta política de integración; inclusive parece ser una de las claves que explican el éxito electoral de Trump y el reciente anuncio que su gobierno no va a ratificar el Tratado Transpacífico.

En este escenario, donde los países tienden a defender su producción interna y a colocar en el exterior sus excedentes productivos, con oposición a los acuerdos globales de libre comercio, la política lógica es fortalecer los tratados regionales, como el Mercosur, y defender a capa y espada a la producción nacional, el gobierno de Macri va a contramano: liberó las importaciones que produjeron un fuerte déficit de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos, con el consecuente aumento del endeudamiento, junto a Temer de Brasil tienden a destruir el Mercosur e impulsar el libre comercio con la UE y anunció la intención de incorporarse al TTP. Queda la duda si se trata de una adhesión ciega a la obsoleta ideología neoliberal o de un extraño caso de masoquismo estatal.

29/07/2016

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