Columnistas
04/12/2016

Cuba sin realismo mágico

Cuba sin realismo mágico | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Seguramente en esta larga despedida de su pueblo a Fidel, algo de fin de etapa se respira. Algo de la biografía familiar y personal de millones de personas en el mundo se va con él.

María Beatriz Gentile *

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En Cuba no hay realismo mágico. Macondo dejó de existir en 1959.

Antes de esta fecha los peones daban la diestra al “don” cada mañana y le pedían su bendición. Cuenta el cubano Guanche Zaldívar, que en zonas de Camagüey los monteros eran encerrados bajo candado luego de la comida de la noche y los generales de Batista tenían a su disposición todas las mujeres de sus dominios, “les hacían la barriga” y después las juntaban con algún campesino. Seiscientos mil cubanos estaban sin trabajo, quinientos mil campesinos vivían en bohíos miserables y cien mil agricultores pequeños vivían y morían trabajando una tierra que no era suya.

Rodolfo Kusch decía que “no hay sujeto colectivo sin una dimensión simbólica que lo oriente”. Y en los años ‘60 toda la producción de señales indicaba que el mundo estaba a punto de cambiar rotundamente: la revolución cubana, la descolonización de Argelia, las luchas antirracistas en los Estados Unidos, Vietnam, el nacimiento de la resistencia palestina, las revueltas estudiantiles. Fueron años de “calentura histórica” escribió David Viñas. 

Pero en realidad lo que caracterizó a esa época fue la existencia de una geopolítica de la revuelta. Y Cuba la inauguró.  Una serie de batallas por los derechos y la condición humana que se retroalimentaron en cada triunfo y en cada derrota. Una percepción rápida del tiempo que trastocó la linealidad pesada de la historia. Una entrada triunfal de los jóvenes y las mujeres a la política. Una filosofía que denunció el tropiezo del hombre occidental ya no consigo mismo, sino con otros hombres.  Una ideología que encontró en “los de abajo” a muchos más que los proletarios de Marx.

Fidel Castro tenía sólo 21 añoscuando participó en la expedición de Cayo Confites contra el régimen del dictador Trujillo en República Dominicana, y  32 cuando entró triunfal en La Habana. Esto también fue un rasgo de la época. Hasta aquí la historia había sido hecha por gerontes: Churchil, de Gaulle, Adenauer hasta el mismo Ghandi. Ahora Fidel y el “Che” Guevara mostraban que la juventud lejos de ser una preparación para la vida, era lo más importante que la vida podía brindar.

En esta aceleración del tiempo, la revolución cubana fue más rápido incluso que su ideología anterior. Fidel se había formado en la cultura política de los años ‘40.  La experiencia del reformismo agrarista del México de Lázaro Cárdenas y su presencia en el “Bogotazo” de 1948 le mostraron el potencial transformador de una América particular. Ancló esas miradas en la tradición del partido revolucionario de José Martí. Un partido nacido en1892 para descolonizar no solo Cuba sino también Puerto Rico y el primero de América Latina en colocar al imperialismo norteamericano como “gigante con botas de siete leguas”. Pero aun así, ni  los nacionalismos ni  los comunismos existentes parecieron ser los adecuados para resolver los problemas de la isla. “La guerra nos revolucionó, escribió el Che, y aprendimos que las consignas revolucionarias tienen que responder a los palpitantes anhelos del pueblo”.

Una revolución que se ha sostenido más de 50 años bajo amenaza externa, bloqueo comercial y acoso internacional merece mucho más que unos pocos párrafos. Pero si alguna síntesis es posible, diría quesi el antiimperialismo de Martí se hizo mito de origen, la revolución socialista fue su  mito de destino. Y ambos se materializaron en realidades.

En Cuba no hubo realismo mágico, lo que hubo fue una revolución cumplida.

Seguramente en esta larga despedida de su pueblo a Fidel, algo de fin de etapa se respira. Algo de la biografía familiar y personal de millones de personas en el mundo se va con él. Y seguramente también, como dice la canción, “el nacimiento de un mundo se aplazó por un segundo, fue un breve lapso del tiempo, del universo un segundo…”  y quizás sea así porque Fidel se llevó consigo una parte importante del siglo XX.  



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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