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Columnistas
29/11/2016

Andar en bici

Andar en bici | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

“Cuando se den cuenta, este tsunami los arrastrará a ellos también y será muy tarde para lamentarse” dice Pellín de aquellos que aun piden “más tiempo para el gobierno”. Y nos habla sobre bicicletas financieras, corridas, injusticias, entre otros “juegos tóxicos”.

Osvaldo Pellin

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Para andar en bici se necesita comprar unos Lebanc en Argentina, aunque este paso puede saltearse si ya la posesión de inicio es en pesos con un buen volumen. Después de un tiempo vender los Lebanc y cambiar los pesos a blues o verdes, depositar estos a razón del 12 al 15% de interés anual en dólares, cumplido un plazo cambiar a pesos, con esos pesos volver a posicionarse en dólares y depositarlos a ese altísimo interés nuevamente u obviar estos últimos pasos y rajarse con los dólares de la primera pedaleada.

Los grandes cultores de esta aeróbica gimnasia no son otros que los bancos, si son extranjeros mejor, pero casi todos lo son hoy en la Argentina.

En poco tiempo vuelven inexorablemente las oscuras golondrinas. Vinieron con el genio de Martínez de Hoz, vinieron con Alsogaray , vinieron con Cavallo y ahora con Pratt Gay, sin sacarle el mérito que le corresponde a Macri. Los vendedores de ilusiones de la “belle epoque” invitan a jugar el juego donde ellos serán siempre los ganadores.

En simultáneo, como para que no se diga que Macri no es austero, se propone un bono de fin de año para trabajadores de algunas ramas de la actividad pública o privada de muy bajo, casi irrisorio monto. No se reabren las paritarias ante ningún  reclamo. Se siguen vendiendo Lebanc a las pirañas financieras. Se escamotea el monto a recibir por los juicios al ANSES. Se planean operaciones inmobiliarias que dejarán en el olvido al Hospital Escuela San Martín. Se piensa reprivatizar Aerolíneas e YPF. Nunca se escarmienta acerca del despojo, es más se lo estimula y se auto gratifican materialmente todos aquellos que intervienen en esas operaciones canallas.

Estamos en el Horno, me decía un compañero militante de los 70. ¿Cuántas corridas bancarias y de las otras habremos sufrido los argentinos? Mejor, por caridad, no preguntemos cómo salimos en esas corridas o busquemos para encontrarnos en los últimos puestos de esa carrera tan desigual. Como en los partidos de pelota de los aztecas el que perdía la partida, cuyo balón era una piedra que había que empujar con la cadera hasta una especie de arco o aro. Quien perdía esas partidas, que simulaban una guerra, era sacrificado. No le pasó lo mismo a Sísifo cuya condena era peor que la muerte: subir con una piedra hasta la cima de una montaña para arrojarla, al llegar por la misma ladera y volver a empezar por toda la eternidad el mismo juego.

Acá se sacrifica a un pueblo en un juego tóxico y todo pasa inadvertido.

El nuevo ídolo organizador de estas corridas se llama Sturzenegger que no es advertido por nada ni por nadie. Ya fue procesado por el corralito, el corralón y el megacanje en época de De la Rúa. ¿Cómo se podría llamar esta nueva corrida instalada a la velocidad de un shock? ¿Silverston, Monza, Mónaco? Habría que pensar en un nuevo nombre menos gráfico y más estilizado, por ejemplo la Grieta Financiera: de un lado los vivos, los usureros y del otro los paganini, la grasa militante. También podría ser llamada tipo Chat: “Yo te lo avisé con la metáfora de la bici senda, vos te la creíste pero ahora bancate la bici financiera”.

En fin no sé. Esta entronización de la bicicleta para múltiples usos merece cualquier otro apelativo que será bienvenido aunque esta fiesta para pocos vuelva a pagarla el pueblo argentino. Que no queden dudas a todos aquellos que siguen pidiendo más tiempo para el gobierno. Cuando se den cuenta, este tsunami los arrastrará a ellos también y será muy tarde para lamentarse.

Al final, siempre estamos hablando del más popular de los adminículos de paseo: la bicicleta, que como en Holanda, donde la reina es argentina de nacimiento, en nuestro país es muy utilizada y nos place coincidir con la virtuosa majestad que nos coloca a un paso del primer mundo.

Es habitual que el pueblo tropiece dos, tres, mil veces con la misma piedra como si los padres conservadores fueran eternos. Los progres, los nacionales y populares, se renuevan en cada generación y suelen venir genéticamente más dóciles, más comprensivos e indolentes. Se los ablanda mirando al cielo por las noches a la búsqueda de algún rezagado cometa que pasará por el cielo nacional. Si llega a pasar, la alegría por el hallazgo será infinita para esos dirigentes tan dedicados a su tarea de fundir este país demasiado peronizado y populista.

29/07/2016

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