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Columnistas
27/10/2016

Kirchner

Kirchner | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La presidencia de Néstor Kirchner sumo 55 meses y resultó única en su tipo. El ex presidente de cuyo fallecimiento se cumplen hoy seis años, fue el encargado de poner fin a la idea y la complejidad de la “transición” argentina. Sus años marcaron un momento bisagra de la historia política del país.

Gabriel Rafart *

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Se cumplen seis años de “El día que murió Néstor Kirchner (y yo)”. Esas últimas líneas hacen de introducción al libro “Kirchner, el tipo que supo” de Mario Wainfeld. Una obra valiosísima que busca ser algo más que la biografía de una figura relevante de la historia argentina. El libro es un análisis profundo del pasado reciente.

Hace seis años decíamos que Kirchner no murió a tiempo en una cándida vejez rodeado de nietos y bisnietos. Hubo entrega a la vida. Lo suyo fue un hombre-generación. Su fallecimiento fue a la edad promedio en que muchos otros murieron por trajinar vidas intensas. Pero, aun así, su desaparición a los 60 años resultó extraña. Como inaudita ha sido la muerte de otros tantos peronistas. Tal vez comparable a la de Eva Duarte más que a la de Juan Perón. Es que lo ocurrido con Eva Duarte construyo el tiempo de mayor densidad para el peronismo.

Decíamos entonces que durante esos días de mucha gente en la calle y pronunciamientos sentidos destacaba mensaje del Encuentro Nacional de Organizaciones Territoriales de los Pueblos Originarios. Decía ese comunicado: “La muerte es el regreso a la fuerza que le dio vida, todos y todas venimos de una fuerza, esa fuerza hoy se transforma en muchas personas movilizadas reconociendo la entrega humana de Néstor”. Y continuaba: “Nuestra mejor manera de recordarlo, nuestro homenaje es poner en práctica lo que hizo en su gobierno, la impronta totalmente nueva a cualquier lógica anterior a él fue la decisión política de que las organizaciones ocupen los lugares de decisión dentro de la estructura del Estado”.

Este mensaje revelaba una narrativa viva y original, más allá de lo que señalan mil estudios dedicados a los fenómenos carismáticos o los liderazgos de masas. También del político de vocación. Hablaba de ciertas resistencias que siempre ofrece una modernidad que supone estar enteramente anclada en el individualismo competitivo. Era un relato del regreso a la fuerza dándole una nueva vida a esa humanidad que se fue de la mano de un mundo comunitario que había sido arrasado por las modernidades del telégrafo, el ferrocarril y el Winchester primero y luego por el avance sojero y los proyectos urbanísticos y turísticos. Hablaba de tiempo de comunidades que se proponía recuperar identidades y tierras.

Hubo sentidos en los miles que fueron a despedir a Néstor Kirchner y a encontrarse con su esposa presidenta. Fueron más de 48 horas de un fenómeno de masas que no podía ser reducido a un compromiso irracional o de sometimiento del yo que supone toda relación carismática. El liderazgo, hasta la construcción enigmática del carisma de Néstor Kirchner seguirá siendo un fenómeno sin explicaciones definitivas. Y por ello resulta muy difícil calificar ese encuentro de identidades tan diversas en la capilla ardiente. Allí estuvieron amas de casa que ingresaron al sistema jubilatorio, muchachones entonces que fueron recuperados como HIJOS, dirigentes y militantes de los movimientos sociales, integrantes de organismos de derechos humanos, trabajadores sindicalizados y sin sindicatos, jóvenes -muchos jóvenes sin encuadramientos que volvieron a creer en la política y se sienten interpelados por la incorrección-. También los presidentes latinoamericanos que dieron señales de dolor. Ellos perdían a un compañero de un continentalismo de nuevo tipo. El 5 de marzo de 2013 la mala muerte le tocó a Hugo Chávez. Otros tantos pudieron haberse movilizado sabiendo que lo hacían de manera tardía y en esas horas lo sentían imprescindible. Amén de aquellos que habían sellado su compromiso militante desde hacía unos años y lloraron la muerte a partir del primer minuto. Todos demostraron un sentir sincero y dolido.

La presidencia de Néstor Kirchner sumo 55 meses. Resultó única en su tipo. Kirchner fue el encargado de poner fin a la idea y la complejidad de la “transición” argentina. Su presidencia se destacó dentro del capítulo treintañero del régimen democrático inaugurado en 1983. Sus años también marcaron un momento bisagra de la historia política del país. Lo mismo respecto al buen momento que vivía la integración continental.



(*) Historiador, autor del Libro “El MPN y los otros”
29/07/2016

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