Columnistas
23/10/2016

Sobre la demanda efectiva y la “Teoría General”

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Los empresarios tratan de maximizar sus ganancias, pero el importe preciso no lo pueden decidir ellos sino que resulta del funcionamiento del mercado. En cambio, sí pueden decidir cuánto consumen y cuánto invierten.

Humberto Zambon

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Este año se celebran los 80 años de la “revolución keynesiana” que implicó, en el pensamiento económico, la publicación de la “Teoría General”. Todo el mundo conoce de nombre a Keynes y sabe que produjo una revolución en la teoría y en la política económica. Pero casi nadie (inclusive estudiantes de economía) sabe que Michael Kalecki llegó a las mismas conclusiones fundamentales tres años antes que aquél. Por lo que la teoría keynesiana debería llamarse, por lo menos, teoría de Kalecki-Keynes.

En defensa de la honestidad intelectual de Keynes hay que decir que no conocía la obra de Kalecki, sino que se trató de un hecho más –bastante habitual en la historia de la ciencia- de elaboraciones similares totalmente independientes, como respuesta a las necesidades objetivas de la época.

Kalecki fue un matemático y economista polaco que reunía todas las condiciones para no trascender: escribía en polaco, una lengua marginal para el conocimiento científico universal, era pobre, judío y socialista. En cambio Keynes pertenecía a un país central, era rico e intelectualmente muy conocido y, además, era profesor de una de las universidades más prestigiosas del mundo.

La versión de Kalecki de la demanda efectiva y sus consecuencias parece superior a la de Keynes, ya que no depende de algunos supuestos dudosos que este último ha heredado de la teoría neoclásica. Kalecki abandona el supuesto de competencia perfecta y el de los rendimientos decrecientes y, en lugar del “hombre económico” abstracto con su propensión a consumir y su conducta dependiente de la tasa de interés para maximizar las ganancias, trabaja con las clases sociales con sus comportamientos típicos.

Parece interesante que el público interesado conozca (en una versión muy simplificada) como Kalecki presentó el tema de la demanda agregada:

Es sabido que el producto bruto de un país (PBI) está formado por los bienes y servicios producidos durante un año, los que son utilizados para el consumo o para la inversión; por otro lado, el ingreso nacional bruto equivale a la suma de sueldos y salarios más las ganancias obtenidas (el concepto de ganancia tomado en términos amplios, que incluye rentas e intereses ganados).

Es decir, tenemos: SUELDOS Y SALARIOS más GANANCIAS por el lado del ingreso y CONSUMO DE TRABAJADORES más CONSUMO DE CAPITALISTAS más INVERSION por el lado del gasto. Se puede suponer que el total de sueldos y salarios es aproximadamente igual al consumo de los trabajadores, por lo que podemos eliminar ambos conceptos. Nos queda que

GANANCIAS = CONSUMO DE CAPITALISTAS + INVERSION DE LAS EMPRESAS

Los empresarios tratan de maximizar sus ganancias, pero el importe preciso no lo pueden decidir ellos sino que resulta del funcionamiento del mercado. En cambio, sí pueden decidir cuánto consumen y cuánto invierten. Es decir, el segundo miembro de la igualdad anterior determina el monto de la primera. O, otros términos y en palabras de Kalecki, “los trabajadores gastan cuánto ganan y los capitalistas ganan lo que gastan”.

Repetimos, los capitalistas no pueden decidir su ingreso. Pero sí pueden decidir lo que gastan en consumo personal, cuanto invierten en capital y también si atesoran dólares o fugan capitales; por lo tanto, la decisión del gasto es la que determina –en última instancia- cuál va a ser su ganancia.

Cuando atesoran o fugan ingresos su gasto es insuficiente y queda stock de productos sin vender, disminuyen las ganancias y el proceso sigue con cierre de empresas, desocupación y quiebras, como en los años ’30 (que es lo que tenían presente Keynes y Kalecki) y repetido en tiempos mucho más recientes (los últimos años de la convertibilidad en nuestro país o desde el 2008 en el mundo desarrollado; también lo que volvemos a vivir en nuestro país a partir de este año); en este caso la demanda efectiva es insuficiente. Entonces, ante el fracaso de mercado, según Keynes y Kalecki, el estado tiene que intervenir con políticas activas para tratar de restablecer el equilibrio.

También Kalecki demostró matemáticamente que cuanto mayor es la proporción del ingreso de los trabajadores en la distribución del producto total, mayor es el nivel del producto. Es decir, para crecer económicamente un país, debe distribuir equitativamente su ingreso.

Lo anterior parece elemental, porque el crecimiento de la producción requiere mercados crecientes que la absorban, pero no es de comprensión tan inmediata. ¿Se acuerdan cuando el ministro de Economía era López Murphy y propuso bajar los sueldos para superar la crisis? O, sin ir tan lejos en el tiempo, con la devaluación y quita de retenciones a las exportaciones resueltas al comienzo del actual gobierno se produjo una traslación de ingresos a favor de los terratenientes pampeanos y los grandes monopolios, implicando una pérdida del salario real mayor al 10%; la caída de la demanda global y del PBI (estimado en -1,5% este año) no hubiera sorprendido ni a Keynes ni a Kalecki.

29/07/2016

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