-?
 
 
 
Columnistas
22/10/2016

El cura Carlos Cajade

Nochebuena con los pibes en un baldío

Nochebuena con los pibes en un baldío | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Hace once años moría el cura que con su vida dejó, con su palabra y su obra, un testimonio que mantiene hoy una vigencia asombrosa. Sus definiciones sobre pobreza, infancia, exclusión, inseguridad y el rol de la Iglesia, recuperadas desde el recuerdo, la admiración y el afecto personal del autor de esta nota, permiten interpelar el presente.

Sergio Fernández Novoa *

[email protected]

Conocí al cura Carlos Cajade en tiempos de una Argentina azotada por el neoliberalismo. Corrían los años 90, el menemismo destruía derechos en nombre del “fin de la historia” y tratábamos de organizarnos para resistir. Son demasiadas las coincidencias con este presente que nos duele y que castiga a los que menos tienen. La memoria, aunque evoque hechos pasados, mira hacia el porvenir.

En aquellos días no era común encontrar religiosos como él, comprometidos con las necesidades populares. De todos modos nuestra primera charla fue por un carril bien distinto, el fútbol. Habían jugado su Estudiantes de la Plata y mi Racing de Avellaneda. El partido tuvo una particularidad destinada a las páginas doradas de la épica futbolística: sobre el final, ganando La Academia 1 a 0, el arquero Pincha, Chiquito Bossio, empató con un gol de cabeza.

La sencillez y la pasión que descubrí en ese cura futbolero estaba ligada a sus orígenes. Había nacido el 2 de mayo de 1950 en el seno de una familia obrera de Ensenada, distrito vecino a La Plata y a Berisso. En esa niñez humilde, Cajade se forjó peronista y sensible ante el sufrimiento de los demás.

El padre de Carlitos trabajaba en el frigorífico Swift. Pero murió en un accidente y él, con solo 14 años, ocupó su lugar. Ahí conocería a viejos militantes de la Resistencia Peronista y empezaría a militar en política. Desde muy chico se sintió parte de la juventud revolucionaria de los años '70, algo que marcaría todo su recorrido posterior.

Fe y pueblo

En un viaje en auto entre Buenos Aires y Rosario le hablé de mis abuelos gallegos y creyentes. También de mis cuestionamientos a la Iglesia Católica y de mi admiración por los Angelelli, Mujica, De Nevares y tantos otros religiosos comprometidos con el pueblo.

“El Curita”, como le decían en La Plata, aceptó muchos de los cuestionamientos pero me dijo: “Yo soy un tipo de una profundísima fe”. Y remató: “Lo expresa San Juan, el que dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso. Si no amamos al hermano, a quien vemos, no podemos amar a quien no vemos”.

Visto desde la Argentina actual Cajade es un puente entre los Sacerdotes del Tercer Mundo y los curas obreros de los años '60 y '70, y el actual Grupo de Curas de Opción por los Pobres que coordina el padre Eduardo de la Serna. Su modelo de iglesia, en palabras del teólogo Rubén Dri, es la que fermenta en la masa, y no la que forma parte del poder.

“Soy sacerdote, tengo la presencia de Dios que dice que nosotros somos hechos a imagen y semejanza de él, que es amor, y cuánto más amamos, más felices, más luchadores y más inteligentes somos, y más buscamos fecundar un modelo de sociedad totalmente distinto de este que vivimos”, reflexionó en una extensa entrevista que publiqué en el libro Voces claras en medio del ruido (Colihue), en el año 2000.

Su vocación era inmensa. Difícil de entender para quienes no abrazan la fe como él lo hacía. Pero nadie nace sacerdote. Tampoco Carlitos. Era un pibe pintón, de esos que a las chicas no les pasaban desapercibido. Militaba en la JP y tenía una novia del barrio.

Un día le tocó hacer el servicio militar y, casi enseguida, decidió entrar en el Seminario. Le escribió a su enamorada una carta de despedida que siempre recordó con nostalgia. Sabía que había tomado una decisión difícil. Era amor, en definitiva, pero por otro camino.

Insumo básico, la ternura

La vida le tenía preparada otra vuelta de tuerca. Fue durante un verano especialmente caluroso. Salía de la iglesia San Francisco de Asís de Berisso al terminar la Misa de Gallo,y encontró a tres chicos sentados en la escalinata del templo. Les preguntó qué hacían ahí. Era Nochebuena y debían estar en sus casas festejando.

Los pibes respondieron que no vivían en sus casas, sino en un terreno baldío. Cajade no les creyó y lo desafiaron a que fuera con ellos. Les hizo caso y conoció el baldío en el que efectivamente vivían. Había allí más niños, algunos muy pequeños. Conmocionado, compró todos los alimentos y regalos que pudo. Pasó la Nochebuena con ellos.

Aquel día terminó de comprender que tenía que hacer algo más y empezó a madurar la idea de crear un hogar. Muchos de los chicos de esa noche serían después educadores sociales en su obra.

“En un país como el nuestro, donde la abundancia de alimentos ha sido siempre su característica, que se nos muera un solo chico por hambre nos provoca un escándalo como seres humanos”, explicaba.

“El insumo básico de la niñez –insistía- es la ternura. Entonces siempre agradecemos que tengamos la posibilidad de devolverles con ternura lo que la pobreza les robó al nacer”.

Cajade creó en La Plata el Hogar de la Madre Tres Veces Admirable, destinado a chicos en situación de calle, y después la revista La Pulseada. La publicación iba a salir a diciembre de 2001 ¡qué destino! El estallido del país en esos días y problemas de organización la postergaron hasta abril siguiente. En aquel 2002 de desocupación pavorosa, familias sin trabajo y chicos recuperados de la calle vendían la revista -algunos lo siguen haciendo hoy- y así se ganaban un dinero mínimo pero que valía oro para defenderse del hambre y el desamparo.

“El único que responde de la manera cómo lo tratás es el pibe”, enseñaba Cajade. “Si vos lo tratás de una manera salvaje –decía- te responde de una manera salvaje, que es lo que está pasando y nos escandaliza a todos. Si no vamos a las causas (de la violencia), a las consecuencias, nunca las podremos resolver”. Eso decía en aquella entrevista del año 1999, como si fuera hoy.

Política y religión

Cajade había dado pasos importantes, pero los creía insuficientes. Su obra era muy valiosa pero necesitaba articular con otras experiencias, hacer de su compromiso por los más débiles una experiencia colectiva.

"No hay que perder el sueño de que ser pibe tiene que ser un privilegio", recordó micrófono en mano durante una manifestación frente a un McDonald's, donde había llegado para repudiar la expulsión de un grupo de chicos que pedían sobras de comida en el local.

“El Estado –dijo en la entrevista- está jugando un papel funesto con respecto a la niñez, la adolescencia y la juventud. Los gobiernos solo quieren quedar bien con los intereses económicos nacionales e internacionales, que cada día se adueñan más de lo poco que nos queda de país. Sólo le preocupan las recetas para perpetuarse en el poder y tratar de concentrar cada vez más el capital, la riqueza que Dios nos regaló”.

Estas definiciones, de notable vigencia en la Argentina actual, lo llevaron a ocupar la secretaría de Derechos Humanos de la Central de los Trabajadores Argentinos en la provincia de Buenos Aires, y a ser cofundador, junto al sociólogo Alberto Morlachetti, ahora también fallecido, del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo. También a integrar la Comisión Provincial por la Memoria, cuya misión principal es denunciar la violencia estatal. La de la dictadura y la de cualquier tiempo y lugar.

“¿No saben que un país que no cuida su niñez abandona su futuro? ¿Qué proyecto de Nación estás queriendo llevar a adelante si dejas el futuro de lado?”, se preguntaba.

“Al cerrar una fábrica, hay un hombre que se queda sin trabajo y eso golpea sobre el pibe. Por eso hoy se habla tanto de seguridad. La verdadera seguridad es que ese hombre no pierda el trabajo, que no se cierren fuentes laborales”. Parece dicho hoy.

La revolución del amor

El 22 de octubre de 2005, Carlos Cajade murió de un sorpresivo cáncer de colon. Fue despedido con una misa que se realizó en el predio del hogar Madre Tres Veces Admirable, a la que concurrieron más de 2.000 personas. Una de las mayores demostraciones de afecto las recibió pocos días antes, cuando un millar de personas peregrinaron por la ciudad de La Plata para pedir por su salud.

El día de su muerte, la municipalidad de La Plata decretó dos días de duelo. El dolor y el reconocimiento, sin embargo, trascendía a las instituciones. Estaba en otro lado. En las calles del barrio. En el corazón de los desarropados a los que había dedicado su vida.

Ellos sabían que Cajade no era un “optimista”, en el sentido de creer que en la vida se progresa, o se sale de la mala, con un eslogan de autoayuda. El cura creía en la posibilidad de transformarse, individual y colectivamente, desde el amor y la solidaridad. 

“El pibe comprende porque antes de ser excluido él, fue excluido su padre, su madre, y al entender las causas de esa exclusión empieza a reivindicar a su familia”, detallaba.

“Yo estoy muy en el barro, pero antes del barro me subo no sé adónde de esas dimensiones interiores que uno tiene. Y me pongo bien por dentro. Sin ese estar bien por dentro, no podría enfrentar tanto barro, o tratar de estar cerca de la gente que tanto nos necesita, o que necesita un mundo más humano”, decía.

“Estos pibes -se entusiasmaba- comienzan a construir una sociedad distinta a esa que vivió desde la niñez excluida. Si se sigue sembrando así, vamos a tener en estas obras dirigentes extraordinarios para el país. No van a ser extraordinarios para el poder, para el poder van a ser un grano en el culo”.



(*) Periodista. Ex Vicepresidente de Télam y ex presidente del Consejo Mundial de Agencias de Noticias y de la Unión Latinoamericana de Agencias de Noticias.
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]