Columnistas
19/10/2016

Dictadura del Empresariado

Dictadura del Empresariado | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Poner al país patas para arriba es el objetivo de los CEO. Arriba las empresas, abajo la sociedad. Una inversión de prioridades que cala en nuevos antivalores que se cultivan con denodado empeño.

Osvaldo Pellin

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Escribe el francés Jackes Rancieres, aludido por Ricardo Forster en la “Anomalía Argentina”:“La identificación absoluta de la política con la gestión del capital ya no es el secreto vergonzoso que enmascararían las “formas” de la democracia, es la verdad declarada con que se legitiman nuestros gobiernos”

El  “Packman” del neoliberalismo ha logrado desplazar a los políticos profesionales de  sus lugares estratégicos en la grilla ocupacional de los cargos jerárquicos del Estado en la Argentina. Como bien lo documenta Rodolfo Canini en un artículo titulado “El gobierno de las Empresas” que publica Va Con Firma, los CEO de multinacionales, poseedores, además, de acciones de compañías con relaciones prestacionales con el estado nacional, ocupan esos cargos que es el modo más encubierto para que el país carezca de autonomía económica. Porque el criterio que pondrán en salvaguarda los CEO, el criterio excluyente, será la ganancia de cada una de sus propias empresas que ellos alentarán desde el Estado y ya no será la búsqueda de ser coherentes con el destino colectivo

No se les puede negar visión táctica ni el lugar adonde apuntan para seguir siendo ganadores en esta puja por el ingreso nacional. Para ello deben negar la política a la que subestiman así como descreer del debate.

El político honesto es para ellos un jugador de póker que no juega por plata.

Por eso la decencia es un obstáculo para sus propósitos.

Poner al país patas para arriba es el objetivo. Arriba las empresas, abajo la sociedad. Una inversión de prioridades que cala en nuevos antivalores que se cultivan con denodado empeño. A partir de esa visión van desapareciendo los intereses de pertenencia nacional como país y prevalecen los de estos señores que son las personas físicas visibles de las poderosas empresas. En una palabra se relativizan la soberanía tanto territorial como ideológica, que van debilitándose en su consideración y prima el lato poder, la línea ejecutiva, la influencia que desplaza a la justicia.

Afectan asimismo el concepto de bienestar general pues la elite acapara todo desplazando el sentido del derrame que proclaman como recompensa por el sacrificio y espera de la sociedad y que, por ambición, siempre caerá en sus bolsillos no en la distribución social.

Lo nacional pasa a ser un obstáculo más para los modos extractivos que el neoliberalismo aplica para llevarse en el menor tiempo posible la mayor cantidad de valor de recursos naturales de los países que ocupan. Odian el nacionalismo, hermanados en este aspecto, con los criterios de admisión a las “grandes ligas”, que se dictan desde el Imperio.

Por último, y es su utopía, en el futuro deseado está el disciplinamiento de la sociedad donde piensan solo algunos y deciden muchos menos todavía. Es la visión retrógrada de una sociedad con democracias de baja intensidad.

El empresariado subyuga al Estado y exige que este a su servicio  lo  lleva a la anulación de la participación ciudadana en las decisiones que le competen, Queda devaluado el consenso que la población debería dar en serios asuntos que la afectan, como por ejemplo: manipulación de las audiencias públicas por el tema tarifas.

Se termina afectando el Estado de Derecho, corroído por la discrecionalidad expeditiva como ocurre en los regímenes autoritarios y merodean de continuo los vetos al pronunciamiento legislativo o tomando directamente la iniciativa legislativa mediante Decretos de necesidad y urgencia.

Los intereses de la prensa oficial alientan la expeditividad en las decisiones que suelen amparar mediante la velocidad y el ocultamiento su propio tráfico de influencias.

En suma: está escrito que las empresas también tienen fines sociales que se vinculan con el bienestar general pero el empresariado carece de bandera y borra su pertenencia del patrimonio nacional. Su dictadura será lo que es todo régimen escasamente equitativo: un paso cruel pero fugaz por la historia de la patria.

29/07/2016

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