Columnistas
17/10/2016

Medios y comunicación

Justo un 17 de octubre

Justo un 17 de octubre | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Fragmentación de audiencias y conformación de comunidades cuasi homogéneas son rasgos de época según se analiza en esta columna: “la circulación de información ha aumentado y por lógica nuestra capacidad para leer lo que se escribe ha decrecido”.

Gonzalo Carbajal *

@zalet

Este día de la madre recibí en mi casa a parte de la familia. Fuimos desgranando partículas de la cotidianeidad entre picada y postre. Gotas de realidad. Retazos de conversaciones de café. Diálogos escuchados en la verdulería, el banco o de camino al trabajo.

Si fuera por esa conversación familiar debería entender que este lunes a eso de las 9 o 10 de la mañana Mauricio Macri estará presentando la renuncia a su cargo de presidente de la Nación (si es por mi muro de Facebook, lo hizo ayer). Es que la investidura presidencial no soporta tantas máculas. La sociedad tampoco, se indigna. Que responda de fútbol cuando se le pregunta por Colombia o derive a la canciller Malcorra la respuesta sobre los misiles que lanzará Gran Bretaña en Malvinas, es poco serio. Se viene la renuncia irremediablemente.

Semejante cambio sucedería un 17 de octubre, fecha que en la Argentina recuerda una de las gestas populares más importantes -si no la más- del siglo XX. Una semana antes de cumplirse el aniversario de la primera vuelta en la que Macri salió segundo detrás de Daniel Scioli. Estamos a las puertas del acontecimiento del siglo XXI.

Si tal cosa ha sucedido al momento en que estás leyendo estas líneas todo lo que sigue es ocioso, nadie podría seguir adelante. Pero escribo el domingo por la tarde, todo está por verse aún así que continuamos.

Fin del periodismo

La circulación de información ha aumentado y por lógica nuestra capacidad para leer lo que se escribe ha decrecido. Llegamos a leer algunas, seleccionamos. A la carta, lo que nos gusta, lo que nos llama la atención. Los medios gráficos, que en la última década “partidizaron” sus contenidos, sufren el mismo fenómeno que mis redes sociales: en Clarín Cristina va presa cada semana.

Este fenómeno viene siendo analizado desde hace años por Diario Sobre Diarios, un sitio de análisis de la agenda de los medios de comunicación. Esa brutal toma de posición, que excede lo editorial para trasladarse a todas las secciones, busca moldear lectores a su imagen y semejanza. Una consecuencia: lectores más fieles, seguidores de la marca. La otra: se empobrece la forma en que estos se informan.

Alrededor de 28 millones de argentinas y argentinos usamos a diario Facebook, la mitad desde sus dispositivos móviles. Bastante menos somos los que usamos Twitter. Pero el 95 % de los que usamos celulares tenemos Whatsapp, otro medio social de diferente característica.

Accedemos a muchas noticias gracias a las redes sociales. Las recomendaciones de conocidos se nos acumulan. Nos llegan mensajes todo el tiempo, en los más variados formatos ¿Leemos tanto como compartimos? ¿O es que miramos únicamente los títulos de lo que nos llega? ¿Si coincidimos le damos “me gusta” o reenviamos, y seguimos con nuestras cosas?

Mi abuelo compraba el diario todos los días, mi padre los fines de semana, yo no los compro nunca

Los diarios sostienen un ritmo decreciente de ventas desde hace años. El papel puede ser solución para algunos pero un problema para la mayoría. Ya hay quienes solo imprimen los fines de semana y se sumarán otros en el próximo lustro a esa tendencia.

Los portales digitales de los mismos medios actúan como redes de contención para los “daños colaterales”: lectores no dispuestos a pagar por un ejemplar analógico, o que están fuera del área de distribución. La ecuación económica, mientras tanto, dista de ser la adecuada para vislumbrar un futuro con optimismo: el crecimiento de los ingresos no sigue la misma curva que el de los lectores online.

En el segmento de los menores de 30 años ya casi no se compran diarios y se ve cada vez menos televisión tradicional. La audiencia global de la televisión abierta baja sostenidamente año a año en el último lustro. Crece el tiempo dedicado a los OTT -como Netflix-, consumo de entretenimiento vía internet disponible para las distintas pantallas. Simultáneamente, el tiempo que dedicamos a las redes sociales crece. También el uso de dispositivos móviles para acceder a toda esa información.

El diario del lunes

El estado de fragmentación de las audiencias puede ser un problema para los negocios de algunos medios, los más pequeños. Quizá también para los medianos. Los grandes están constituidos por negocios de diverso tipo y, ya sea por un lado o por otro, terminan encontrándole el agujero al mate. La diversificación del grupo Clarín ya no sorprende a nadie, se ha hablado bastante de ello. Pero que el diario La Nación arranque un negocio de TV nos puede iluminar acerca de lo que debaten los empresarios de la comunicación: si se fragmentan las audiencias necesitan operar en varias plataformas.

Que en nuestro muro, quienes queremos que a este gobierno no le vaya bien, sea una abrumadora mayoría habla de cómo nos rodeamos de iguales. Son nuestras comunidades. Como barrios cerrados que nos separan de “los otros”. Pero esa uniformidad ni siquiera es buscada, es lo que los algoritmos hacen de nosotros y de nuestros medios sociales. Como decía, información a la carta. Leemos lo que ellos nos ponen en las narices, lo que creen que nos interesa.

Hace unos días, un alumno que trabaja como técnico de una empresa de televisión por cable en el Gran Buenos Aires, me comentaba que visita varias casas por día. Arregla las conexiones que andan mal. Lleva una estadística casera, al encenderlo la mayoría de los televisores tiene sintonizado el canal TN. En esas casas la radio que se escucha es Mitre (ambos del Grupo Clarín). Su pequeña venganza es pedirles que bajen el volumen o directamente que la apaguen, inventa que necesita escuchar bien el sonido de la tele para calibrar la conexión.

En las redes no necesitamos eso, si dejamos de leer o dar me gusta, el sistema va tomando nota. Con grandes grupos de intereses homogéneos resulta fácil sincronizar las emociones. Hoy circuló bastante la ilustración de Cristina y Hebe por el “Día de la Madre”. Facilonga. La misma facilidad aprovechan esos grandes medios que han moldeado audiencias a su imagen. Foto de pareja a los besos en la ONU o niña correteando mientras papá trabaja duro ¡cómo no conmoverse! Títulos que avergonzarían hasta a Bernardo Neustadt por su falta de rigor se suceden. Los repetirán en las radios, se replicarán en las redes. Apelan más a las emociones que a la razón ¿Se lee la noticia? ¿Importa?

Es probable que Macri no presente la renuncia este 17 de octubre: mi amigo gorila me dejó espiar su Facebook y ¿sabén qué? Me voy a la calle, según lo que acabo de leer, llueven dólares.



(*) Coordinador general del Consejo Asesor del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre.
29/07/2016

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