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Columnistas
27/09/2016

Someter a la sociedad

Someter a la sociedad  | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

“Cambiemos inauguró el modo de la manipulación de la realidad hasta deformarla y perder noción de lo verosímil”, expresa el autor y afirma que se expone a la sociedad argentina a un “sometimiento irracional”.

Osvaldo Pellin

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Los modos de someter a una sociedad son variados y habitualmente perversos. Ya conocemos, por lo muy difundido, el método violento de la represión por las armas, por la exclusión o la discriminación. Ahora, el régimen Cambiemos inauguró el modo de la manipulación de la realidad hasta deformarla y perder noción de lo verosímil. Son los grandes manipuladores del comienzo de este siglo XXI. Así, a través de esa manipulación, crearon una crisis que nadie vivió. Esa crisis económica, social y cultural inventada, fue propicia para aplicar un plan de ajuste acorde al beneplácito de los globalizadores. Se vive en la incertidumbre de la palabra y de los hechos, que es como vivir sometido por la alienación, en una suerte de locura colectiva.

Los dirigentes políticos que trabajan para Macri, creen que para hacer política, el método válido pasa primero por destruirla. Hacerle perder todo valor de verdad a lo que se dice, dejar vacía de contenidos a la realidad para proponer un panorama carente de referencias. Exponen la palabra falsa que sin competencia con la verdad adquiere el inusitado valor de pensamiento único. Porque no se puede vivir sin palabras aunque tampoco se puede vivir sin hechos ciertos.

Han entendido de la política que la chicana forma parte del patrimonio intelectual del ser político. Un buen político, según Cambiemos, es el que fuerza y desnaturaliza la razón utilizando el dato falso o el manejo malintencionado o como en el famoso cuento del opositor: porque se reservan ese rol independientemente de la verdad que esté en juego.

A nueve meses de haber asumido no han podido formular una sola conducta que no haya estado viciada de improbabilidad. Empezando por la campaña electoral en la que prometían no devaluar y luego devaluaron; prometían derogar el impuesto a las ganancias y no lo hicieron; criticaban el uso de decretos y derogaron una ley  (de medios) con un DNU; intentaron instalar un tarifazo en contra de la ley y además confiscatorio a favor de las empresas de servicios, y luego desnaturalizaron las audiencias públicas.

Al no existir ningún criterio de verdad el debate carece de sentido. Al perderse la fe pública en los compromisos que se asumen ante la comunidad la ciudadanía no sabe cuál es el destino al que la llevan.

La resistencia ciudadana da forma a cierta noción verdadera cuando se la ve movilizada. En realidad la movilización es de lo poco sano con lo que nos relacionamos hoy los argentinos. Habla de resistencia por encauzar la locura en normalidad.

Si la ciudadanía no hiciera nada estaríamos solos con nuestro desconcierto.

La dirigencia que espera y aporta una prudencia incomprensible ante el régimen, no advierte que su perfil no es del palo de los que gobiernan que en el fondo los desprecian. Dialogar con esta gente es caer en la trampa mediática consistente en una foto de primera plana para el recuerdo, en un diario viejo desde antes de editarse.

Se llegó a decir que el país crece hacia “adentro” sin dar un solo dato que lo corrobore. ¿Crecer hacia adentro qué significa? ¿Qué hay fábricas que se están levantando pero que no se ven? ¿Qué hay obras públicas que viven en los papeles de los escritorios alentando las fantasías de los burócratas? ¿Qué hay planes que se formulan en silencio y que la gente desconoce?¿Que nos va bien aunque no lo notemos, aunque haya hambre y cada vez más población carenciada? ¿No saben estos gobernantes que George Orwell ya  escribió 1984, que Goebbels es desmentido de inmediato por las redes sociales? ¿Que el doble discurso dura en el aire lo mismo que un suspiro? La ficción solo puede sostenerse mediante la ausencia del Derecho en el marco del poder discrecional.

Desde ya todo indica que están siendo desmentidos a cada paso, que la adhesión que mantienen algunos es la del odio encarnada en un gorilaje, que es la forma criolla que adopta una doctrina autoritaria. Porque lo que se busca es convertir en hábito otra cultura y barrer y borrar la vivida en los últimos doce años.

Este andamiaje será condenado por el tiempo, inexorablemente dejará atrás para siempre las excusas con que se encubre la ausencia de idoneidad para gobernar, que en el caso del macrismo consiste en aplicar una teoría preconcebida de un tamaño y calidad que no encaja ni calza con la realidad histórica del país.

Hay algo que caracteriza la palabra del presidente, que es su inocultable “chupamedismo” con lo más reaccionario del Imperio, alcanza para corroborarlo con decir que es amigo de Donald Trump, la puerilidad de sus argumentos y sobre todo la absoluta carencia de alusión a los valores en que se basan sus consignas.

A pesar de todo, hay algo rescatable y auténtico siempre en sus palabras y es el perfil que asume como si fuese el jefe de personal de una multinacional ante sus ciudadanos, cuando se dirige a los trabajadores acerca de los beneficios de la puntualidad o del conformismo salarial y la amenaza de perder el empleo, por encima de los derechos sociales de los trabajadores, si estos no se comportan como él espera. Eso sí, no lo hemos oído aun pregonar a la población acerca de las obligaciones del pago puntual de los impuestos, base fundamental para dar solvencia al funcionamiento del Estado. Será porque eso pone en evidencia la hipótesis de su propia evasión o porque ya está convencido que el déficit fiscal se financiará vía endeudamiento.

La sociedad argentina vive momentos de sometimiento a una irracionalidad que padecerá hasta que suene el escarmiento. Se ha cometido el error de destruir todo para hacerlo de nuevo y mejor empleando un esfuerzo imposible e innecesario,  objetivo propio de regímenes mesiánicos que solo se sostienen en la espuria imaginación de quienes gobiernan para sí y sus amigos. Dejando de lado la forma cultural con que nos presentamos ante el mundo. Esto es algo más que el estadio de futbol de la Bombonera que estremece el corazón de un presidente-niño.

29/07/2016

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