“Nos quedábamos sin gas”, fue el principal argumento del gobierno nacional a la hora de justificar el tarifazo que comenzó a regir el viernes pasado. Según el esquema del ministerio de Energía, habrá un incremento en las boletas de hasta 300% para los usuarios residenciales de la categoría R1-R23; de 350% para usuarios R31-R3; de 400% para usuarios R34 usuarios R34 y de 500% para usuarios SGP. Esos números se alejan del 203% de suba promedio que anunció Juan José Aranguren hace apenas un mes atrás.

Más allá de las complejas cifras que encierra el nuevo esquema de aumento de los precios en boca de pozo y quita de subsidios al consumidor, el comportamiento de los yacimientos arroja una certeza: Argentina no sólo no se estaba quedando sin gas, sino que se había logrado repuntar tras una década de declinación.

A nivel nacional, el crecimiento de la extracción de gas acumulado durante el período enero-julio 2016 fue de +4.9%, con respecto al mismo periodo de 2015, con lo que se evidencia un aceleramiento en la expansión de la actividad que comenzó hace tres años, tras la recuperación del control estatal de YPF.

Pero no sólo la compañía nacional arroja balances positivos. La Cuenca Austral registró una mejora del 7.5% por el ingreso de Vega Pléyade, el yacimiento off shore operado por Total. Mientras que el Golfo de San Jorge creció 2.4%. Sin embargo, por su peso en el total nacional, se destaca el aumento de la producción de la Cuenca Neuquina, que en el primer semestre del año alcanzó el 5,6%.

Los yacimientos no convencionales apuntalan la mejora y compensan la caída de los tradicionales y ya maduros campos gasíferos como Loma La lata. El desarrollo de tight gas en Aguada Pichana Norte y del piloto de shale gas que perfora la francesa Total en ese mismo yacimiento ya aporta 8.6 millones de metros cúbicos diarios (MMm3/d).

Por su lado, Pluspetrol elevó su producción de gas a 3.18 MMm3/d en el área Centenario al perforar la formación Molles. Mientras que Petrobras, que fue adquirida por Pampa Energía, aumentó +16.4% la producción a 7.5 MMm3/d. La empresa operaba hasta el mes pasado el yacimiento Río Neuquén, donde alcanzó 2.5 MMm3/d con solo 8 pozos de tight gas de las formaciones Lajas y Punta Rosada. Se trata de las mejores producciones iniciales del play de tight gas de la cuenca Neuquina. Tras la operación de compra del grupo Mindlin, el área pasará a ser operada por YPF, que posee un 33.33%, al igual que Petrobras de Brasil y Pampa Energía.

Las áreas de YSUR aumentaron su producción bruta de gas en 9.5% interanual en julio al alcanzar los 3.6 MMm3/d, con el desarrollo más intenso del yacimiento rionegrino Estación Fernández Oro. Ante las buenas perspectivas de ese bloque, el gigante rusa Gazprom negocia con YPF la adquisición del 50% con la idea de perforar unos 160 pozos.

Otras de las empresas con importantes progresos en el desarrollo de formaciones tight es Pan American Energy, que con una producción cercana a los 4 MMm3/d en Lindero Atravesado, logró una mejora del 40% con respecto a 2015.

También registró un fuerte aumento de producción Rincón del Mangrullo, explotado por YPF en sociedad con Pampa Energía, que ya supera los 4,7 millones de m3 diarios.

Mientras que el piloto de shale gas El Orejano, explotado por YPF y Dow, tuvo un crecimiento del 80%, y ya alcanzó 1,5 MMm3 de producción, casi el doble de lo que aportaba a fines del año pasado.

Con la implementación del Plan Gas, que paga –mediante una compensación del Estado- 7,50 dólares el millón de BTU a la producción incremental, la extracción gasífera de Neuquén creció 12% entre 2013 y 2015. El programa de estímulo, ponderado por la principal provincia productora y por las propias empresas, marcó un sendero de crecimiento. Sin embargo, el gobierno de Mauricio Macri decidió girar hacia un esquema de tarifas dolarizadas con aumentos semestrales en el precio de boca de pozo, para poner fin a los subsidios al consumidor en 2022 para la Patagonia y en 2019 para el resto del país.

El comportamiento de las inversiones y de la producción desde 2013, demuestra que no “nos quedábamos sin gas” y que el cambio obedece a razones más complejas.