Las dificultades para que se apruebe en el Parlamento, el rechazo sindical, y el uso abusivo de los decretos que lleva adelante el presidente Macri, parecen indicar, que una reforma laboral por decreto, no sería disparatado. 

La pretendida reforma del gobierno comenzó a cosechar cada vez más negativas de los sectores necesarios para su aprobación. Pichetto, la CGT, Moyano y Barrionuevo, quienes en algún momento se mostraron cercanos al gobierno en un eventual tratamiento, ahora se niegan a acompañar la iniciativa. El ejecutivo no podrá incorporar este episodio en extraordinarias para febrero. El cumplimiento de este objetivo se aleja cada vez más.

En una reciente declaración, Juan Carlos Schmid, integrante del triunvirato que conduce la Confederación General del Trabajo sostuvo que “se pierden derechos”. Para Héctor Daer, "Tal como está el proyecto se pierden derechos y nosotros, en el contexto actual, esto será rechazado".

Carlos Acuña, el otro triunviro cegetista fue igual de contundente: "El proyecto no tiene ningún futuro. Para nosotros no hay reforma laboral que valga".

Por su parte, luego de una reunión con Sergio Massa, el presidente del interbloque de Argentina Federal del senado de la Nación, Miguel Ángel Pichetto, le dijo al gobierno “olvídense de la reforma laboral".

El rionegrino se posicionó más intransigente que nunca, y además del rechazo a la reforma laboral, sostuvo que “"hay muchas heridas por cicatrizar", y agregó, “si están interesados en el proyecto de reforma del empleo no deberían haberse ido muchos ministros de vacaciones a Punta del Este mientras la economía no arranca".

Por su parte, Luis Barrionuevo, titular del gremio de los gastronómicos, sostuvo que "nadie se va a quedar de brazos cruzados. Si vienen por nosotros, tendrán que hacerse cargo de las represalias".

El líder sindical, prepara además una cumbre sindical en Mar del Plata, que cuenta con el acompañamiento de los Moyano, y de amplios sectores del sindicalismo, para unificar posiciones frente a la “persecución judicial a los sindicatos” y a la pretendida reforma laboral.

El diputado y referente de La Cámpora, Andrés Larroque, sostuvo que "la reforma laboral no es más que una ley de precarización laboral, por eso aprietan a los dirigentes sindicales. Hay una campaña de denostación de las organizaciones para debilitarlos y bajar el costo salarial". De esta manera, se sigue incrementando el acercamiento entre los sectores políticos de la oposición y los líderes sindicales.

También, Omar Plaini, titular del gremio de los Canillitas, se mostró rotundamente en contra de la reforma y dijo que “cualquier reforma que se haga, por más mínima que sea, nunca va a ser en favor de los trabajadores. La previsional, laboral y tributaria no van en favor de los que menos tienen".

Además de aunar a la oposición y a los sindicatos, la reforma perdió casi toda probabilidad de aprobación, al menos por los canales institucionales que marca la Constitución. Pichetto advirtió, que no solo el peronismo no acompañará a reforma en eventuales sesiones extraordinarias de febrero, sino que no lo hará “en ningún momento”.

La izquierda, que ante la unidad del peronismo y los sindicatos comienza a perder el protagonismo que durante buena parte de la gestión de Cambiemos pudo conseguir, solicitó la convocatoria a un "un paro activo" de las distintas centrales obreras.

"La huelga general será la única manera de derrotar el conjunto del plan de guerra contra nuestros derechos que está en marcha", sostuvo el ex diputado del Partido Obrero, Néstor Pitrola.

De esta forma, Cambiemos comenzará el año con una unidad sindical y política de la oposición que no se había producido desde su llegada al poder. Ante el inminente comienzo de las negociaciones paritarias, el futuro de del gobierno depende de los pasos y de los gestos que pueda demostrar en los próximos días. Salvo que la “decretocracia” vuelva a ponerse luego de varios años, a la orden del día.

Informe: Agustín Mozzoni