Río Negro
09/10/2016

Crisis frutícola

Bajos precios, menos mercados, heladas y fruta importada

Bajos precios, menos mercados, heladas y fruta importada | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Una combinación de factores provoca la que probablemente sea la peor situación vivida por la fruticultura valletana en toda su historia. Su peso económico lo reemplaza la actividad petrolera, especialmente de Neuquén, que determina incluso un nuevo mapa en la región: zonas urbanas donde antes había chacras.

Miguel Croceri

Sometida desde hace años, por la fuerza de los hechos, a un proceso de desplazamiento como motor de la economía del Alto Valle por el impacto de la explotación petrolera en Río Negro y fundamentalmente en Neuquén, la producción y comercialización de peras y manzanas sufre en la actualidad suma una combinación de factores en su contra que probablemente jamás haya vivido.

Además de los bajos precios que vienen cobrando los productores desde al menos tres años atrás, se agrega que la pérdida de mercados para la exportación se agrava de modo continuo, como lo ratificaron los datos conocidos en la semana que termina: la participación de frutas argentinas en el mercado brasileño se redujo a menos de la mitad en dos años. De 42,2% en 2014, a apenas el 20% en este momento.

A su vez, el clima siempre puede deparar una helada tardía como la que ocurrió el pasado 23 de septiembre, en la madrugada de un viernes, donde una temperatura cercana a los 3 grados bajo cero fue fatal en algunas zonas de chacras, especialmente para los perales.

Por si todo lo anterior fuera poco, la política del actual gobierno nacional de facilitar las importaciones está haciendo estragos. Según estadísticas publicadas, solo durante la primera mitad de 2016 ingresaron al país 688.000 kilos de manzanas de afuera, especialmente de Chile

Esas cifras tienen en cuenta sólo las operaciones realizadas hasta julio, y representan el 550% de aumento respecto de un año atrás. En cambio, entre 2012 y 2014 no hubo prácticamente fruta importada.

“Es que la fruticultura no le interesa ni al gobernador ni a los intendentes”, dice en diálogo con Va Con Firma el chacarero Edgar Artero, quien ha sido presidente de la Cámara de Productores de Fernández Oro.

Cuenta que “hay desánimo en los chacareros, nadie sabe en qué va a terminar esta situación”, y admite que “el clima hizo mucho daño, especialmente a los más chicos, que no tienen riego por aspersión” ni ninguna defensa contra las heladas.

Agrega que “también el tema sanitario es gravísimo, porque nadie va a curar. Las únicas máquinas curadoras que se ven son las de las empresas, pero de los chacareros ninguna”.

En cuanto a las complicaciones que conllevan las tareas necesarias para los cultivos, el productor y dirigente orense destaca que “no se consigue personal para podar. Para conseguir hay que pagar mucho más que el convenio. El jornal del podador es de 406 pesos, y hay que pagar 600 y 700” a pesar de la crisis.

Calcula que por los diferentes motivos, en toda la región pueden quedar sin podar unas 15.000 hectáreas. “Esa fruta queda afuera del sistema, al menos para los mercados de exportación no sirve porque no tendría calibre, sería una fruta chica o a lo sumo mediana”, explica Artero, y agrega que “si seguimos así va a pasar lo que alguna vez dijo el gobernador, que se van a perder 300 millones de kilos”.

Días atrás, se publicaron conceptos del presidente de la Cámara de Productores de General Roca, José García, con una evaluación igualmente crítica.

Dijo que “lamentablemente venimos de 3 o 4 años muy malos y este año no llegan ni al 50% las chacras que se han podido podar. Los costos son muy altos y por eso no llega ni a un 10% la superficie que cuenta con defensa activa (riego por aspersión) contra las heladas”.

Baja competitividad

Aún frente al avance de los hidrocarburos, la producción de peras y manzanas mantiene un peso determinante sobre todo en la economía de Río Negro. En el promedio histórico, representó unos 600 millones de dólares anuales de exportación. Sin embargo, vive un presente gravísimo y un futuro desalentador.

Dos profesionales de las ciencias económicas consultados por Va Con Firma coincidieron en señalar que, aparte de la reconfiguración de los mercados internacionales y de políticas económicas perjudiciales, “hay problemas internos debido a que gran parte de la superficie cultivable es de baja productividad”.

Consideran que ello puede atribuirse a una combinación de “falta de financiamiento, de inversión y de renovación tecnológica”. El orden puede ser distinto, pero una cosa lleva a la otra.

Uno de los profesionales, que también es docente universitario y se ha especializado en el estudio de la fruticultura regional, destaca que “las cadenas de comercialización están cada vez más concentradas”, y por eso no para de crecer la diferencia entre lo que el productor cobra por su esfuerzo, y lo que luego pagan los consumidores en los grandes centros urbanos del país

Agrega que para vender al exterior, “el atraso cambiario de los últimos años fue muy perjudicial para la exportación”, y además “tenemos competencia cada vez mayor de países que pueden ofrecer fruta con menores costos” de producción.

Artero, el productor orense, confirma con su caso particular la gravedad de precios que no cubren los costos. Cuenta que la empresa Moño Azul acaba de pagarle, por la cosecha pasada y a cuenta del total que debe cobrar, 1,40 pesos por cada kilo de manzana “que tiene un costo de producción de 3,50 pesos”.

Y frente a situaciones similares que se multiplican en todo el Alto Valle, pronostica que “los productores van a terminar de cobrar la cosecha anterior recién en diciembre, y no creo que lleguen a pagarle 2 pesos el kilo”.

También alude a los efectos de la concentración de la propiedad de la tierra en grandes empresas, y al desmonte de chacras para urbanización. Cuenta que en la zona de Fernández Oro “hace 30 años había 60 productores, y ahora quedamos 18”.

Retroceso

“Chile gana mercado y las manzanas argentinas pierden participación en las importaciones de Brasil”. Ese título periodístico del pasado lunes 4 de octubre, fue demoledor para las esperanzas de todos quienes están vinculados con la economía frutícola del Alto Valle, en particular los chacareros.

La noticia citaba cifras de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI), según las cuales “las exportaciones argentinas de manzanas a Brasil pasaron de las 49.697 toneladas (una participación del 42,60%) en el año 2014, a 15.988 toneladas en el primer semestre de 2016 (19,41% de participación)”. Una pérdida de mercado del 23% en solo dos años.

Por el contrario, Chile ocupa el primer lugar desde 2015, cuando colocó 35.611 toneladas que le permitieron una participación de 46,03% del mercado brasileño, mientras que Argentina colocó el mismo año 23.681 toneladas, y su participación entre las compras del país tropical fue del 30.61%.

Además, según los datos de CAFI, “las peras argentinas también registran una fuerte caída en sus exportaciones, que pasaron de 137.000 toneladas en 2014 a 75.000 en 2016".

Finalmente, debe mencionarse que todos los problemas resumidos hasta aquí tienen otra expresión en la transformación que está viviendo desde los últimos años el Alto Valle, en lo referido a la distribución territorial de espacios urbanos y rurales.

El crecimiento poblacional provoca el continuo desmonte de chacras para construir en esos lugares viviendas y demás edificios urbanizados, con una rentabilidad para el negocio inmobiliario frente a la cual nada puede hacer la fruticultura.

El lugar de la región que con mayor impacto sufre esta nueva realidad es la localidad de Fernández Oro, convertida en una ciudad emergente. Desde allí, el productor y dirigente Edgar Artero lo resume con palabras elocuentes: “Hay una decisión de construir centros poblados en tierras productivas. Eso ya está resuelto. Es una decisión del mercado inmobiliario”.

29/07/2016

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