En el barrio Cuenca XV se ofrecen clases de apoyo escolar novedosas, en las que aprenden todos; alumnos, padres y abuelos. Se trata de una experiencia de educación popular llevada adelante por la Casa de Formación Kirchnerista (CFK), que nació hace dos años, como consecuencia de la creciente demanda de asistencia por parte de las familias, respecto del apoyo a los niños y niñas en su aprendizaje tanto como de contención ante situaciones de conflicto.

“Está bueno que los nenes estén allá (en otra aula) aprendiendo y nosotros acá charlando sobre cómo podemos hacer para ayudar” dice entusiasmada Marcela, que reconoce que a veces la tarea con su hijo se complica porque si no encuentra cómo explicarle algún contenido “se enoja él, me enojo yo y dejamos todo ahí nomás”.

Su caso no es el único. Los turnos de asistencia psicopedagógica no existen en el Sistema de Salud, pero las familias igual los solicitan. A cambio, en el Hospital Heller les ofrecen turnos de psicología, para los cuales deben esperar meses. Es normal que el encuentro con los profesionales nunca se produzca, porque padres y madres abandonan el intento y los acobarda la demora excesiva.

Cristina Cid, que es al mismo tiempo colaboradora del espacio y abuela de una de las alumnas, rescató que “lo bueno es que los papás y los abuelos que estamos acá podemos ayudar a nuestros hijos y nietos. A veces uno anda acelerado y no para; y no presta atención que los niños pasan situaciones difíciles y nos piden que estemos al lado de ellos. Esto sirve para bajar un poco el acelerador y sentarse a charlar con los hijos, con los nietos y ver la situación familiar, cómo venimos, cómo estamos y como nos reinsertamos como familia”.

Lorena Parrilli, integrante de la CFK, explicó que “hay una evidente carencia, tanto del Estado municipal como del provincial, respecto de las situaciones que tienen las familias hoy”.

La psicopedagoga afirmó que “con lo compleja que es la sociedad de hoy, hay muchas familias fragmentadas porque hay muchas necesidades que no están cubiertas desde el Estado”. Anotó que no existe “acompañamiento desde la psicología, la psicopedagogía, la fonoaudiología; son profesiones que también componen el proceso de aprendizaje de los chicos en la escuela y a las que no hay acceso”.

Remarcó que la función que cumple el grupo es la de “colaborar” y “poner nuestro granito de arena”, junto a “compañeros y compañeras que voluntariamente y por amor al otro aportan y sostienen este vínculo con el barrio y las familias”.

“A todos nos gustaría que fuera el Estado el que se encargue de esto, pero el Estado no está”, agregó Parrilli.

Alejandra Parada, otra de las profesoras de Cuenca XV (la misma experiencia con otros profesionales se lleva adelante en el barrio Unión de Mayo), dijo que el intercambio enriquece a todos los que participan, profesionales, alumnos y padres y que su intención es, “con alegría, generar un espacio de encuentro con la familia en base a las inquietudes que ellos traen. Por eso creamos espacios de conversación, de juegos y de tareas escolares”.

Carina, que tiene a su hijo en cuarto grado, concurre al espacio desde que se instaló en el barrio. Reconoció que “es el único lugar” en el que se encuentra “con otras vecinas” porque es “difícil hacer sociales”. 

Al constituirse como un intercambio multidisciplinario y de abordaje de mayor cercanía con los niños y niñas, Marcela se mostró esperanzada porque su hijo, que está a punto de repetir tercer grado, no encuentra el modo de aprender dentro de grupos grandes, no alcanza a entender lo que dice la maestra, se frustra y vuelve a la casa decepcionado. “Acá aprende de otra manera, y entiende mejor”.

“La escuela no siempre alcanza para atender situaciones de distintas complejidades, pero el Estado no ofrece ninguna opción de apoyo para esta carencia”, sostuvo Lorena Parrilli.

Patricia dijo que su hija “se siente re contenida viniendo acá. No solamente es venir y seguir haciendo la tarea, sino la manera, a veces es a través de un cuento, un juego”.

Los modos de aprendizaje se complejizan día a día y el creciente retiro del Estado no contribuye a abarcarlos.

La voluntad de ayudar tampoco lo resuelve, pero muestra un camino que desembocará, tarde o temprano, en el reconocimiento institucional.

Cid lo sintetizó de este modo: “En la reunión de padres hablamos de cómo nos comunicamos nosotros con nuestros hijos y nuestros nietos. Las cosas se empiezan a aclarar cuando uno empieza a hablar con otros, sino no hay forma de hacer un proceso de aprendizaje”.