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Neuquén
20/06/2017

Asunción Ávalos, el papá de Sergio: toda una vida luchando

Asunción Ávalos, el papá de Sergio: toda una vida luchando | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Don Asunción cree que a su hijo lo hizo desaparecer “alguien de guita, muy conocido”.

El padre de Sergio Avalos lleva 14 años buscando a su hijo, desaparecido desde las 7 de la mañana de un día de junio del 2003, cuando lo vieron por última vez en el boliche “Las Palmas”. Asunción tiene 84 años y está cansado del “verso”. Pero celebró el pase de la causa al fuero federal y abriga alguna esperanza en la posible aparición de un nuevo testigo.

Marcelo Pascuccio

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El papá de Sergio Daniel Avalos, Don Asunción, tuvo su primer empleo a los 16 años en la oficina del Correo Argentino de Posadas Misiones. Ya a los 18, ascendió y tuvo su primer traslado a una localidad cercana. Cuando Sergio, también con 18, se instaló en la residencia universitaria de Neuquén capital, Asunción le pidió que valorara que su primer alejamiento de la casa familiar fuera para estudiar.

Como empleado del Correo, Don Avalos recorrió muchas ciudades. Hacía carrera postal aceptando destinos inhóspitos como Ingeniero Jacobacci o Mencué. Aunque también pasó por Bariloche, y cuando pudo ocupar un lugar jerárquico eligió Picún Leufú. Allí llegó a ser el jefe de correo del pueblo.

Luego de jubilarse intentó, con un socio, un emprendimiento productivo. Plantó papas y no tuvo suerte pero poco después la realidad lo alejaría de todo proyecto de trabajo para dedicarse a buscar a su hijo.

Además de Sergio, Asunción tiene 4 hijos: Mercedes, Marcelo, Roxana y Eve. Su compañera falleció sin saber qué le pasó a “Polito”.

Hace 14 años, desde el 14 de junio de 2003, que Asunción no para. Aunque pequeño de aspecto físico, tiene una fuerza de voluntad gigante. Tiene achaques propios de sus 84 años pero no descansa. Escucha radio toda la noche, duerme muy poco, y a las 7 ya está mateando en su casa de Picún. Viaja seguido a Neuquén. Visita a militantes sociales, amigos de Sergio, abogados, periodistas y funcionarios judiciales. Un par de veces se sentó frente a los 14 cuerpos de la causa y leyó todo lo que pudo. Retiene datos que considera importantes. “Todos fueron llamados a declarar en varias oportunidades, menos uno. Eso me llama mucho la atención”, concluye, esperanzado en encontrar algún dato que sirva.

Hombre de una enorme fe y fuerza de voluntad. Posee un obstinado respeto por las autoridades y una soberana paciencia. “Yo lo que le pido a Dios es que me ayude a mantener siempre mi conducta para no ofender a nadie” confiesa. Dice que en las conversaciones como esta, sobre su hijo, toma distancia e intenta construir oraciones en tercera persona para no llorar.

“Tiene que ser alguien de guita, muy conocido”

Que a Sergio le pasó algo adentro del boliche la noche de su desaparición, no quedan dudas. O tuvo un altercado con los patovicas del boliche o con algún parroquiano del lugar. Nadie lo vio salir. Las cintas que registraban las cámaras de seguridad tenían un corte y luego el video cassette desapareció. Como sea, lo que sucedió tuvo inicio en “Las Palmas”. Pero lo que más inquieta a Asunción es la certeza de que algún poderoso está detrás, alguien capaz de hacer desaparecer a una persona sin dejar huellas. “Tiene que ser alguien de guita, muy conocido. Alguien al que no puede acusarselo de nada”, está convencido Avalos.

Igual que los demás familiares y los amigos de Sergio, el padre asegura que jamás su hijo se hubiera suicidado, y con el mismo énfasis afirma que no era capaz de pelear.

Asunción se preocupa en destacar que no descarta la posibilidad de que su hijo haya sido víctima del tráfico de órganos. “Por el tremendo encubrimiento”, argumenta. Y pide que “si así fuera, que me den el cuerpo para darle una cristiana sepultura”.

Hipótesis para todos los gustos y preguntas sin respuestas

Se tejieron infinidad de hipótesis que, aseguran, fueron todas investigadas. Surgidas algunas de funcionarios, investigadores, medios periodísticos y hasta de versiones anónimas.

En radios de la ciudad de Centenario y de Neuquén se escuchó decir, en los días posteriores a la desaparición de Sergio, que lo habían visto caminando en la ciudad de Neuquén; que en realidad estaba en Planicie Banderita; que si querían encontrarlo lo buscaran en China Muerta; y que estaba encerrado vivo en una chacra de Colonia Nueva Esperanza.

En el diario La Mañana se publicaron “testimonios” que aseguraban haberlo visto subir a un taxi, versión que en 24 horas se redujo a las declaraciones de una mujer que no estaba segura de si se parecía.

O se estuvo ante un efecto de sugestión colectiva que provocó la sucesión de llamados a las radios y periodistas, o fue una operación de distracción o de desvío de la investigación. ¿Quién tendría capacidad para operar en los medios en forma simultánea? Y además, ¿porqué la mayoría de los llamados a las radios se realizaron en Centenario?

No menos llamativas resultaron las declaraciones del por entonces jefe de Policía, Walter Cofre, quien dijo que el joven desaparecido había salido del boliche por su propia voluntad con otras personas. ¿Por qué sostuvo semejante hipótesis sin elementos que la sustentaran?

Fuentes policiales hablaron de la posibilidad de que Sergio hubiera sido víctima de “Viudas Negras”, o captadoras de jóvenes, para usarlos como “mulas” (como se suele denominar a quienes llevan drogas en pequeñas cantidades). Asunción pasó largas semanas recorriendo la zona de la Triple Frontera. Llegó a dar con una persona privada de la libertad en la cárcel de Asunción del Paraguay que se llamaba Sergio Daniel Avalos Ulloa, pero no era “Polito”.

Otras preguntas sin respuesta

¿Por qué las autoridades universitarias se mostraron en aquel entonces muy medidas y cautas con el tema? ¿Por qué el oficialismo legislativo de entonces no acompañó el pedido de los diputados de la oposición de reglamentar la figura del testigo protegido? ¿Por qué los vecinos del boliche se asustan cuando se les pregunta por el caso?

¿Qué explicación puede tener la aparición de un informante que por mails atormentó con datos del expediente y elucubraciones pueriles a periodistas, militantes y organismos de Derechos Humanos? ¿Por qué no hay nadie que haya visto algo a pesar de los 100.000 pesos de recompensa?

¿Quién puede tener la capacidad operativa para hacer desaparecer a una persona? ¿Por qué no hay fuente policial que hable del tema? ¿Por qué es un tema tabú incluso dentro de las cárceles? ¿Por qué los estudiantes que denunciaron la desaparición por entonces fueron demorados sin motivo? ¿Dónde están las hojas sacadas de los libros de guardia de esa noche? ¿Y cómo pudo perderse de una oficina judicial el video de las cámaras de seguridad del boliche?

La posible declaración de un testigo protegido abre una nueva esperanza

La procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, solicitó en 2014 a la Corte Suprema nacional que se investigue la causa como “desaparición forzada de persona”. Entendió que había elementos para sospechar de la “intervención directa” de las fuerzas de seguridad que esa noche estaban en el boliche. El cambio de carátula permitió que la causa no prescriba.

Gils Carbó opinó que luego de 11 años de presuntas irregularidades y deficiencias en la investigación provincial, el caso debía continuar con investigación a cargo de la justicia federal.

Ya bajo la órbita del fuero federal, en marzo del 2015, el abogado de los Avalos dijo que había aportes de un testigo de identidad reservada. Hoy se asegura que se está detrás de otro testimonio, que podría echar luz sobre la desaparición del estudiante de economía. Lo vieron por última vez en el boliche “Las Palmas” a las 7 de la mañana del 14 de junio de 2003.

29/07/2016

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